Este artículo pretende contribuir al debate que, de manera confusa, se está desarrollando en las fuerzas integrantes y entre muchas personas vinculadas a Compromís. No había que reflexionar demasiado para entender que la derrota en las Elecciones Autonómicas y Municipales traería como consecuencia esta sensación de inestabilidad y una crisis interna. El que no se hubieran adoptado medidas preventivas no es sino un síntoma de los males que aquejan a la coalición. Para enfrentarnos a todo ello, creemos, debe partirse de las siguientes premisas:

En efecto, una visión demasiado cerrada no permite comprender la evolución de la globalización; el crecimiento de las fuentes de incertidumbre tras la pandemia, la toma de conciencia de los primeros efectos graves del cambio climático y la emergencia de disrupciones tecnológicas; la subida de las ultraderechas con la terrorífica posibilidad de otro triunfo de Trump y Le Pen; el regreso al recurso bélico; la montaraz estrategia de las derechas españolas dispuestas a destrozar la convivencia constitucional con tal de deslegitimar los gobiernos de izquierdas; la necesidad e imposibilidad de reformar la Constitución, muy especialmente para reordenar el Estado autonómico en un sentido federal.

De todas estas cuestiones en Compromís hemos hablado poco o nada, refugiándonos, a veces, en conceptos prefabricados o en meras apelaciones a una moral abstracta. Nos hemos ido cobijando tendencialmente en: A) La defensa de las políticas –gestión- desarrolladas por las consellerias dirigidas por Compromís. B) La defensa genérica de principios sin ahondar en las circunstancias concretas, sin un debate sobre las causas de problemas fundamentales. Comúnmente trabajamos agregando, como en un mosaico, afirmaciones y principios, sin apreciar sus interrelaciones, la complejidad de la realidad económica, política y cultural, la necesidad de jerarquizar y dar perspectiva a las propuestas. Con ello no sólo mostramos una cierta impericia bienintencionada, una ineficacia en la penetración en la opinión pública, sino que, insensiblemente, contribuimos a la fragmentación de los relatos progresistas, algo que favorece los de la derecha.

Por lo tanto no se trata de revisar una fórmula de relación y organización para continuar respondiendo aquello a lo que estamos acostumbrados, sino de la necesidad de formular nuevas preguntas y vertebrar una organización capaz de responderlas colectivamente. Por ello es imprescindible un trabajo de formación y preparación ante la nueva situación política, económica, social y cultural. Porque de poco sirve la tan ensalzada pluralidad radical si luego hay que estar a la expectativa de lo que dicen algunos líderes que, progresivamente, se distancias de las bases. La pluralidad es un rasgo fundamental de Compromís que debemos conservar. Pero no puede ser una excusa para que cada colectivo local o comarcal enuncie ideas desvinculadas de análisis y decisiones globales. La pluralidad, la diversidad, son muy positivas si enriquecen lo común, pues de lo contrario la ciudadanía, el electorado, sólo percibirán un ruido de fondo que, desgraciadamente, además, se suma a la fórmula imprudente de «primarias» que hace muy difícil construir equipos y rompe equilibrios difícilmente alcanzados. La diversidad debe continuar siendo símbolo de riqueza pero no puede ser sinónimo de interminables negociaciones que distorsionan el tiempo político y dejan caer en el vacío cuestiones problemáticas o complicadas sobre las que no suele haber debate ni autocrítica.

Lo que ahora criticamos sirvió en el pasado, en una fase marcada por los hiperliderazgos como polo de atracción y la necesidad de improvisar estructuras de oposición. Pero ya no sirven, se han desgastado tras 8 años de gobierno, el final de la ola «del cambio» y la emergencia radical de nuevos fenómenos a los que hemos aludido antes. Compromís debe seguir siendo una formación de izquierdas, ecologista, feminista y valencianista. Sólo que el significado de la izquierda, del ecologismo, del feminismo y del valencianismo, han cambiado mucho desde que nació Compromís. Y en muchos casos para bien, gracias a Compromís. Pero eso no nos da permiso para ser autocomplacientes. Tenemos que ser capaces de dar una respuesta adecuada a estos nuevos planteamientos, interrogándonos sobre sus actuales significados

