La única ventaja del retraso de la aprobación de la ley de Amnistía es que el PP está centrado en la guerra contra el Gobierno por las comisiones de las mascarillas, porque cree que ha encontrado un filón que puede acabar arruinando la carrera a Pedro Sánchez. Eso puede hacer que esta semana no le ponga la misma intensidad en el debate del Congreso sobre la amnistía que hace un mes, porque el PP tiene puesta la trinchera en otro frente. Claro que habrá ruido, pero a los populares se les acumula el trabajo y podrían distraerse con esta otra batalla. Además, siempre les queda el partido de vuelta en el Senado, donde tienen mayoría absoluta. Y aún faltan los tribunales en la retaguardia para intentar rematar la faena.

Pero lo importante es que finalmente JxCat y el Gobierno han pactado pequeños cambios en la ley, que facilitarán su aprobación en el Parlamento. Otra cosa es que con ellos puedan esquivar la extemporánea acusación de terrorismo del Supremo. Se da el caso de que los cambios que introdujo el PP en el Código Penal permitían considerar alteraciones de la paz pública como “terrorismo callejero” y, en este sentido, las protestas del 2019 de Tsunami Democràtic por las sentencias del procés podrían encajar en esta definición, forzando los hechos. De rebote, Puigdemont podría ser considerado el autor intelectual de la protestas, como pretende el magistrado Manuel Marchena.

Estamos, pues, en una semana decisiva para la amnistía, que ha colapsado los tres primeros meses del Gobierno. Otra cosa es que las referencias de Puigdemont en Elna ante el Consell de la República fueran oportunas, aunque entiendo que había que gesticular ante la tropa. Anunciar que habrá amnistía, pero proclamar al mismo tiempo que iba a concentrar sus esfuerzos en la confrontación y en la vía unilateral por la independencia, no parece la mejor de las estrategias.

Gaziel decía que los catalanes, cada vez que el destino les coloca en una encrucijada decisiva, escogen el camino que les lleva al despeñadero. Sería este un buen momento para cambiar la historia y hacer un aterrizaje plácido en la lucidez y el sentido común. La oportunidad de hacer las cosas bien existe.