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Vinicius contra lo cerril

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28.03.2024

(Aviso cariñoso al lector: el artículo contiene bastante comentario futbolístico, aunque no solo)

No es casualidad que el lío con Vinicius se formara con ocasión de una visita del Madrid al campo del Atlético. Avisó Koke: «Si Vinicius celebra bailando, habrá lío». La polémica por entonces, año 2022, estaba en el baile y alguien en El Chiringuito añadió: «Que no haga el mono». Algo así.

Efectivamente, se lió.

En el desarrollo de la polémica que tiene a Vinicius de objeto participaron dos fuerzas: una, el antimadridismo primario que tiene su centro en Madrid, y no en Barcelona. El sindicato de periodistas colchoneros, diseminado con desproporción por los medios, comenzó su guerrilla. Si no han sido capaces de oponerse realmente al fondo de su estadio ni al antifútbol de su entrenador-gurú, ¿lo iban a hacer con el asunto Vinicius, que además osó ponerse chulo y respondón?

El colchonerismo tiene bula ética y bula futbolística. La dispensan los medios. Hasta el antimadridismo es centralista y de ahí salieron las corrientes nerviosas, espasmos imitativos que explican lo de Valencia no mucho después. El antimadridismo valencianista tampoco es nuevo. Comenzó seriamente con Paco Roig, radiopredicadores de alcance local y la televisión autonómica. El resultado de esa frenesí populista inicial (Roig contra la Meseta) fue que el Valencia perdiera la posesión del club, ahora en manos de Peter Lim. El dueño no se sabe dónde está, pero el enemigo está en Madrid y va de blanco. Mimetizar el maltrato colchonero a Vinicius le deparó al club la peor imagen internacional.

Una fuerza ha sido el antimadridismo, tan variado y saludable que no hace falta ni hablar del Barcelona, y la otra ha sido el espectáculo mediático, la lógica de los medios. Vinicius encarna muchas cosas y una es el fracaso de la Liga. La Liga española no es ni siquiera la liga escocesa, un eterno Celtic contra Rangers. El Madrid realmente no tiene rival. Hay que ir sosteniendo al Barça y lo que vende es el debate eternizado entre el Madrid y el no-Madrid, entre el madridismo y el antimadridismo. Eso es lo que vende, en El Chiringuito en especial, donde la cosa, como en un virus, saltó del futbolista al mono. «Que no haga el mono». En el mundo conectado de Internet y con la sensibilidad brasileña para el asunto racial, la cosa trascendería. ¿Qué iba a hacer Vinicius ante su propia gente? ¿Callar?

Vinicius, hecho show su figura, permitía la continuidad del Cristiano vs Messi de otra forma: Vinicius sí, Vinicius no. El antimadridismo la tomaría con él y el debate se amplificaría en los medios. Se había vivido años antes con Mourinho. Pero en Mourinho había algo intelectual, discursivo, narrativo, un ¿pur qué?; en Vinicius se hace muy persona, corporal, se juzgan aspectos, formas, color… Es un odio físico, gestual, instintivo. Por eso a veces es tan desagradable y llega donde se llega. El racismo (importa menos si estructural o instrumental, puntual) es expresión del antimadridismo que a su vez es expresión de algunas otras cosas.

Si Vinicius jugara en el Barcelona nada de esto pasaría. Sería un símbolo pacífico de Unicef, ídolo de la infancia, unificador de continentes; seria la sonrisa de las cajas de cereales y con su fútbol felicísimo se liberarían los pueblos y se cincelarían las prosas.

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL ANTIMADRIDISMO MADRILEÑO

Es decir, sobre el Atlético. El odio que le tienen al Madrid solo tiene parangón en el odio que la izquierda madrileña le tiene a Ayuso. Es apasionado, irracional, desmedido y a veces un poco estremecedor. Están para Vito Quiles. El Atlético de Madrid reúne a gente muy facha y progres modernos de tipo urbano. Creo que son los auténticos rojipardos porque su unión de extremos es la única exitosa. Frente Atleti y sabinismo.

Los viejos aficionados tiene una detestación del Madrid que es atávica. En su condición de sucursal del Athletic de Bilbao, parecen a veces una desembocadura futbolística del carlismo y en el Madrid solo ven modernidad, corrupción sistémica, degeneración…. Esa especie de carlismo desplazado futbolero, que parece no haber superado la superioridad civil del Madrid de Bernabéu sobre el Atlético Aviación, se une a la de los colchoneros progres del madrileñismo sureño, de lo alternativo, barrial, del izquierdismo sociológico, en los que hay un rencor más social y desesperado. También político. El Madrid es el equipo del poder y bla, bla, bla. Hay otro antimadridismo psicologista o literario, de romanticismo del perdedor. El Madrid es el que se lleva a la rubia, el jefe, el pelota del jefe. El que organiza el timing de los semáforos. La estructura molecular de la misma vida, tronco. Habría otro antimadridismo que es, rizamiento total del rizo, el del pijo madrileño norteño que se subraya así la actitud, como quien se deja flequillo. Un roquerismo posh, como las fans de Leiva.

El........

© La Gaceta


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