Los problemas de Colombia son apremiantes, y los gobiernos recientes no pueden presumir de haber mejorado significativamente las condiciones de vida de los colombianos. En este contexto, molestan aún más las expresiones de megalomanía de los presidentes.

Los problemas de Colombia son grandes. Violencias (política, doméstica, de género), desempleo o precariedad laboral, desigualdad, alto costo de vida, problemas de vías y transporte, inseguridad, débil inversión en educación, fuga de cerebros, tráfico de migrantes, poco apoyo a la industrialización, auge de las mafias, deforestación, dificultades de los campesinos…

¿De solucionar cuáles de estos problemas pueden ufanarse los recientes presidentes colombianos? ¿Qué ha cambiado positivamente tras su gobierno? Si somos generosos, hablaremos de Santos y el proceso de paz con las Farc, de Duque y su manejo del tema migratorio con Venezuela, de Petro y su voluntad de atacar la desigualdad.

Si somos más estrictos, diremos que las condiciones de vida de los colombianos no han mejorado significativamente. Los indicadores son malos: las violencias persisten, el desempleo alto y la precariedad laboral son la norma, la desigualdad no cede, las políticas económicas para impulsar la industrialización son inexistentes, etc.

El diagnóstico para este gobierno no es bueno. Pese a las esperanzas depositadas en un proyecto político que buscó desmarcarse de los anteriores, y al gran capital político que tuvo, no ha habido una mejoría con el gobierno actual. Paralelamente, y siguiendo con las prácticas de los gobiernos anteriores, lo que sí se percibe es la continuidad de los escándalos de corrupción (pasamos de Odebrecht para Santos y Duque a los que rodean a los financiadores de la campaña electoral de Petro, Euclides Torres y Olmedo López).

¿Por qué sucede esto? ¿Por qué el gobierno Petro, que debía ser disruptivo para la historia de Colombia, no hace gran cosa para cambiar la vida real de los colombianos? ¿Es una debilidad estructural? ¿Acaso el sistema político está tan corroído por las prácticas clientelares que no es posible imaginar ningún cambio significativo para los colombianos?

Es bien posible que haya mucho de verdad en esto. Seguramente, las cosas han cambiado positivamente para unos pocos: concretamente, para los familiares o los buenos amigos de la clase política. Es decir, hay quienes obtienen beneficios económicos (o de otro tipo) con este gobierno. Recientemente, la analista Sara Tufano apuntaba en dicha dirección: señalaba que los apoyos incondicionales de Petro son de quienes tienen contratos con su gobierno. Esto no sería exclusividad del gobierno Petro, pues a cualquier otro gobierno del pasado reciente se le podría aplicar el mismo diagnóstico: favorecen a unos cuantos, familiares y amigos encargados de tejer la red clientelar de apoyo. (La novedad de este gobierno radicaría en el énfasis que ha puesto en el aparato propagandístico).

En efecto, parece que hay un obstáculo grande para las reformas que necesita Colombia: se llama clase política. Tal y como funciona hoy, la clase política trabaja para reproducirse, en desmedro de las mayorías. La categoría “colombianos” es tan solo una bandera, el telón de fondo, los extras de la película. La clase política se concentra en nutrirse a sí misma y en reproducir sus privilegios.

Es un problema difícil de afrontar, pues la clase política dispone de las reglas que rigen el sistema, y tiende a comprar o a cooptar a sus contrapesos (cortes, organismos de control). Un contexto de este tipo es profundamente desmoralizador para cualquiera que intente honestamente cambiar las cosas. Las elecciones son parte de un espectáculo, divertimento de slogans, feria de promesas que nunca se cumplirán. Los que logren mantener su ímpetu de cambiar las cosas deben empezar por desligarse de la clase política de la que dependen.

¿Qué puede hacer un gobierno con ambición de cambio en un mundo semejante? Uno con real voluntad de cambio emprendería una verdadera cruzada para limpiar las malas prácticas, calificar el debate, renovar la clase política, llevar soluciones a los problemas. Un gobierno con voluntad de cambio se concentraría en estos asuntos, y se enfocaría en mostrar esos resultados.

Nada de eso es lo que vemos con Petro. Sin resultados que mostrar, este gobierno se especializa en autoexaltación. ¿Es acaso su forma de suplir la carencia de realizaciones? Cada semana trae sus ejemplos. En ocasiones son los memes con la cara de Petro, en otras la autopromoción de un documental, recientemente fue la declaración del día cívico por su cumpleaños y el de su antiguo grupo guerrillero. (Otro presidente con ínfulas megalómanas fue Duque, con sus obras selectas, su óleo, las monedas de oro con su firma).

El país no necesita este tipo de clase política. No necesita festejos de las nostalgias revolucionarias de su presidente, no necesita las monedas de oro de Duque, no necesita aplaudir las ocurrencias del caudillo. El país repudia la corrupción, las alianzas clientelares, el atraso al que lo somete su clase política. El país, y los colombianos, requieren políticas serias, sólidas, fundadas. Necesitan ejecución, necesitan trabajo digno, educación de calidad, políticas para las mayorías en todas las áreas. La clase política no puede seguir secuestrando el anhelo de cambio de los colombianos en aras de su megalomanía.

QOSHE - Los problemas de Colombia y el cumpleaños del presidente - Olga L. González
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Los problemas de Colombia y el cumpleaños del presidente

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20.04.2024

Los problemas de Colombia son apremiantes, y los gobiernos recientes no pueden presumir de haber mejorado significativamente las condiciones de vida de los colombianos. En este contexto, molestan aún más las expresiones de megalomanía de los presidentes.

Los problemas de Colombia son grandes. Violencias (política, doméstica, de género), desempleo o precariedad laboral, desigualdad, alto costo de vida, problemas de vías y transporte, inseguridad, débil inversión en educación, fuga de cerebros, tráfico de migrantes, poco apoyo a la industrialización, auge de las mafias, deforestación, dificultades de los campesinos…

¿De solucionar cuáles de estos problemas pueden ufanarse los recientes presidentes colombianos? ¿Qué ha cambiado positivamente tras su gobierno? Si somos generosos, hablaremos de Santos y el proceso de paz con las Farc, de Duque y su manejo del tema migratorio con Venezuela, de Petro y su voluntad de atacar la desigualdad.

Si somos más estrictos, diremos que las condiciones de vida de los colombianos no han mejorado significativamente. Los indicadores son malos: las violencias persisten, el desempleo alto y la precariedad laboral son la norma, la desigualdad no cede, las políticas económicas para impulsar la industrialización son inexistentes, etc.

El diagnóstico para este gobierno no es bueno. Pese a las esperanzas depositadas en un proyecto........

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