Barcelona se parece cada vez más a un ge­riátrico, y no solo porque uno de cada cinco habitantes supera los 65 años –y lo que te rondaré, morena–, sino también porque adopta con la fe del converso todo aquello que distingue a los geriátricos: se cena con luz diurna y todo dios está acostado a eso de las diez de la noche. ¡Tres hurras por la salud!

El jueves pasado, una legión de inspectores –Hacienda incluida– hizo una meticulosa redada en el triángulo golfo del Poblenou, allí donde buena parte de los jóvenes de Barcelona tiene la pésima costumbre de tomar algo, bailar, enrollarse o incluso ingerir alcohol, fumar tabaco rubio y meterse sustancias nocivas para la salud, tal que atracarse de Nocilla.

En octubre hubo otro desembarco de las autoridades en el barrio del Raval, por lo que ya solo queda la calle Tuset para redondear el mensaje institucional: Barcelona quiere erradicar la insana costumbre del “ocio nocturno”, esa peste, esa pandemia, esa actividad económica que perturba el buen funcionamiento de la ciudad geriátrica. Porque si algo trastoca la vida en los geriátricos es la más mínima alteración en los horarios.

Los defensores del orden, el descanso vecinal y la vida saludable son partidarios de que la juventud no disfrute de la oferta que ellos gozaron, a saber: locales nocturnos para divertirse y socializar. Muy bonito.

Ser joven a finales del siglo XX era un valor supremo, legado del Mayo del 68. Hoy corta y manda la acumulación de años, de ahí ese discurso institucional calvinista, yayo y aguafiestas que aspira a una Barcelona desierta y bajo permanente toque de queda nocturno. La izquierda se ha vuelto reaccionaria y paternalista...

Al parecer, el ruido mata, pero en Barcelona solo mata de noche y por culpa de bares y discotecas, cuyas actividades perniciosas alteran la convivencia (a este paso no sabremos convivir sin un policía al lado). Pues nada, que los jóvenes monten botellones en la calle o, directamente, se queden en casa por orden gubernativa.

Vergüenza nos debería dar esta cruzada para imponer a los jóvenes unas restricciones que nosotros, los de entonces, no sufrimos.

QOSHE - Barcelona, ese geriátrico - Joaquín Luna
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Barcelona, ese geriátrico

8 1
28.12.2023

Barcelona se parece cada vez más a un ge­riátrico, y no solo porque uno de cada cinco habitantes supera los 65 años –y lo que te rondaré, morena–, sino también porque adopta con la fe del converso todo aquello que distingue a los geriátricos: se cena con luz diurna y todo dios está acostado a eso de las diez de la noche. ¡Tres hurras por la salud!

El jueves pasado, una legión de inspectores –Hacienda incluida– hizo una meticulosa redada en el triángulo golfo del Poblenou, allí donde buena parte de los jóvenes........

© La Vanguardia


Get it on Google Play