Publicado en Revista Comunes, 8ava Edición, Noviembre de 2023

Catherine Eyzaguirre y Carlos Monge

La situación

La recesión de la economía fue finalmente confirmada por el Ministro de Economía ante el Congreso. Las cifras oficiales ya venían anunciando esta tendencia. Entre enero y agosto, la actividad económica presentaba una contracción de 0.58% de la producción nacional (INEI, 2023). Y las proyecciones indicaban que los últimos tres meses del año no alcanzarían para revertir esta situación.

La recesión actual está concentrada en los sectores vinculados al mercado interno, aquel que genera la mayor parte de los empleos en el país. Por ejemplo, en el desagregado de la producción nacional para el periodo enero-agosto, se observa que la agricultura (-3.11%), pesca (-26.86%), construcción (-9.03%) y manufactura (-6.8%) son los sectores con mayores niveles de contracción. Comercio (2.74%) y servicios prestados a empresas (1.26%) presentan resultados intermedios. Mientras que el sector exportador minero, que emplea a menos del 2% de la población económicamente activa, mantiene altas tasas de crecimiento (9.38%). (INEI, 2023)

Estos resultados presentan un nuevo contexto económico para el Perú del siglo XXI, en el que el crecimiento sectorial minero no alcanza tener el empuje suficiente para contagiar dinamismo al resto de la economía. Por su parte, el debilitamiento del mercado interno está vinculado a múltiples factores de corto y mediano plazo.

Uno de ellos es la pandemia y su impacto en el incremento del subempleo, informalidad y bajos salarios. Se suma a ello, la inflación en precios de alimentos desde el 2022 por factores externos (guerra entre Rusia y Ucrania) e internos (fracasos en compra de fertilizantes y fenómeno El Niño costero). Estos factores han minado la capacidad de compra de los hogares peruanos en sectores vulnerables, pero también en la clase media. Enfrentando en su mayoría dificultades incluso para la compra de alimentos. (IEP 2023) Con ello, se ha iniciado un círculo vicioso de disminución de la producción nacional para el mercado interno que refuerza el enfriamiento de la economía.

Pero, como veremos a continuación, hay también factores estructurales que reclama reformas de esa misma dimensión.

Los antecedentes

Venimos de un largo ciclo de crecimiento que comenzó a inicios de la década del 2000, alcanzó su pico en el 2008, cayó el 2009 en el contexto de la crisis financiera internacional, se recuperó el 2010 hasta el 2013 y comenzó a declinar desde entonces hasta fines de la década. La recesión del 2020 -resultante de las cuarentenas para contener el COVID- fue seguida de una recuperación el 2021 y luego de una estabilización y caída a lo largo del 2022 y -como se ha mencionado- entrando este año 2023 en situación de recesión. (BCR 2023)

Sobre la reactivación de la economía después de la recesión del 2020, hay que indicar que fue una recuperación sustentada en el sector exportador que no logró revertir la pérdida de empleos de calidad de la pandemia. Y además fue impactada por un proceso inflacionario resultante del aumento de los precios del petróleo, los fertilizantes y los alimentos ocasionado luego de la invasión de Rusia a Ucrania.

Como resultado de este proceso de mediano plazo, aumentó la dependencia del crecimiento de la economía respecto del sector exportador, y dentro de este aumentó la dependencia respecto del sector minero. (Harvard Growth Lab, 2023) En otras palabras, el dinamismo de nuestra economía reforzó su dependencia de la demanda internacional (cantidad y precios) por nuestras commodities, especialmente los minerales, cuya explotación genera las más importantes rentas fiscales, pero muy poco empleo directo de calidad y algún empleo indirecto en sus cadenas de valor, pero de carácter precario. Por la misma razón, aumentó la dependencia respecto de las tasas de crecimiento y particularmente de la demanda por minerales de la economía de China.

La otra cara de este proceso de mediano ha sido la extendida informalidad en la que predominan las pequeñas empresas de baja productividad que no tienen capacidad de generar empleos de calidad, junto con el crecimiento de economías ilegales vinculadas al narcotráfico, la minería, la deforestación y el contrabando. Estos sectores han crecido y se han fortalecido durante el largo ciclo de crecimiento de las dos décadas anteriores, y durante de la pandemia. La ausencia de mejoras en la generación de empleo adecuado postpandemia ha permitido la sostenibilidad de la migración de la mano de obra hacia estos sectores.

