Es lo más probable según las encuestas nacionales y el conteo estado a estado. La campaña presidencial empieza en enero, con primarias en Iowa y Nuevo Hampshire. Donald Trump lleva unos 50 puntos de ventaja a sus competidores para la nominación republicana. En particular a Ron DeSantis, gobernador de Florida, y a Nikki Haley, la que fue embajadora en las Naciones Unidas designada por el mismo Trump. Los dos se declaran trumpistas, aunque Haley ha adoptado una postura menos extrema y eso le hace ganar puntos entre los republicanos moderados y los independientes.

Trump se mantiene al margen y no participa en los debates, seguro de su victoria entre los republicanos. Le saca 25 puntos a Haley en Iowa y 19 en Nuevo Hampshire. En cuanto a la elección presidencial en noviembre del 2024, está en empate técnico con Biden en el voto popular, pero en los cálculos por estados, lo que cuenta para el cómputo final, Trump tiene una sólida ventaja sobre Biden en los estados decisivos.

El problema para Trump son los múltiples juicios por sus negocios, por fraude fiscal y por sus maniobras para cambiar los resultados electorales. Esta maraña judicial no hace mella en su apoyo popular. Al contrario, moviliza a sus partidarios. Y, como es sabido, aunque fuera condenado y estuviera en la cárcel, legalmente podría ser elegido presidente e incluso perdonarse a sí mismo, salvo si fuera condenado en Georgia, donde no podría ejercer su perdón por no ser delito federal. Vericuetos surrealistas de la más antigua democracia del mundo.

¿De dónde viene ese apoyo persistente a Trump y al trumpismo? Siguen jugando los mismos factores que documenté en mi libro Ruptura, tras la elección que ganó. El voto mayoritario de los hombres blancos de todo el espectro social. Aquí juegan el rechazo a la igualdad racial y el miedo a la invasión de inmigrantes. Por ejemplo, Texas ya tiene mayoría de población hispana, pero como muchos no son ciudadanos no votan aunque generan temor entre los blancos.

El trumpismo tiene su bastión en la clase obrera blanca, golpeada por la desindustrialización y temerosa de la competición inmigrante. Aunque es un miedo imaginario porque hay casi pleno empleo en EE.UU. Tienen empleo, pero de menor calidad y estabilidad que antes. Por eso Biden fue incluso a los piquetes sindicales en reciente la huelga del automóvil. Existe también una reacción más cultural que otra cosa contra los avances del feminismo, el llamado “hombre blanco enfadado”. La fuerza de las iglesias se opone al aborto y a los derechos gais.

Pero hay algo más en esta elección: la oposición mayoritaria entre los republicanos y muchos demócratas para continuar la ayuda a Ucrania, que no ven como tema propio. Sube el aislacionismo. Excepto con Israel. Pero en estados clave como Michigan y Minnesota hay una fuerte minoría musulmana que ya ha anunciado su boicot a Biden por apoyar los bombardeos en Gaza. Y si ganara Trump, con la actual mayoría trumpista en el Congreso y el Tribunal Supremo controlado por él, se abriría una nueva era en la política estadounidense y mundial.

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¿Vuelve Trump?

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16.12.2023

Es lo más probable según las encuestas nacionales y el conteo estado a estado. La campaña presidencial empieza en enero, con primarias en Iowa y Nuevo Hampshire. Donald Trump lleva unos 50 puntos de ventaja a sus competidores para la nominación republicana. En particular a Ron DeSantis, gobernador de Florida, y a Nikki Haley, la que fue embajadora en las Naciones Unidas designada por el mismo Trump. Los dos se declaran trumpistas, aunque Haley ha adoptado una postura menos extrema y eso le hace ganar puntos entre los republicanos moderados y los independientes.

Trump se mantiene al margen y no participa en los debates, seguro de su victoria entre los republicanos. Le saca 25 puntos a Haley en Iowa y 19 en Nuevo Hampshire. En cuanto a la elección presidencial en........

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