En el debate del Congreso ha habido hoy una intervención de Abascal en la que, sin nombrarla, sin llamarla así, se hablado claramente de anarcotiranía, el fuerteflojo que caracteriza a algunos regímenes actuales. Palo para unos, zanahoria para otros; anarquía para los amigos, tiranía para los contrarios. Los Estados aplican rigurosamente la ley con unos, mientras que con otros establecen dispensas y suavizaciones. Este dualismo, que tiene una prolongación en lo fiscal (unos el impuesto, otros la «paguita») se adapta perfectamente al discurso de las élites contra el pueblo.

El élites-pueblo tiene dos emanaciones que personifica Sánchez mejor que nadie: la corrupción y la anarcotiranía.

Sánchez amnistía a separatistas catalanes y a los inmigrantes ilegales que pide la CEOE. Sánchez gobierna para las élites.

(Los inmigrantes ilegales son, para las élites, ejército precarizador de reserva, futuro ejército electoral para los partidos y ejército para una vuelta de tuerca al victimismo woke para su corruptísimo entramado cultural. Son igualmente parte del abuso elitista).

Por otro lado están los que lejos de ser beneficiados sufren un mayor rigor de la ley y las consecuencias de esas decisiones: españoles humildes, trabajadores, inmigrantes legales y, por ejemplo, mujeres que han visto aumentar el riesgo de sufrir violencia sexual.

Sánchez privilegia a unos y maltrata a otros, y con él siempre ganan los mismos: las élites. Esto hay que repetirlo tanto o más que la trayectoria criminal del PSOE, que Abascal a menudo menciona. Más incluso. Sánchez es el capataz de oligarquías catalanovascas federalizantes y separatistas, de Marruecos, de la UE, de Soros, de BlackRock, del Washington de Biden, del deep state de allí y las cloacas de aquí… todos tienen en común estar al servicio del globalismo 2030 y no haber sido elegidos por nadie.

Sánchez se rindió a los herederos políticos de ETA y a los golpistas antiespañoles para ejercer de capataz de la Finca España. Procederá a su explotación. Lo primero es pagar a sus «donantes», a los que le hicieron el «crowfunding» de votos.

Abascal le llamó irónicamente el «doctorando», pero Sánchez es un capataz. Un encargado cruel. El pelota reptil vendido al jefe que machaca a los de abajo en toda organización.

Su perfil, su sonrisita, su obsequiosidad en Bruselas, su mano blanda, no son las del político reivindicativo sino las del encargado a comisión.

Sánchez es capataz o encargado a comisión.

El teléfono de Sánchez es para dar órdenes injustas y, sobre todo, para recibirlas, de modo que su hackeo fue absolutamente clave y simbólico y Abascal lo utilizó de un modo curioso: es lo que conecta argumentalmente, como un pórtico invisible, el discurso la corrupción interna con la externa y Marruecos. El móvil hackeado es el vaso comunicante de un ámbito y otro. Es el objeto de la legislatura. Más que el Falcon.

La anarcotiranía es una expresión de los regímenes globalistas y antidemocráticos en los que Sánchez se precia ya de ser un referente. Incluso su traición a España tiene encaje ahí. El globalismo es puro élites vs. pueblo, y Sánchez personifica dos de sus rasgos: la anarcotiranía y la corrupción.

Cuando se dice que Sánchez miente ( y nadie lo niega ya) el asunto es demostrar que su mentira encubre una mayor, queestá al servicio de algo. Decir que miente sin más es muy Cuca Gamarra. Pero cuando alguien miente, miente para algo. Mentir no es gratuito. Se miente para proteger otra cosa. ¿Y qué protege Sánchez? ¡No su condición de mentiroso! Sánchez está al servicio.

Que aparezca la anarcotiranía, en fin, está bien porque vuelca el discurso hacia el élites-pueblo. Arriba y abajo.

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Abascal y la anarcotiranía

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10.04.2024

En el debate del Congreso ha habido hoy una intervención de Abascal en la que, sin nombrarla, sin llamarla así, se hablado claramente de anarcotiranía, el fuerteflojo que caracteriza a algunos regímenes actuales. Palo para unos, zanahoria para otros; anarquía para los amigos, tiranía para los contrarios. Los Estados aplican rigurosamente la ley con unos, mientras que con otros establecen dispensas y suavizaciones. Este dualismo, que tiene una prolongación en lo fiscal (unos el impuesto, otros la «paguita») se adapta perfectamente al discurso de las élites contra el pueblo.

El élites-pueblo tiene dos emanaciones que personifica Sánchez mejor que nadie: la corrupción y la anarcotiranía.

Sánchez amnistía a separatistas catalanes y a los inmigrantes ilegales que pide la CEOE. Sánchez gobierna para las élites.

(Los inmigrantes ilegales son, para las élites, ejército precarizador de reserva, futuro ejército electoral para los partidos y ejército........

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