El Teatro Real ha contratado como asesor al hermano de Pedro Sánchez. La idea de que Sánchez tenga un hermano se nos hace rara; que Sánchez haya crecido junto a otro ser humano en condiciones de igualdad afectiva e idénticas reglas… Resulta difícil de imaginar. Seguro que lo defenestró con algún pucherazo en un congreso familiar…

Pero existe el hermano, y lo lleva como puede. Para empezar lo lleva con seudónimo. Trabaja con otra identidad: David Azagra, y eso que Sánchez tampoco es un apellido que delate mucho. Para el hermano de Hitler sería mucho más difícil… (Hitler tuvo hermanos pero solo puede pensarse en él como hijo único… ¿existe la fobia al hijo único por la que alguien me pueda denunciar?).

El caso es que Azagra/Sánchez ha sido contratado por el Teatro Real. Es un riesgo con el que el hermano contaba, aunque muy pronto damos por hecho que ha sido por Sánchez y no por Azagra. Hay algo importante al respecto que lo separa de los últimos casos conocidos, de la, digamos, casuística-PSOE: el hombre es músico. No es Mozart pero es músico.

Esto ha dado igual y las suspicacias se han disparado porque una cosa está clara: el PSOE coloca a la gente, el PSOE coloca, confiere subidón.

Cualquier persona en los alrededores de un cargo del PSOE observa, de inmediato, cómo sus posibilidades de ser colocada en algo estatal o paraestatal se multiplican. Cualquier persona cercana a alguien del PSOE se convierte en persona de riesgo. De riesgo presupuestario.

¿Por qué ocurre esto y por qué, ocurriendo, no deja de ocurrir? Se ha hablado mucho, muchísimo, y yo solo quiero dejar una humilde hipótesis para explicar la fiebre colocadora del PSOE, esa especie de desfachatez impune por la que se coloca a la mujer, al hermano y hasta al apuntador.

La sensación es la de estar ante algo que se acaba, en rebajas, en venta por liquidación. Ya no se disimula. «La mujer del César no solo ha de serlo sino parecerlo» es una frase tan superada… Ya no hay que aparentar nada. Y eso es lo raro, esa sensación colectiva, general, de falta de disimulo, de no hacer el mínimo gesto de taparse un poco.

Cuando vemos estas noticias, íntimamente se despierta una voz, una voz moral con algo que, sin embargo, no se puede decir siendo la descripción psicomoral del régimen y, concretamente, del régimen en su fase sanchista; se trata de un diagnóstico que nuestra lengua creó para estos casos: la expresión «maricón el último». Lo que vemos es un maricón el último, una carrera desenfrenada, pero no solo eso, una carrera en la que no pierden todos los que no son el primero sino el último (el llamado maricón); por tanto, una carrera distinta, enloquecida, consistente en que el último se hará cargo de las consecuencias, de la deuda, de Cataluña, del Sáhara, de las Canarias, de Ceuta y Melilla, de la natalidad, de…

Alguno dirá que la frase perdió sentido. Antes nadie quería ser ese último, pero la vida cambia. Tampoco está tan mal ser el último de «maricón el último», de modo que esta frase no solo se ha hecho indecible, sino que ha perdido su brutal valor exhortativo.

Pero el régimen entero y el PSOE más que nadie están en ese maricón el último, en ese correr despavorido hacia el hacer cada uno lo que pueda mientras se pueda. Lo que pasa es que el PSOE no lo puede decir, no se lo puede diagnosticar. Ha perdido el único check and balance posible: que alguien allí, algún barón, cualquiera con cierta autoridad, la misma María Jesús Montero levantara un día la voz en un congreso o en una ejecutiva y dijera: «Señores, esto es un maricón el último, aquí se declaró el maricón el último», pero eso es imposible porque las leyes y la corrección política han hecho abominable decirlo, sugerirlo incluso. Sería muy reprobable, sería el final de quien lo dijera. Es una frase felizmente impronunciable gracias a las conquistas del LGTBI, pero en lo que tenía de resorte, de denuncia y diagnóstico hemos perdido algo.

La imposibilidad de decir maricón veta definitivamente la expresión maricón el último, y así el PSOE no puede detenerse, no puede parar. Está atrapado en una vertiginosa espiral de postreromariconez de la que no puede salir porque ha perdido las palabras. Nadie puede dar el «alto». Nadie puede llamar al revisor, nadie puede accionar el freno, todos se miran mudos y siguen colocando, colocando, colocando…

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El problema del PSOE

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31.03.2024

El Teatro Real ha contratado como asesor al hermano de Pedro Sánchez. La idea de que Sánchez tenga un hermano se nos hace rara; que Sánchez haya crecido junto a otro ser humano en condiciones de igualdad afectiva e idénticas reglas… Resulta difícil de imaginar. Seguro que lo defenestró con algún pucherazo en un congreso familiar…

Pero existe el hermano, y lo lleva como puede. Para empezar lo lleva con seudónimo. Trabaja con otra identidad: David Azagra, y eso que Sánchez tampoco es un apellido que delate mucho. Para el hermano de Hitler sería mucho más difícil… (Hitler tuvo hermanos pero solo puede pensarse en él como hijo único… ¿existe la fobia al hijo único por la que alguien me pueda denunciar?).

El caso es que Azagra/Sánchez ha sido contratado por el Teatro Real. Es un riesgo con el que el hermano contaba, aunque muy pronto damos por hecho que ha sido por Sánchez y no por Azagra. Hay algo importante al respecto que lo separa de los últimos casos conocidos, de la, digamos, casuística-PSOE: el hombre es músico. No es Mozart pero es músico.

Esto ha dado igual y las suspicacias se han disparado porque una........

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