Hace 25 años por estas fechas, las píl­doras de Viagra, cual las alegres chicas de Matías Colsada, desembarcaron en las farmacias españolas entre el regocijo popular, que se tomó a chirigota el avance científico. La Viagra parecía una nueva variante del cubata...

Si yo recuerdo la fecha no es, como habrá maliciado el lector, por algo íntimo. Fui a escribir un reportaje sobre la fábrica de Viagra en Europa, ubicada entonces en Amboise, un pueblo francés estimulante por paisaje y patrimonio histórico: allí falleció Leonardo Da Vinci, tenía mansión Mick Jagger y sobresalía un relevante castillo donde Francisco I y Carlos V se las tuvieron tiesas (eran muy de discutirse).

Por aquel entonces, la Viagra estaba hecha para combatir la impotencia masculina, de ahí el jolgorio populachero. En otro signo de los grandes avances de la humanidad, hoy está hecha para combatir la disfunción eréctil, término que confiere solemnidad a esta dolencia, que ya afecta al 95,9% de las parejas del hemisferio norte con más de 75 años de relación.

¿Es tabú esta pastilla azul? Yo sostengo que sí. La generación de sexagenarios mejor preparada de la historia –la mía, modestia aparte– sabe hacer muchas cosas –desde mortificar a un juez de línea hasta multiplicar, restar, sumar y dividir–, pero vacila ante la encrucijada de si probar o no la Viagra.

Quien más quien menos siente curiosidad. Inquietudes intelectuales, vaya. Probar por probar, para tener criterio y poder aconsejar mejor, llegado el caso. Solo en algunos casos guarda relación con presiones externas, propias del ámbito conyugal.

–Amancio, o te la tomas delante de mí por las buenas o te la disuelvo en el zumo de naranja...

La Viagra es un asunto mascu­lino, de ahí que carezca de interés social o discursivo, salvo que alguien la englobe entre los retos de la nueva masculinidad (algo me dice que pronto veremos un ministerio de Nuevas Masculinidades). Siendo así, se entiende que la Viagra y sus genéricos no corran a cuenta del Estado: ¡a ver quién es el guapo que forma una plataforma y sale a manifestarse!

España no está para subsidios.

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Viagra, 25 años de paz (y tabú)

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18.12.2023

Hace 25 años por estas fechas, las píl­doras de Viagra, cual las alegres chicas de Matías Colsada, desembarcaron en las farmacias españolas entre el regocijo popular, que se tomó a chirigota el avance científico. La Viagra parecía una nueva variante del cubata...

Si yo recuerdo la fecha no es, como habrá maliciado el lector, por algo íntimo. Fui a escribir un reportaje sobre la fábrica de Viagra en Europa, ubicada entonces en Amboise, un pueblo francés estimulante por paisaje y patrimonio histórico: allí falleció Leonardo........

© La Vanguardia


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