En una conversación reciente escuché atribuir a un conocido común sus condiciones para ser un hombre pulpo. No tengo que esconder que me llamó la atención a esta atribución que iba referido a una persona que parece llegar a diversas esferas de atención a su alrededor, tantas como tentáculos puede tener este molusco cefalópodo con ocho brazos. Mi imaginación fue más allá y pensé en los ocho tentáculos alrededor del cuerpo de nuestro amigo, moviéndose sin parar y dirigiéndose cada uno de estos a un objeto o acción concreta. Así, mientras con una extremidad sujetaba una novela para leer, con otra limpiaba el polvo de su habitación, con otra redactaba un artículo de opinión para la prensa, con otra corregía unos trabajos de su alumnado, con otra buscaba en una plataforma digital el siguiente capítulo de la serie que estaba siguiendo, con otra abrazaba a su pareja, hasta completar las ocho actividades simultáneas que parece ser capaz de llevar adelante.

Más allá de la ficción, la consideración realizada me trajo a la mente otra apreciación negativa de la expresión. Ser un pulpo suele referirse a quienes tienen tendencia a agarrar a otras personas con una intención no siempre entendida. Ser un tocón, pues, no tiene un sentido demasiado positivo con estas personas que tienen tendencia a sobrepasarse en la cercanía hacia otras. De manera inmediata, dejé a un lado esta acepción porque no me encajaba con el carácter conocido al cual se le había hecho esta atribución. El amigo en cuestión es un hombre todo terreno con una capacidad de concentración envidiable, con una facilidad de alternar diversas actividades simultáneas que parece que hace compatibles dos o tres existencias en una sola. Había leído que una de las atribuciones al dios del mar de la mitología griega, Poseidón, también se asociaba a los cefalópodos referidos, pero era en los kraken de algunas leyendas nórdicas donde mejor me cuadraba el paralelo apuntado.

Los kraken se describen como monstruos marinos de enormes dimensiones, con tentáculos largos y poderosos que atacaban barcos y engullían marineros. En las leyendas donde aparece se los localiza en las costas de Noruega y Groenlandia. Sus dimensiones, como también el interés creciente por la mitología de los países nórdicos, ha incrementado su presencia en productos literarios y audiovisuales. Me vienen a la mente, por ejemplo, la novela del autor británico China Miéville Kraken (2010) que recibió el premio Locus a la mejor novela de fantasía –merecido reconocimiento para una comedia oscura sobre los excesos de una secta que adora estos seres– o las conocidas películas Piratas del Caribe (2006-2007) o Furia de titanes (2010), donde estas criaturas marinas gigantes tienen un papel destacado en las obras. Estamos, por lo tanto, frente a una figura relevante del imaginario colectivo de nuestro mundo con connotaciones destructivas que no esconde su gran capacidad de realizar diversas acciones simultáneas. Los tentáculos se convierten en metáfora de la multifuncionalidad, de la sabiduría de algunas personas por concretar la ejecución al mismo tiempo de diversas facetas de su vida. Una especie de hombre-orquesta que lleva encima diversas responsabilidades y que sabe dirigir sus propios instrumentos sin que desentone la melodía final. En este nivel de autosuficiencia y de probada resolución podemos encontrar diversas consecuciones; así, si seguimos con la metáfora, podemos escuchar una sencilla melodía o una compleja pieza orquestada. No hay que ser un fuera de serie para poder ejercitar simultáneamente diversas habilidades. Podemos reservar para los más tenaces y multifuncionales la referencia inicial al ser mitológico de ocho brazos.

Defiendo, pues, la aspiración a ser considerado como un kraken, como un hombre pulpo que aspire a ejecutar todas las inquietudes que he sentido en mi vida. Poder avanzar, aprender, compartir y saborear un mundo de opciones que, si tenemos la curiosidad y el interés suficiente, pueden servir para reforzar nuestra identidad, aunque curiosamente nos podamos comparar con seres mitológicos con algunas connotaciones negativas. ¡Palabra de aspirante a Kraken!

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La representación de los kraken nórdicos: el hombre pulpo

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21.12.2023

En una conversación reciente escuché atribuir a un conocido común sus condiciones para ser un hombre pulpo. No tengo que esconder que me llamó la atención a esta atribución que iba referido a una persona que parece llegar a diversas esferas de atención a su alrededor, tantas como tentáculos puede tener este molusco cefalópodo con ocho brazos. Mi imaginación fue más allá y pensé en los ocho tentáculos alrededor del cuerpo de nuestro amigo, moviéndose sin parar y dirigiéndose cada uno de estos a un objeto o acción concreta. Así, mientras con una extremidad sujetaba una novela para leer, con otra limpiaba el polvo de su habitación, con otra redactaba un artículo de opinión para la prensa, con otra corregía unos trabajos de su alumnado, con otra buscaba en una plataforma digital el siguiente capítulo de la serie que estaba siguiendo, con otra abrazaba a su pareja, hasta completar las ocho actividades simultáneas que parece ser capaz de llevar adelante.

Más allá de la ficción, la consideración realizada me trajo a la mente otra........

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