En septiembre del 2016 publiqué en este diario un artículo con el mismo título. En él me refería al valor del entonces secretario general del PSOE al rechazar tajantemente reelegir presidente al señor Rajoy, sospechoso de corrupción. Se le echaron encima la caverna mediática madrileña y todas las derechas, así como la vieja guardia del PSOE. Felipe González siempre fue partidario de una “gran coalición” a la alemana, frenando cualquier coalición de izquierda. Pedro Sánchez era consciente del desastre al que esta política había llevado a la socialdemocracia europea y quiso recuperar las raíces de izquierda del PSOE.

Su desafío fue aplastado por una conspiración en el comité federal dirigida en la sombra por un Felipe González que siempre quiso designar a sus sucesores “a la mexicana”. Sánchez fue arrojado a las tinieblas exteriores. Entonces, tirando de su Manual de resistencia, hizo campaña ciudad a ciudad, sin recursos, y ganó de calle el nuevo congreso del partido. A partir de ahí se apoyó en Podemos para ganar la moción de censura y llegar al gobierno en el 2018.

Navegó los inciertos momentos del tira y afloja con Podemos y Ciudadanos (incompatibles entre sí por Catalunya). Tuvo que alinearse con el 155 en octubre del 2017, porque su partido no entendía otra cosa. Pero su rumbo siempre fue recuperar un PSOE de izquierda, actualizado con feminismo y ecologismo, consolidar un gobierno progresista y construir un bloque histórico plurinacional para un cambio social profundo. Lo que requería normalizar la convivencia en Catalunya mediante el diálogo. Ello implicaba los indultos a los dirigentes encarcelados y la negociación con el independentismo. Siempre dentro de la Constitución española porque ese es el límite de su legitimidad.

Quedaba la amnistía y, tal vez en un futuro lejano, el referéndum de autodeterminación. Ahí sabía que su partido tenía dificultades para seguirle. Pero también que la amnistía era necesaria. Buscó el encaje constitucional consensuado con el independentismo y se atrevió a dar la batalla en el momento en que no había otra forma de evitar la extrema derecha en el poder. De ahí su “hacer de la necesidad virtud”. Dio el paso en una coyuntura que la mayor parte de su partido pudiera entender.

Aun así, una vez más se jugó el todo por el todo, enfrentándose con serenidad a una bronca política de la derecha extrema y del franquismo persistente que amenaza con perturbar la paz del país. Contando con que el tiempo lo cura casi todo y que profundizar en reformas sociales e institucionales, que mejoran la vida de la gente, acaba disolviendo la capa ideológica emocional con la que los poderes tradicionales continúan manipulando la conciencia ciudadana. Basta con leer la lista de los agraviados que llaman a salvar a España para reconocer a las élites burocráticas, económicas y funcionariales que siempre vieron a España como un ente uninacional y suyo “por la gracia de Dios”.

Romper con esa historia que envenenó estas tierras durante siglos no será fácil y requiere mucho valor. El que tiene Pedro Sánchez.

QOSHE - El valor de Pedro Sánchez (2) - Manuel Castells
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El valor de Pedro Sánchez (2)

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25.11.2023

En septiembre del 2016 publiqué en este diario un artículo con el mismo título. En él me refería al valor del entonces secretario general del PSOE al rechazar tajantemente reelegir presidente al señor Rajoy, sospechoso de corrupción. Se le echaron encima la caverna mediática madrileña y todas las derechas, así como la vieja guardia del PSOE. Felipe González siempre fue partidario de una “gran coalición” a la alemana, frenando cualquier coalición de izquierda. Pedro Sánchez era consciente del desastre al que esta política había llevado a la socialdemocracia europea y quiso recuperar las raíces de izquierda del PSOE.

Su desafío fue aplastado por una conspiración en el comité federal dirigida en la sombra por un Felipe González que siempre quiso designar a........

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