Las fiestas navideñas suelen estar relacionadas con luces, villancicos, regalos y, en definitiva, con la felicidad que despierta en muchas personas ver todo ese entorno que parece estar dibujado y configurado para esa felicidad. Sin embargo, esta es solo aparente, o externa, y ajena a la realidad que viven muchas personas. Me refiero a aquellas a las que se les ha muerto recientemente un ser querido muy cercano como madre, padre, hermanos, o hijos y que van a tener unas navidades tristes por los recuerdos que tienen de estas mismas fiestas en compañía con los seres queridos que se les han ido.

Tampoco son tan fáciles estas épocas para quienes no tienen un trabajo y siguen buscándolo para atender las múltiples necesidades que existen en un hogar. Sobre todo, cuando existen hijos que atender y/o personas que viven en la dependencia de quienes no encuentran un trabajo.

Y luego existe un cada vez más numeroso grupo de personas a quienes la sociedad entera les gira la atención, y que son aquellas que sufren una discapacidad que les hace la vida mucho más difícil y para quienes estas épocas no les supone nada más que seguir con sus dificultades personales, según sea el tipo de minusvalía que tengan, bien sea visual, auditiva, de movilidad o un problema de salud mental.

A la sociedad se le llena la “boca de agua” cuando habla de este concepto de la “discapacidad” con noticias sobre las ofertas de trabajo y ventajas y posibilidades que existen para quienes sufren este grave problema y cuando hablas con quienes lo están sufriendo te explican que, además de tener que levantarse con su problema personal cada día, te cuentan que no son ciertas estas “ventajas” que te disfrazan cuando se habla de las ayudas a las personas que sufren estos problemas y que siguen teniendo que vencer obstáculos para que se les ayude.

Conste, además, que quienes tienen un problema de discapacidad lo que quieren es un trabajo más que una ayuda permanente, porque necesitan sentirse útiles a una sociedad que mira hacia otro lado cuando dice que les tutela. Y es que cuando hablas con quien padece este problema lo que te dicen es que quieren levantarse y acudir a un puesto de trabajo donde, con la limitación que ellos o ellas tienen, puedan sentirse útiles y desempeñar una actividad que, por un lado, les permita tener unos ingresos con los que afrontar los enormes gastos que tienen para atender su problema, y, por otro, que les sirva para que mentalmente también puedan ver que sirven para algo y que llenan las horas del día en lo que no solo les reporta unos ingresos económicos, sino, también, una forma de llenar esas horas del día que antes lo pasaban sentados en una silla en su casa sin saber qué hacer y a quién pedir que les ayuden, tocando puerta tras puerta con promesas que no se cumplen y buenas caras que no les sirven para nada.

Porque quienes están sufriendo hoy en día una discapacidad en estas fiestas de Navidad piensan que para ellos y ellas el año 2024 va a seguir siendo igual. Un año de promesas que nunca se materializan en una oportunidad en la que puedan demostrar que la discapacidad no está relacionada con la “inutilidad”, porque quienes sufren uno de estos problemas lo que quieren es demostrarle a la sociedad y a sí mismos que por su esfuerzo son capaces de vender todas las dificultades que se les puedan presentar y estar en condiciones de prestar un servicio a quien se lo pida. Y, sin embargo, no hay nada más frustrante que escuches que se ayuda a todos los que sufren una discapacidad y que la realidad sea, luego, bien distinta.

Por otro lado, está el problema que te cuentan estas personas del miedo que tienen de ir cumpliendo años, porque su problema se sigue agravando con la edad y con las posibles enfermedades que puedan tener, lo que les hace todavía que su “muro” personal ante la vida se levante aún varios metros más. E imagínense lo que tuvo que ser la época del COVID para quienes, además del virus, tuvieron que hacer frente a esta situación y su problema personal. Por ello, en su mente también está la incertidumbre de no saber lo que va a ser de ellos y ellas cuando sus padres o la persona que les ayuda falten, y cómo van a poder desenvolverse si no tienen un ingreso fijo derivado de un puesto de trabajo, porque una mera ayuda económica no sirve para poder vivir y afrontar la cantidad de gastos que tienen.

Por eso, la Navidad no es igual para todos. Y, por eso, tenemos que ver este problema de la discapacidad como si fuera nuestro, o de uno de los nuestros. Sobre todo, para saber lo que sufren quienes lo padecen. Y no mirar hacia otro lado.

QOSHE - Discapacidad en Navidad - Vicente Magro
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Discapacidad en Navidad

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21.12.2023

Las fiestas navideñas suelen estar relacionadas con luces, villancicos, regalos y, en definitiva, con la felicidad que despierta en muchas personas ver todo ese entorno que parece estar dibujado y configurado para esa felicidad. Sin embargo, esta es solo aparente, o externa, y ajena a la realidad que viven muchas personas. Me refiero a aquellas a las que se les ha muerto recientemente un ser querido muy cercano como madre, padre, hermanos, o hijos y que van a tener unas navidades tristes por los recuerdos que tienen de estas mismas fiestas en compañía con los seres queridos que se les han ido.

Tampoco son tan fáciles estas épocas para quienes no tienen un trabajo y siguen buscándolo para atender las múltiples necesidades que existen en un hogar. Sobre todo, cuando existen hijos que atender y/o personas que viven en la dependencia de quienes no encuentran un trabajo.

Y luego existe un cada vez más numeroso grupo de personas a quienes la sociedad entera les gira la atención, y que son aquellas que sufren una discapacidad que les hace la vida mucho más difícil y para quienes estas épocas no les supone nada más que seguir con sus........

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