Mañana habrá copiosas marchas en varias ciudades del país, que a diferencia de las que hasta ahora habían ocurrido, producirán efectos en el escenario político, uno ya ocurrió, dividió al centro y otro, lo debilitará hasta casi desaparecerlo.

El Centro Democrático, el principal partido de derechas en Colombia, logró atraer a otros sectores políticos y sumarlos a su causa de oposición radical al gobierno. A la marcha acudirán, e incluso la están promoviendo, liberales de pensamiento y un importante sector de quienes estuvieron en la primera vuelta de la elección con Sergio Fajardo. La mayoría de ellos votaron en segunda por Rodolfo Hernández y algunos son arrepentidos del voto por Petro, que serán los más enfocados cuando caminen porque, claro, esa imagen es la más eficaz para debilitar al gobierno.

Varios de ellos hacen el esfuerzo por explicar que no se han vuelto de derecha, que se mantienen en sus convicciones, llamémoslas, liberales, e incluso insisten en que creen efectivamente que Colombia es una sociedad que requiere de cambios importantes pero que quieren protestar por, resumamos, “el mal gobierno”. Ese esfuerzo será en vano, en política lo que queda suele ser un mensaje simple, las explicaciones casi nunca se alcanzan a oír y probablemente el coro de “fuera Petro” será la consigna más escuchada en la jornada.

La marcha se nutrirá de estratos socio económicos medios y medios altos, que no reconocen pertenecer a un partido, que, para el caso de Bogotá, han votado por Mockus, por Peñalosa, por Rafael Pardo, por Galán e incluso muchos por Claudia López o Lucho Garzón. Alguna parte de ellos votaron por el sí en el plebiscito en el que se preguntaba sobre el acuerdo para desmovilizar a la guerrilla de las Farc. Un típico votante de centro, quizás de centro derecha, que valora mucho el crecimiento económico a partir de la inversión privada, es liberal en los dilemas morales, que “respeta las instituciones”, sus hijos van a colegios privados, cree en “el principios de autoridad”, es sensible a los problemas sociales y trata de ser cumplidor de la ley e incluso de superar (no siempre con éxito) los contextos clasistas, racistas, machistas en los que nos toca crecer a la clase media urbana de Colombia, pero que asume que lo que ha conseguido es fruto de su esfuerzo individual y el de su familia y no de un proceso colectivo que pasa por el Estado y, por tanto, ve a éste más como un peligro que como un aliado. Son mayores de treinta años y desconfían profundamente de los políticos.

La mayoría no votaron por Petro, por su pasado guerrillero, por los riesgos de convertirnos en Venezuela, porque lo rodea mucha “gaminería” y claro, por él, por Petro, por su dejo autoritario y su discurso incendiario. Se refugiaron en Rodolfo Hernández hasta el punto de que estuvieron cerca de elegirlo.

Han sido el fiel de la balanza, una buena parte votó por Álvaro Uribe en el 2002, unos, no pocos, repitieron en el 2006 y muchos se apartaron de él cuando quiso quedarse indefinidamente y permitió que en su gobierno ocurrieran graves violaciones de derechos humanos y actos de corrupción, pero no dejaron de valorar “los avances en seguridad”. Ahora, vuelven a estar en la misma marcha.

El discurso radical de Petro y la abusiva toma de posesión de Sanitas, que avivó todos los fantasmas, los terminó llevando a sumar a la causa de derecha, a la que está dispuesta a sacrificar el estado de derecho para mejorar la seguridad, a la que está convencida que es el libre juego del mercado el que produce bienestar, a la que cree que el que no trabaja es porque no quiere, a la que se concentra en los “incentivos” a determinados sectores económicos, a la que entiende la política social más como caridad cristiana que derechos exigibles al Estado.

En el 2026, que ya está cerca, casi seguramente los que marchan mañana votarán unidos y probablemente, si todo sigue como va, elegirán un gobernante de derecha. La pregunta es si será de derecha radical o de centro derecha. Eso va a depender de Petro, si la actitud sigue por el camino de la radicalización, así será el gobernante que se elija para el próximo cuatrienio.

Hay un centro que no va a marchar, uno más, digamos, de centro izquierda, social demócrata, que muchas veces se junta con el otro, con el que va a marchar y está dando explicaciones de por qué. Ese centro el que no va a marchar sigue perplejo, no logra moverse.

Petro sigue teniendo la agenda del cambio, aunque perdió la de la anticorrupción, que son las dos banderas que compartía con este sector, el que no va a marchar. Las batallas políticas son llenas de trampas, como de minas antipersonales, si, por ejemplo, este sector intentara retomar el discurso anticorrupción que no podría ser sino contra el gobierno y termina generando el efecto, otra vez, de fortalecer a la derecha. El salvavidas parece ser rescatar la bandera del cambio, que habría que quitársela a Petro, pero no parece haber buenas ideas para lograrlo.

Aunque parezca una simplificación, en un país en el que la mayoría de la gente se reconoce como de centro, que en realidad es que su postura política es más coyuntural o de simpatía que ideológica, la marcha de la derecha contra la izquierda producirá el efecto de debilitar al centro hasta casi desaparecerlo.

QOSHE - Una marcha con efecto político - Héctor Riveros
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Una marcha con efecto político

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20.04.2024

Mañana habrá copiosas marchas en varias ciudades del país, que a diferencia de las que hasta ahora habían ocurrido, producirán efectos en el escenario político, uno ya ocurrió, dividió al centro y otro, lo debilitará hasta casi desaparecerlo.

El Centro Democrático, el principal partido de derechas en Colombia, logró atraer a otros sectores políticos y sumarlos a su causa de oposición radical al gobierno. A la marcha acudirán, e incluso la están promoviendo, liberales de pensamiento y un importante sector de quienes estuvieron en la primera vuelta de la elección con Sergio Fajardo. La mayoría de ellos votaron en segunda por Rodolfo Hernández y algunos son arrepentidos del voto por Petro, que serán los más enfocados cuando caminen porque, claro, esa imagen es la más eficaz para debilitar al gobierno.

Varios de ellos hacen el esfuerzo por explicar que no se han vuelto de derecha, que se mantienen en sus convicciones, llamémoslas, liberales, e incluso insisten en que creen efectivamente que Colombia es una sociedad que requiere de cambios importantes pero que quieren protestar por, resumamos, “el mal gobierno”. Ese esfuerzo será en vano, en política lo que queda suele ser un mensaje simple, las explicaciones casi nunca se alcanzan a oír y probablemente el coro de “fuera Petro” será la consigna más........

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