Por todo ello no es extraño que se lance la idea de avanzar a la convergencia en un único partido. Por tres razones: A) Sería el modelo que antes permitiría ensayar nuevas formas de acción. B) Sería el instrumento idóneo para el diálogo y acuerdo con otras fuerzas de la izquierda valenciana y española. C) Sería un cambio suficientemente potente e identificable como para captar la atención de una ciudadanía perpleja y un electorado que asiste impotente a dificultades con poco sentido, mezcla de ambiciones, incompetencia, buena voluntad y temor al cambio. D) Resolvería sin problemas la situación de las personas no afiliadas a ningún partido en Compromís. No somos ingenuos: la existencia de un partido hegemónico podría hacer que el proceso de unificación significara esencialmente la absorción de los minoritarios. Desde luego el partido hegemónico ha de entender que esa dinámica haría desaparecer en la práctica a Compromís y sus votos regresarían a los exiguos límites de antaño. Con todo, los peligros pueden aminorarse con cláusulas de seguridad y confianza, corrientes internas organizadas, límites a la libre elegibilidad en la elección de las estructuras de dirección en el primer Congreso, etc. Otros prefieren la Federación. Si esa debe ser la solución puede y debe también estudiarse, posibilitando en cualquier caso la adscripción de los no afiliados a ningún partido. Pero las decisiones no pueden retrasarse mucho, porque lo que debió hacerse hace 8 años camina con evidente retraso.

Partido o Federación deben asegurar: A) Un liderazgo visible, transparente y democrático. B) Unos órganos que efectivamente dirijan, que protejan la diversidad pero que, en su nombre, no se inhiban ni en favor de la atomización territorial o de la cesión a los grupos institucionales de las líneas estratégicas; así como la vigilancia de una lealtad federal sin la que no funcionará el sistema. C) Dirigentes y órganos en cada ámbito con responsabilidades clara en materia orgánica y en la definición de políticas, estrategias y tácticas. D) Flexibilización del sistema de primarias para que no se produzcan distorsiones insoportables ni impidan la conformación de equipos. E) Creación de mecanismos para un debate continuado y prácticas de formación que hagan de Compromís un instrumento útil, abierto a la realidad social del mundo y sus nuevas inquietudes.

Es de todo esto de lo que se debería estar discutiendo y no de enfados personales, de cuitas acumuladas, de ambiciones frustradas o de afirmaciones ideológicas sin contenido concreto. Repetimos: el tiempo comienza a agotarse. No puede estirarse cada vez más, mientras las principales fuerzas se agotan en problemas internos. Bueno sería elaborar en un plazo breve un documento básico con varias opciones, encargado por los diversos partidos para que sirviera de elemento de análisis en una Convención General de Compromís previa a un Congreso de Refundación que no debería hacerse después del próximo otoño. Fijado un calendario, la lealtad debería mostrarse por parte de los actuales partidos y grupos de adscritos ajustando sus calendarios al general. Hacemos un llamamiento prudente a la militancia y a los cuadros en todos los niveles a dialogar sobre estas cuestiones y pedimos a la dirigencia de Compromís una actitud proactiva, que anteponga nuestros valores, principios y experiencia –de la que nos sentimos muy orgullosos- a cualquier otra consideración

QOSHE - Por el futuro de Compromis - Joan Ribó Canut
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Por el futuro de Compromis

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28.01.2024

Este artículo pretende contribuir al debate que, de manera confusa, se está desarrollando en las fuerzas integrantes y entre muchas personas vinculadas a Compromís. No había que reflexionar demasiado para entender que la derrota en las Elecciones Autonómicas y Municipales traería como consecuencia esta sensación de inestabilidad y una crisis interna. El que no se hubieran adoptado medidas preventivas no es sino un síntoma de los males que aquejan a la coalición. Para enfrentarnos a todo ello, creemos, debe partirse de las siguientes premisas:

En efecto, una visión demasiado cerrada no permite comprender la evolución de la globalización; el crecimiento de las fuentes de incertidumbre tras la pandemia, la toma de conciencia de los primeros efectos graves del cambio climático y la emergencia de disrupciones tecnológicas; la subida de las ultraderechas con la terrorífica posibilidad de otro triunfo de Trump y Le Pen; el regreso al recurso bélico; la montaraz estrategia de las derechas españolas dispuestas a destrozar la convivencia constitucional con tal de deslegitimar los gobiernos de izquierdas; la necesidad e imposibilidad de reformar la Constitución, muy especialmente para reordenar el Estado autonómico en un sentido federal.

De todas estas cuestiones en Compromís hemos hablado poco o nada, refugiándonos, a veces, en conceptos prefabricados o en meras apelaciones a una moral abstracta. Nos hemos ido cobijando tendencialmente en: A) La defensa de las políticas –gestión- desarrolladas por las consellerias dirigidas por Compromís. B) La defensa genérica de principios sin ahondar en las circunstancias concretas, sin un debate sobre las causas de problemas fundamentales. Comúnmente trabajamos agregando, como en un mosaico, afirmaciones y principios, sin apreciar sus interrelaciones, la complejidad de la realidad económica, política y cultural, la necesidad de jerarquizar y dar perspectiva........

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