Como en el famoso poema de Robert Frost, la sociedad catalana se encuentra perdida en un bosque (muy seco y desolado, por cierto) frente a un cruce de caminos. De momento, cree que, si se decide por uno, añorará el otro, y viceversa. La encuesta que nuestro diario publicaba ayer, describía a los catalanes dispuestos a escoger el camino del cambio, aunque con muchas dudas: el PSC de Illa se consolida bastante, pero de manera todavía insuficiente; los independentistas retroceden, pero podrían bloquear el resultado. Ahora bien, la encuesta finalizó el día antes del mitin de Carles Puigdemont en la Catalunya francesa, un acto importante. Puigdemont no aportó ninguna novedad especial. Dijo que renuncia a presentarse a las europeas (con lo que descartaba un plan B personal) y que regresaría a Barcelona para restaurar su presidencia. Esta promesa de Puigdemont ha logrado recalentar los ánimos del votante independentista más genuino, decepcionado y deprimido en estos años de condenas y lágrimas. El votante independentista resiste entre lamentos. Es un electorado triste, resentido, tentado por la abstención. Puigdemont le promete alegría. Es muy difícil resistirse a la alegría cuando llevas años llorando. El electorado independentista arde en deseos de salir de la depresión.

Después del mitin de Elna, Puigdemont está acaparando los fragmentos dispersos del independentismo más purista (el pasado viernes, por ejemplo, los tuits de Jordi Graupera recibían un abucheo general, cuando días antes suscitaban grandes vítores). Ya nuestra encuesta demuestra que Puigdemont podría humillar a Aragonés, que encarnaría el modelo del independentismo tristón, pragmático y woke. Lo de woke es importante. La decadencia social del catalán ha sido una de las sorpresas desagradables que los independentistas han descubierto tras el procés, lo que explica la atracción de la vía ripollesa, que ha dividido a los independentistas entre favorables y contrarios a la inmigración. Junts quiere ganar este duelo de forma ambigua, como hace el PP con las tesis de Vox. El guion de Puigdemont es recibido con júbilo por PP y Vox. Como demostró Cs (ahora casi difunto), la polarización debilita el PSC, partido que intenta reunir a los catalanes en una zona intermedia en la que todos tengamos que hacer concesiones para superar los años de conflicto. En las anteriores elecciones (2021), Salvador Illa ganó en votos. En estos años, ha consolidado su figura, que encarna la sensatez, el diálogo, la concordia. Illa abandera el deseo de pasar página, de borrar las fronteras entre bloques y de gobernar en serio. Pero el bloque españolista necesita tanto como Puigdemont erosionar la figura de Illa y lo hace propagando la idea de que Puigdemont puede volver a ser presidente gracias a las facilidades que le ha dado el gobierno de Pedro Sánchez, inspirado por Illa. PP y Vox acusan a Illa de haber facilitado la rehabilitación de Puigdemont, pues estaba prácticamente derrotado hace unos meses.

Curiosos vasos comunicantes: la euforia de Carles Puigdemont da alas a Alejandro Fernández, mientras restringe el espacio del PSC. Estamos en conflicto desde hace unos 20 años. ¿Qué ha conseguido Catalunya en este período de conflictividad? ¿Vale o no vale la pena pasar página y empezar un camino nuevo? Éste es el dilema. Esta vez es imposible engañarse. Las elecciones de mayo pueden ser la repetición del procés en forma de caricatura; o la puerta que cierre de una vez por todas el procés.

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Elegir entre dos caminos

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25.03.2024

Como en el famoso poema de Robert Frost, la sociedad catalana se encuentra perdida en un bosque (muy seco y desolado, por cierto) frente a un cruce de caminos. De momento, cree que, si se decide por uno, añorará el otro, y viceversa. La encuesta que nuestro diario publicaba ayer, describía a los catalanes dispuestos a escoger el camino del cambio, aunque con muchas dudas: el PSC de Illa se consolida bastante, pero de manera todavía insuficiente; los independentistas retroceden, pero podrían bloquear el resultado. Ahora bien, la encuesta finalizó el día antes del mitin de Carles Puigdemont en la Catalunya francesa, un acto importante. Puigdemont no aportó ninguna novedad especial. Dijo que renuncia a presentarse a las europeas (con lo que descartaba un plan B personal) y que regresaría a Barcelona para restaurar su presidencia. Esta promesa de Puigdemont ha logrado........

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