Hoy día 2 de noviembre tendríamos que estar celebrando un nuevo cumpleaños del amigo Manolo (Manuel) Santana (Alicante, 1948-2023). Con la cordialidad que le representaba, estaríamos llamándole para recordarle aquello de “a vore quan quedem?” tan habitual de sus conversaciones telefónicas. Pronto llegaría una cita, en su casa del campo del Bacarot o en cualquier casa de algún amigo o de alguna amiga que se convertiría en punto de encuentro entre quienes coincidieron en algún momento de su vida. Desde los compañeros de secundaria, al frente del Instituto Virgen del Remedio de FP (en la actualidad, Leonardo da Vinci), desde los colegas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Alicante, donde fue decano del 1995 al 1999, al resto de la comunidad universitaria, hemos conocido el impacto de su desaparición. Porque este licenciado en Filosofía y Letras, doctor en Derecho, catedrático de Historia del Derecho, además de académico de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, lo ha sido todo para una generación posterior que necesitamos de intelectuales de su referencia para afrontar con garantías de progreso nuestro futuro.

Manolo era una de las mentes más ágiles e intensas que podemos conocer. Su vasta cultura, alrededor de la filosofía y del derecho, proporcionaban temas infinitos de debate y de reflexión, desde el punto de vista del crítico con la realidad y sus protagonistas. Todo ello desde la perspectiva didáctica de quien había dedicado gran parte de su vida a la docencia en diversos niveles de formación. Del mismo modo, su investigación se había centrado en cuatro puntos de interés: la historia de la administración, la historia de la Inquisición, el derecho histórico valenciano y la metodología de la enseñanza de la historia. Así, fue autor de diversas monografías sobre estas materias, donde cabe señalar su última obra Félix Berenguer de Marquina. Capitán General de Filipinas y Virrey de Nueva España (2022) que presentamos en la Sede Ciudad de Alicante y que sirvieron para entender la minuciosidad con que el autor elaboraba sus escritos técnicos y la vasta profusión de su documentación. Porque Manuel Santana era un hombre culto y elegante, una persona exigente con todos y consigo mismo, donde las medias verdades o las medias tintas no iban en consonancia a su carácter.

Quiero recordar la calidad de sus escritos: una prosa bien documentada y con una excelencia en la utilización de las palabras y las expresiones que fomentaban la comunicación con su lector, aunque tuviera un carácter especializado. Un dominio del lenguaje no siempre habitual en la actualidad que hacía extensivo al conocimiento de sus dos lenguas maternas. Manolo era “fill del Bacarot”, donde nació y se crió y volvió tiempo después para asentarse. Vivía con orgullo el conocimiento de su valenciano materno que aprendió a nivel escrito para convertirse en uno de los firmes defensores de su utilización en la docencia, siendo uno de los primeros docentes de las llamadas “línies en valencià” de nuestra Universidad. Nuestro colega y amigo era sincero consigo mismo y con el resto, intentaba provocar en cada conversación para tener los factores fundamentales de cada actuación de su vida y de la de su entorno. Es difícil entender hasta dónde llega la influencia del llamado enciclopedismo francés, pero me parece que él era una de las pruebas de su pervivencia en nuestros días. Manuel Santana tenía como premisa la razón y la crítica para cuestionar las creencias y las estructuras tradicionales. Así, creía firmemente en la formación de personas críticas y participativas. Del mismo modo, fomentaba en todo momento la difusión del conocimiento con un sentido transversal que afectaba a casi todas las disciplinas. Al igual que sus autores de preferencia como Voltaire o Rousseau, creía que la libertad, la igualdad y los derechos humanos seguían siendo fundamentales en la sociedad contemporánea. Por último, el sentir que tenía de la divulgación de la ciencia y del pensamiento le llevaba a la redacción de las monografías de las cuales fue autor y a participar activamente en todo debate o acto que era invitado.

El estudio sobre Berenguer de Marquina que presentó hace nada más que un año me hizo entender de la importancia de recordar nuestro pasado, a través de sus protagonistas, para dilucidar los factores de nuestra etapa contemporánea. Santana reconstruía así un “hombre de estado”, con un sentido estricto del deber y escrupuloso en el desarrollo de sus cargos, donde proyectaba toda su formación personal para trasladarnos el valor de aquella figura. Sin saberlo, nos daba la clave para entender su propio legado: un sentido responsable y crítico de nuestra sociedad para aprender de los errores del pasado y para proyectar un sentido constructivo de esta. Manolo nos ha dejado huérfanos. Su familia obviamente lo sentirá en primera fila, pero los que tuvimos la suerte de participar en sus animados debates, entendernos la dificultad de encontrar un ser tan comprometido con la condición humana que, desde la atalaya de su mente privilegiada, sepa entender y diseccionar los factores que mueven nuestro mundo.

Desde el mes de mayo dejé de tener mensajes suyos. El último comentario que recibí sobre un artículo que escribí sobre “por qué frenamos los sentimientos” ocupó varias pantallas de mi teléfono móvil: “la gente se comporta con instintos, sentimientos e intereses y se justifica con razones con apariencia de valores... Y eso no va a cambiar...”. Sus palabras me hacían entender que los sentimientos estaban sobrevalorados y que había que construir con firmeza una sociedad racional que afrontara con solvencia los retos del futuro. Lo siento, Manolo, hoy no te voy a hacer caso. Quiero hacer uso de mi turno en el debate y proyectar con firmeza y sin vergüenza todos los sentimientos de soledad y de falta de tu presencia que nos inunda el pensamiento. Contigo se nos va tu mirada profunda y decidida para remover nuestras conciencias, aunque sabemos de la persistencia de tu legado, de tu visión lúcida sobre nuestro entorno. Va per tu, amic! Bon viatge tingues per sempre!

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Una mirada humana y lúcida sobre nuestra sociedad (homenaje a Manuel Santana)

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02.11.2023

Hoy día 2 de noviembre tendríamos que estar celebrando un nuevo cumpleaños del amigo Manolo (Manuel) Santana (Alicante, 1948-2023). Con la cordialidad que le representaba, estaríamos llamándole para recordarle aquello de “a vore quan quedem?” tan habitual de sus conversaciones telefónicas. Pronto llegaría una cita, en su casa del campo del Bacarot o en cualquier casa de algún amigo o de alguna amiga que se convertiría en punto de encuentro entre quienes coincidieron en algún momento de su vida. Desde los compañeros de secundaria, al frente del Instituto Virgen del Remedio de FP (en la actualidad, Leonardo da Vinci), desde los colegas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Alicante, donde fue decano del 1995 al 1999, al resto de la comunidad universitaria, hemos conocido el impacto de su desaparición. Porque este licenciado en Filosofía y Letras, doctor en Derecho, catedrático de Historia del Derecho, además de académico de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, lo ha sido todo para una generación posterior que necesitamos de intelectuales de su referencia para afrontar con garantías de progreso nuestro futuro.

Manolo era una de las mentes más ágiles e intensas que podemos conocer. Su vasta cultura, alrededor de la filosofía y del derecho, proporcionaban temas infinitos de debate y de reflexión, desde el punto de vista del crítico con la realidad y sus protagonistas. Todo ello desde la perspectiva didáctica de quien había dedicado gran parte de su vida a la docencia en diversos niveles de........

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