Tímidamente, el verde del cereal fructifica en los campos, tan escasos de agua. Durante varias estaciones, la sequedad había dejado sobre la tierra una capa de polvo, un anuncio inquietante del desierto. Pero febrero, sin ser húmedo, trajo unas lluvias breves, que algo calmaron la sed de la tierra. A lo lejos, el cereal parece decorativo: deja sobre las ondulaciones del terreno un aspecto de campo de golf. Pero es una falsa impresión. Si uno se acerca a los sembrados, observa que el trigo y la cebada crecen anémicos. Un verde enfermizo­ con manchas de tierra calva.

La sed de los bosques hiere los ojos. Ramas secas, hierba requemada, desaparición del musgo, grandes árboles caídos. Nada impresiona más al caminante que una gran haya vencida. Encontré unas cuantas el otro día camino de Espinavell, en la parte más oriental del Pirineo. Mostrando sus raíces como arterias vacías, las hayas vencidas dejaban una enorme herida en la tierra. En su gigantesca caída habían arrastrado otros árboles: una gran ruina de fresnos y abedules. El bosque como cementerio.

Pienso en ello caminando por los alrededores de Girona, fascinado por la fuerza de los sembrados: un par de lluvias han bastado para incentivar un verde de delgada esperanza. De repente, veo escarbaduras en el camino. El suelo está removido por las hozaduras de unos jabalíes que buscaron aquí raíces comestibles. Sigo el rastro hasta un sembrado, destruido por los cochinos. Han malogrado el cereal que tan esforzadamente verdeaba. También la vida social está siendo estropeada por los jabalíes de la intemperancia. Lo destrozan todo. Hacen imposible el diálogo político y malogran el sordo esfuerzo de la ciudadanía anónima en estos tiempos tan difíciles. Por si no bastara con el clima y la precariedad económica, azuzan la crisis política. Incluso sus colegas europeos fantasean ahora con la tercera guerra mundial.

QOSHE - Jabalíes de la intemperancia - Antoni Puigverd
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Jabalíes de la intemperancia

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03.03.2024

Tímidamente, el verde del cereal fructifica en los campos, tan escasos de agua. Durante varias estaciones, la sequedad había dejado sobre la tierra una capa de polvo, un anuncio inquietante del desierto. Pero febrero, sin ser húmedo, trajo unas lluvias breves, que algo calmaron la sed de la tierra. A lo lejos, el cereal parece decorativo: deja sobre las ondulaciones del terreno un aspecto de campo de golf. Pero es una falsa impresión. Si uno se acerca a los sembrados,........

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