En resumen, dos décadas de crecimiento liderado por las exportaciones mineras y agrícolas nos han dejado un país estructuralmente primario exportador e informal.

Siendo esta la situación actual, también es importante anotar que el escenario internacional para un país dependiente de la exportación de minerales y otros commodities no parece ser el más favorable.

El Banco Mundial prevé que el crecimiento del PBI global en el 2023 terminará siendo de 2.1%, después de haber crecido 3.1% el año pasado, para pasar a una “tibia recuperación” en el 2024, con un crecimiento de hasta el 2,4 %. América Latina y el Caribe, junto con el Medio Oriente y África del Norte son las regiones con peores indicadores. (WB, 2023) Las proyecciones del FMI son algo más optimistas, proyectando 3% para el 2024. (FMI, 2023)

Para el caso particular del Perú, la situación es complicada porque los países demandantes de nuestras exportaciones proyectan tasas de crecimiento bajas y decreciendo para China, y muy bajas, pero en recuperación, para USA y Zona Euro para el 2024 y el 2025:

Mientras el panorama internacional presenta nuevos retos, la debilidad de la economía interna en el Perú se traduce solo en cifras macroeconómicas desfavorables. Además, la pobreza y la vulnerabilidad a la pobreza caracterizan al 60% de la población. La inseguridad alimentaria golpea a uno de cada dos peruanos (FAO, 2022) y las tasas de emigración se han cuadruplicado entre 2021 y 2022 (Diario EC, 23/08/2023) . El fin del periodo de bonanza de la economía peruana contagia de desánimo a las golpeadas economías familiares.

Las salidas

Múltiples recomendaciones para salir de la crisis se han presentado por parte de los sectores defensores del modelo económico. La esperanza en algunos está puesta en el incremento de la demanda y los precios del cobre (y el litio), resultado esperado de los avances en el impulso de la transición energética a nivel mundial. En efecto, se estima que la demanda por cobre se incrementará de las actuales 25 millones de toneladas a aproximadamente 35 millones millones de toneladas para el año 2030. (Mining Com, 25/07/2023). Esta mayor demanda y mejores precios seguramente permitirían fortalecer el crecimiento del sector minero, pero no solucionarán los problemas del empleo, los ingresos y la informalidad de las mayorías, pues no responden al problema estructural de la debilidad del mercado interno.

En el año 2016, en el contexto de final del ciclo de crecimiento liderado por las exportaciones de minerales, el programa económico del entonces Frente Amplio se planteó un objetivo inmediato -la reactivación- para recuperar la capacidad de generar empleos y rentas públicas, y dos objetivos estructurales, la redistribución y la diversificación -para combatir la desigualdad y para superar el carácter primario exportador de nuestra economía. Estas medidas identificaban que el modelo económico primario exportador no lograría revertir de forma sostenible las altas tasas de pobreza que enfrentaba el Perú hacia inicios de los 2000s ni permitiría ponernos en una senda sostenible hacia el desarrollo con bienestar social.

A la luz de los resultados del 2023, las propuestas del 2016 mantienen toda su vigencia.

Frente a la recesión ya en curso, es necesario reactivar la economía para generar empleos e ingresos. Pero, para revertir las altas tasas de subempleo e informalidad creando más empleos adecuados con salarios suficientes, es indispensable tomar medidas redistributivas en el terreno del ingreso y tomar medidas de diversificación en el terreno de los motores de la economía. Con esos grandes objetivos de cambio estructural en mente, es necesario volver a colocar en la agenda pública la política salarial, la reforma del sistema de pensiones, y las reformas tributarias e incentivos al desarrollo de otros sectores de la economía.

