En este gran año electoral aproximadamente el 50% de la población mundial está llamada a las urnas. Aunque la moderación se premiará en muchos comicios, en otros tantos, la centralidad se va a someter a una prueba de esfuerzo. Muchos votantes tienen miedo y están enfadados. Buscarán líderes fuertes, en los extremos del espectro político, con ganas de romper con el pasado. Esta polarización tiene raíces complejas donde se entrelazan tácticas políticas con los efectos de la globalización y del avance tecnológico.

Aunque se suele señalar a la crisis financiera del 2008 como el principal motor del populismo, es una conclusión insuficiente. La crisis sacudió la confianza en la seguridad económica, y con ella, en las instituciones, porque el sistema permitió burbujas especulativas y reaccionó tarde y mal. Pero aunque las economías se han recuperado, muchos votantes siguen buscando soluciones heterodoxas, lo que sugiere que esa reacción populista fue solo una consecuencia de algo más.

A fines de los noventa, expertos en comunicación política de EE.UU. concibieron la estrategia de apelar a las emociones más profundas de los votantes. Desde entonces, los dos partidos del país que pivotaba sobre grandes consensos se han ido alejando ideológicamente y la población se divide, peligrosamente, en dos partes cada vez más irreconciliables. La técnica pronto se exportó a Europa. Cuando vemos a líderes políticos que crean debates sobre temas que tienen que ver con “la excitación de sentimientos profundos”, con marcos mentales exagerados sobre creencias sociales, culturales..., recordemos que se pretende reforzar a los propios para que voten, buscar la sobrerreacción de los políticos del otro bando y, en una espiral de acción-reacción, marginar a los moderados.

Por otro lado, la globalización ha supuesto enormes beneficios. Desde la entrada de China en la OMC a principios de este siglo, cientos de millones de personas han salido de la pobreza al convertirse Oriente en la fábrica del mundo; las empresas han mantenido sus márgenes; los consumidores han disfrutado de bienes a precios asequibles y durante un tiempo se ha mantenido a raya a la inflación. Pero esta externalización manufacturera hacia el este ha dejado sin expectativas de futuro a comunidades enteras en Occidente, antaño ricas y prósperas. Los trabajadores del Rust Belt estadounidense o amplias zonas agrícolas e industriales de Europa han abrazado poco a poco las ideologías de las soluciones fáciles al frustrarse sus expectativas de futuro.

Por último, la tecnología ha permitido democratizar la información. Si antes quedaba tamizada bajo la responsabilidad de unos pocos medios, hoy es exuberante y fragmentada. Las redes sociales permiten diseminar globalmente la opinión de cada individuo. Y las opiniones de los individuos sin cortapisas son a veces extremas y sesgadas, creándose pequeñas burbujas de afinidades comunes, fácilmente manipulables, donde la opinión de los contrarios no llega. Los políticos, además, pueden dirigirse a sus seguidores sin intermediarios, segmentándolos por sus preferencias y exagerando riesgos y aversiones.

Debe recordarse que es la alternancia de líderes moderados y el consenso entre ellos lo que ha permitido que los países más civilizados florezcan en paz durante décadas. ¿Sobrevivirán el centroderecha y el centroizquierda a esta ola de crispación? Pronto lo sabremos. Feliz año electoral.

QOSHE - El origen de la polarización - Jaime Malet
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El origen de la polarización

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08.02.2024

En este gran año electoral aproximadamente el 50% de la población mundial está llamada a las urnas. Aunque la moderación se premiará en muchos comicios, en otros tantos, la centralidad se va a someter a una prueba de esfuerzo. Muchos votantes tienen miedo y están enfadados. Buscarán líderes fuertes, en los extremos del espectro político, con ganas de romper con el pasado. Esta polarización tiene raíces complejas donde se entrelazan tácticas políticas con los efectos de la globalización y del avance tecnológico.

Aunque se suele señalar a la crisis financiera del 2008 como el principal motor del populismo, es una conclusión insuficiente. La crisis sacudió la confianza en la seguridad económica, y con ella, en las instituciones, porque el sistema permitió burbujas especulativas y reaccionó tarde y mal. Pero aunque las economías se han........

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