En el ámbito de la comunicación a menudo suele plantearse la duda que tienen los líderes políticos acerca de cómo deben poner sus manos cuando están de pie frente al público, la prensa o los posibles votantes.

Este es un punto crucial para muchos políticos que, por su relevancia, suelen estar frente a las cámaras. El rey Carlos de Inglaterra y su hijo Guillermo son, por citar un ejemplo, dos excelentes profesionales de la gestualidad y la compostura. El rey Carlos suele resolver este problema colocando su mano izquierda en el bolsillo de su americana abotonada, dejando el dedo pulgar fuera. Su brazo y su mano derecha quedan sueltos y así consigue una naturalidad que le permite sentirse cómodo. Aprendiendo de su padre, el príncipe de Gales, Guillermo, suele unir sus manos, como si quisiera frotarlas, y cuando habla en público se las sujeta elevando sutilmente los antebrazos.

Por lo que se evidencia en el día a día de la política en nuestro país, quien parece haber tenido buenos consejeros sobre este tema gestual es el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. A juzgar por la posición de sus manos y sus gestos cuando está en público o cuando posa para los fotógrafos, el político republicano sí parece saber lo que hace.

Si se teclea Pere Aragonès en Google y se accede a la pestaña imágenes se observa como el presidente de ERC repite siempre el mismo gesto. Levanta las manos levemente mientras sujeta sutilmente su dedo pulgar derecho con el pulgar, el índice y el dedo medio de su mano izquierda. Una y otra vez.

La gestualidad en política es muy importante porque ayuda a transmitir información que el público suele recibir sin percatarse. Aragonès ha buscado desde siempre dar la imagen de político tranquilo y, pese a estar en medio de una de las mayores crisis que ha vivido este país, intenta transmitir que controla la situación.

Controle o no, no hay un político en este país que sepa colocar las manos mejor que Aragonès. Su gestualidad y la exactitud de los cortes de sus trajes indican también que está bien asesorado en este tema. Es difícil saber qué piensan los ciudadanos de Catalunya acerca de él y cuál será su legado, pero si se tiene en cuenta su postura en público, el actual president tiene asegurada la imagen de un hombre sosegado.