No hay semana que no lea que un individuo ha matado a su mujer y después se ha suicidado. O todavía peor, que ha matado a su mujer y a sus hijos y después se ha suicidado. No lo puedo entender de ninguna manera, a no ser por una demencia tan grave que no distinga la vida de la muerte. O el bien del mal. Porque los celos o la envidia no son excusa. La desesperación, tal vez, el no ver ningún futuro o simplemente querer dejar de vivir podrían explicar el suicidio, pero nunca el asesinato. Y menos de alguien que en algún momento se amó, como la propia pareja o los hijos.

No sé lo que pasa por la cabeza del violento y asesino, pero ha de ser terrible, peor que una pesadilla. Creo que desde la educación primaria se debería empezar a meter en la cabeza de los niños que la violencia nunca es la solución. O en todo caso solo debería aceptarse como defensa propia. Gandhi practicó la no violencia y llegó a presidente de su país. La educación de la no violencia debería ser obligatoria y tan importante como las matemáticas. Esta asignatura debería seguir en la universidad y continuar en la vida adulta de las personas. Igual que repasamos el inglés y lo practicamos, deberíamos repasar los principios de la no violencia y practicarlos siempre.

Por otra parte, se han de identificar las personas que han practicado la violencia machista y que muchas veces están condenadas a un alejamiento de su pareja agredida. Lamentablemente este alejamiento no solo no se cumple siempre, sino que cuando el violento puede, se acerca de nuevo a su pareja y la mata. ¡Esto se ha de parar! Son demasiados los casos que acaban así.

Yo creo en la reinserción y estoy seguro de que una educación y un tratamiento adecuados a esos violentos podría ayudarles a modificar su pensamiento. Y si no es así, no hay más remedio que aislarlos de la sociedad en algún lugar donde puedan recomponer su situación mental. Todo antes de que cometan un asesinato del que se arrepentirán toda su vida o que los llevará al suicidio.

QOSHE - No matarás - Luis Bassat
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No matarás

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05.04.2024

No hay semana que no lea que un individuo ha matado a su mujer y después se ha suicidado. O todavía peor, que ha matado a su mujer y a sus hijos y después se ha suicidado. No lo puedo entender de ninguna manera, a no ser por una demencia tan grave que no distinga la vida de la muerte. O el bien del mal. Porque los celos o la envidia no son excusa. La desesperación, tal vez, el no ver ningún futuro o simplemente querer dejar de vivir podrían explicar el suicidio, pero nunca el asesinato. Y menos de........

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