Fue inútil insistir en que el Camp Nou debía tener presente una señal clara de haber sido un estadio olímpico. Quizá el hecho de que hubiera sido España la ganadora de la medalla de oro en aquella histórica final de fútbol jugada en 1992 frenó la propuesta. Se dejó también olvidada en un cajón del club la simple idea de mantener izada la bandera olímpica en la entrada del recinto, como un recuerdo del que se pueden enorgullecer muy pocos estadios del mundo.

Cobi, en la celebración del décimo aniversario de los Juegos

Existe la percepción de que, a pesar de que los barceloneses se sienten orgullosos del impacto de los extraordinarios Juegos de 1992, y de la existencia del anillo olímpico (el estadio, el Sant Jordi de Arata Isozaki, la explanada con el Utsurohi de Aiko Miyawaki y las maravillosas piscinas), la ciudad no refleja del todo su sello olímpico. Barcelona es olímpica, debería disfrutar de esa condición tan especial, hacer ostentación de ello, no solo en la montaña mágica, también en su tejido urbano central.

Barcelona’92, con una concepción nueva y propia del olimpismo, basada en su carácter urbanístico, arquitectónico, metropolitano y de diseño únicos, contó, además, con Javier Mariscal y su extraordinaria mascota Cobi. El artista y su personaje fueron piezas clave de aquella propuesta con la que Barcelona contribuyó al renacer olímpico. En la película Dispararon al pianista, dirigida por Fernando Trueba y Mariscal, uno queda admirado por la técnica del padre de Cobi. El filme animado para adultos trata sobre la misteriosa muerte del pianista Francisco Tenorio Júnior, en plena dictadura argentina, en 1976. Esta película es una obra de arte, que sigue la estela de Chico y Rita (2010) e irremediablemente te hace pensar en dónde está Cobi.

Ahora que las ciudades debaten sobre sus estatuas, surge esta pregunta: ¿dónde está Cobi? Barcelona debería homenajearlo, en recuerdo de los Juegos y para perpetuar aquella extraordinaria aportación de Mariscal a la historia y la identidad de esta ciudad. Algunos dirán que existe una pequeña referencia monumental en el parque de la Vila Olímpica, inaugurado el 11 de julio de 1992, dos semanas antes de los Juegos. Pero quizá sería un acierto rendir un tributo mucho más visible, más céntrico y más monumental a la mascota de Barcelona. ¿En Consell de Cent, por ejemplo?