No hay que perder la fe en la humanidad: proliferan las llamadas “bodas caseras”, una versión a lo grande y kamikaze del “hágalo usted mismo” que tantos domingos de gloria ha asestado a los hogares españoles.

–No lo entiendo. ¡Seguro que faltan tuercas! Yo, contra esto no puedo hacer nada...

La idea de las “bodas caseras” es impecable, sostenible y saludable: ser dueños y artífices de todos y cada uno de los elementos que perpetran un enlace nupcial, hasta conseguir una “experiencia única” (¡y tan única!).

¿Cómo? A base de movilizar a parientes, amigos y conocidos para que den lo mejor de sí y sean ellos quienes altruista y desinteresadamente arrimen el hombro con los novios y elaboren el jamón de bellota, hagan las fotografías de la novia mirando a Collserola o pinchen los mejores temas de Manolo Escobar en versión soul.

¿Y los amigos del novio? A estos mejor no dejarles organizar nada...

Yo ya entiendo el deseo de hacer una boda menos concurrida de la cuenta, con mejores viandas de lo habitual –¿desde cuándo van los invitados de una boda con expectativas de comer bien?– y sin un sable para cortar la tarta de varios pisos, coronada con dos simpáticos monigotes, pero sufro por la sensación de asfixia, ahogo y síntomas de tocata y fuga que me provocaría, a 24 horas del enlace, la necesidad de elaborar más canapés, retocar la camisa o hacer las pruebas de sonido del equipo del amigo parrandero del primo Bartolo.

Al parecer, resulta más económico casarse con el método “hágalo usted mismo” y destinar el dinero al alquiler de un chamizo. Pero, ¿acaso los invitados obsequiarán con la misma generosidad si el ágape se celebra en la azotea del piso de la pareja del padre de ella que si se celebra en los salones de Can Collons de Mico, con su menú Balduino&Fabiola y el solomillo We­llington por enseña? De hecho, la mayoría de las bodas a la vieja usanza reportan beneficios lícitos y exentos de tributación.

Cuando es invitada a una boda, la ciudadanía quiere lo de siempre y con no intoxicarse ya se da por feliz y satisfecha. Dicho esto, hoy y siempre: ¡vivan los novios!

QOSHE - Bodas caseras y otras pesadillas - Joaquín Luna
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Bodas caseras y otras pesadillas

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16.01.2024

No hay que perder la fe en la humanidad: proliferan las llamadas “bodas caseras”, una versión a lo grande y kamikaze del “hágalo usted mismo” que tantos domingos de gloria ha asestado a los hogares españoles.

–No lo entiendo. ¡Seguro que faltan tuercas! Yo, contra esto no puedo hacer nada...

La idea de las “bodas caseras” es impecable, sostenible y saludable: ser dueños y artífices de todos y cada uno de los elementos que perpetran un enlace nupcial, hasta conseguir una “experiencia única” (¡y tan........

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