Quien haya visto el pasado viernes en TVE la película El verdugo, de Berlanga, con guion del propio director y del gran Azcona, se habrá quedado pasmado, como yo lo estoy desde hace muchos años. Una comedia negra que es una crítica furibunda de la pena de muerte cuando en España esa pena existía y se aplicaba. Pepe Isbert con su voz afónica y su habla desordenada hace un alarde de interpretación que ya había demostrado diez años antes en Bienvenido Mister Marshall, pero ahora con mucho más espacio y mucho mejor guion. Las películas de Azcona, El verdugo y desde luego Plácido, que también se programó en la televisión pública (que sirve exactamente para eso), son como ametralladoras, por la cantidad de planos extraordinarios y frases asombrosas y desternillantes, rizan el rizo.

Ahora que el cine está construido de virguerías carísimas que cuentan poco y exhiben mucho, o ñoñerías empalagosas, es buen momento para ver lo que hacían nuestros abuelos con cuatro duros y mucha genialidad.

Este año la Biblioteca Nacional celebra el nacimiento, hace un siglo, de José Luis Martín Santos, autor de un solo libro, Tiempo de silencio, que es de una limpieza narrativa, de una eficacia y de una inteligencia literaria brillantísima, que se alejaba de los escritores de su tiempo —Delibes y sus novelas pueblerinas, Cela y su ingenio sintáctico y su vocabulario inagotable popular— para contar una historia bastante sencilla en un escenario del Madrid de la posguerra, literario, sórdido, putero e inocente.

QOSHE - Admirar al verdugo - Eduardo Riestra
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Admirar al verdugo

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08.04.2024

Quien haya visto el pasado viernes en TVE la película El verdugo, de Berlanga, con guion del propio director y del gran Azcona, se habrá quedado pasmado, como yo lo estoy desde hace muchos años. Una comedia negra que es una crítica furibunda de la pena de muerte cuando en España esa pena existía y se aplicaba. Pepe Isbert con su voz afónica y su habla desordenada hace un........

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