A esos tres ejes (reactivación, redistribución y diversificación) debemos hoy añadir un cuarto eje en la propuesta económica de las izquierdas, el de la acción climática y ambiental. Sucede que el calentamiento global nos impacta fuertemente al hacer más frecuentes e intensos los eventos climáticos extremos, como el Fenómeno El Niño y las sequías y heladas; el retroceso de los glaciares; el incremento de la temperatura y la acidez del mar; y la desertificación de nuestra Amazonía, entre otros. y sucede que nuestra tolerancia con la deforestación y la minería ilegales -que destruyen al bosque Amazónico que es un importante sumidero de carbono- contribuyen a agravar el problema.

En respuesta, la inclusión de un cuarto eje de acción climática y ambiental, debe incluir como grandes objetivos los de la transición energética justa para asegurar el acceso a las mayorías de energías limpias y renovables; el uso sostenible de los recursos naturales renovables; la protección de la salud de nuestros ecosistemas; la descarbonización general de la economía para ser competitivos en los mercados internacionales, y la adaptación de las poblaciones a las nuevas realidades creadas por el calentamiento global.

En este marco, es importante incluir la dimensión ambiental y climática en las políticas redistributivas. Por ejemplo, incluir en las reformas tributarias el concepto de que paga más el que contamina más. O incluir la matriz energética limpia y la eficiencia hídrica en las estrategias de dinamización de nuevos motores de la economía.

Reactivación, redistribución, diversificación y acción climática son cuatro ejes de una propuesta económica que debe responder a la recesión atacando la desigualdad, enfrentando los problemas estructurales de la dependencia primario exportadora y de la informalidad y respondiendo a los retos del calentamiento global.

El neoliberalismo ha agravado estos problemas y no podrá resolverlos. Nuestras propuestas si pueden.

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La recesión expresa problemas estructurales y reclama cambios de la misma dimensión

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20.11.2023

Publicado en Revista Comunes, 8ava Edición, Noviembre de 2023

Catherine Eyzaguirre y Carlos Monge

La situación

La recesión de la economía fue finalmente confirmada por el Ministro de Economía ante el Congreso. Las cifras oficiales ya venían anunciando esta tendencia. Entre enero y agosto, la actividad económica presentaba una contracción de 0.58% de la producción nacional (INEI, 2023). Y las proyecciones indicaban que los últimos tres meses del año no alcanzarían para revertir esta situación.

La recesión actual está concentrada en los sectores vinculados al mercado interno, aquel que genera la mayor parte de los empleos en el país. Por ejemplo, en el desagregado de la producción nacional para el periodo enero-agosto, se observa que la agricultura (-3.11%), pesca (-26.86%), construcción (-9.03%) y manufactura (-6.8%) son los sectores con mayores niveles de contracción. Comercio (2.74%) y servicios prestados a empresas (1.26%) presentan resultados intermedios. Mientras que el sector exportador minero, que emplea a menos del 2% de la población económicamente activa, mantiene altas tasas de crecimiento (9.38%). (INEI, 2023)

Estos resultados presentan un nuevo contexto económico para el Perú del siglo XXI, en el que el crecimiento sectorial minero no alcanza tener el empuje suficiente para contagiar dinamismo al resto de la economía. Por su parte, el debilitamiento del mercado interno está vinculado a múltiples factores de corto y mediano plazo.

Uno de ellos es la pandemia y su impacto en el incremento del subempleo, informalidad y bajos salarios. Se suma a ello, la inflación en precios de alimentos desde el 2022 por factores externos (guerra entre Rusia y Ucrania) e internos (fracasos en compra de fertilizantes y fenómeno El Niño costero). Estos factores han minado la capacidad de compra de los hogares peruanos en sectores vulnerables, pero también en la clase media. Enfrentando en su mayoría dificultades incluso para la compra de alimentos. (IEP 2023) Con ello, se ha iniciado un círculo vicioso de disminución de la producción nacional para el mercado interno que refuerza el enfriamiento de la economía.

Pero, como veremos a continuación, hay también factores estructurales que reclama reformas de esa misma dimensión.

Los antecedentes

Venimos de un largo ciclo de crecimiento que comenzó a inicios de la década del 2000, alcanzó su pico en el 2008, cayó el 2009 en el contexto de la crisis financiera internacional, se recuperó el 2010 hasta el 2013 y comenzó a declinar desde entonces hasta fines de la década. La recesión del 2020 -resultante de........

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