Desde las más altas instituciones europeas se nos exhorta al rearme. Bien está, hay que estar prevenido, pero ¿por qué contra Rusia? Rusia es el socio económico natural de Europa; hasta no hace mucho participaba en organizaciones europeas, y desde hace siglos ha sido considerada parte de una historia y de una cultura compartidas. ¿Por qué es ahora el enemigo?

Sabemos que una de las grandes fuerzas que actúan en la escena mundial es el propósito de Estados Unidos de mantener una hegemonía mundial conquistada a partir de 1945. En Europa, ese esfuerzo se ha centrado en evitar el acercamiento entre esta y Rusia. Más recientemente, en debilitar a Rusia para así tener las manos libres para disputar la hegemonía con China.

Ese esfuerzo explica el inexorable cerco militar a que la OTAN ha ido sometiendo a Rusia, incumpliendo promesas y garantías otorgadas por EE.UU. y aprovechando las ampliaciones sucesivas de la Unión Europea; explica también que EE.UU. haya intervenido en los conflictos de Ucrania a partir de la independencia de esta y, que, una vez iniciada la guerra, haya frustrado los intentos de alcanzar una paz entre los combatientes, incluso pocas semanas después del inicio de las hostilidades.

Todo lo anterior es de dominio público, aunque no forme parte de la narrativa oficial; nada de ello jus­tifica la agresión de Putin, pero quizá la explica.

Uno puede pensar lo que quiera de las posibilidades de éxito de la estrategia de EE.UU. Pero si el objetivo que todos decimos desear es contribuir a la paz mundial, no parece la única vía posible. Europa podría emplear su escasísima influencia en servir de contrapeso en la construcción de un mundo en que varios grandes actores conviven en paz y dejan vivir a los pequeños, ese mundo multipolar del que tanto se habla.

Quizá ese propósito daría sentido a la construcción de un respaldo militar adecuado; servir a los objetivos de EE.UU. no tiene ninguno. Y antes de que quienes se llaman realistas se sonrían ante tanta ingenuidad, habría que aconsejarles algo de modestia, porque su escenario se basa en supuestos muy discutibles. Naturalmente, disentir de las instrucciones recibidas tiene un coste. Sabemos que EE.UU. es un acreedor exigente. ¿No estamos dispuestos a pagar el precio de un poco de auto­nomía?

Sabemos que la guerra de Ucrania terminará en una mesa de negociación. Ambos contendientes habrán de pretender no haberla perdido, aunque ni uno ni otro hayan logrado los objetivos que se proponían. ¿Hay que seguir pagando con vidas humanas lo que no serán más que pequeñas ventajas? Europa, que seguirá aportando ayuda y acogiendo a refugiados, ¿ha de seguir enviando armas?

Ante todo, no disfracemos lo que no es sino una lucha por el poder con el ropaje de una amenaza existencial a nuestra libertad. Pedir una paz inmediata es una respuesta mucho mejor. Procuremos que nuestros representantes no aparten su mirada de ese objetivo y actúen en consecuencia. No demos ocasión a que alguien repita aquella frase que Madame Roland pronunció frente a la guillotina: “Libertad, ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!”.

QOSHE - ¿A las armas? - Alfredo Pastor
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

¿A las armas?

5 0
14.03.2024

Desde las más altas instituciones europeas se nos exhorta al rearme. Bien está, hay que estar prevenido, pero ¿por qué contra Rusia? Rusia es el socio económico natural de Europa; hasta no hace mucho participaba en organizaciones europeas, y desde hace siglos ha sido considerada parte de una historia y de una cultura compartidas. ¿Por qué es ahora el enemigo?

Sabemos que una de las grandes fuerzas que actúan en la escena mundial es el propósito de Estados Unidos de mantener una hegemonía mundial conquistada a partir de 1945. En Europa, ese esfuerzo se ha centrado en evitar el acercamiento entre esta y Rusia. Más recientemente, en debilitar a Rusia para así tener las manos libres para disputar la hegemonía con China.

Ese esfuerzo explica el inexorable cerco........

© La Vanguardia


Get it on Google Play