Un mes antes de las elecciones en Rusia y con similar incertidumbre, Carles Puigdemont concurrirá a la reelección en la presidencia del Consell de la República. Dos candidatos le disputan el cargo con sendas propuestas ilusionantes: fundar la República Catalana en un pueblo de Argelia donde vivían menorquines y adoptar la vía de Guinea Ecuatorial para independizarse de España.

(Esta columna se basa en hechos reales, colgados en la página web del organismo, que dice contar con 103.339 socios).

Según fuentes bien informadas, Carles Puigdemont es el gran favorito para seguir presidiendo este ente parainstitucional –y algo paranormal–, con sede en Bélgica, cuya Xarxa Diplomàtica ya dispone de 14 delegaciones con sus delegados, llamados “diplomáticos”.

A fin de evitar resultados a la búlgara, dos candidatos desafían a Carles Puigdemont en los comicios del 5 al 14 de febrero. ¿Hay partido? Nunca se sabe. Estamos ante aspirantes a los que ideas y entusiasmo no les faltan, a diferencia de Lluis Llach que abandona por “incomodidad” el Consell Executiu del Consell (creado, menos mal, en aras de la unidad independentista).

Así, el candidato Lluís Felipe Lorenzo, propone negociar con Argelia la creación de la República Catalana en Bab El Oued, “cinco veces Mónaco”, donde “aún hay hogares catalanoparlantes” (de origen menorquín). Y desde allí, se reunificaría con Catalunya, “como ha hecho Israel pero sin violencia”. El candidato culmina la faena destacando el éxito histórico que supondría “un Estado en el norte de África de inspiración europea y con libertad religiosa” (vamos, la Argelia francesa). Argel no ha reaccionado a la propuesta en la hora de cerrar esta edición.

Jordi Castellà, el otro rival de Puigdemont, propone el modelo Guinea Ecuatorial de los años 60 para lograr la independencia mediante sencillos pasos: se logra el estatus de “territorio no autónomo” ante la asamblea general de la ONU –y de paso dejan ya de dar la lata con Gaza– y así declarar una independencia que todo el mundo reconocería ipso facto. ¡Señor, danos paciencia!