Sinceramente cuesta trabajo entender, salvo que se esté fuera de la normalidad de comportamientos o se pretenda encubrir la falta de competencia en el desempeño de las funciones asumidas, un nivel de irresponsabilidad tan absoluta que convierta en autodefensa personal la rendición de cuentas sobre su inoperante gestión de la Presidencia Europea que rotatoriamente le correspondió, al tiempo que pretender convertir el Parlamento Europeo en un lugar de comparecencia partidista, sin caer en la cuenta que allí no hay mayoría de sus serviles apesebrados, por mucho que doña Úrsula sufra arrobos de adolescente cuando le escucha –cada vez menos; hay elecciones en unos meses– donde la autopropaganda justificadora de su “cambio de opinión” respecto a la amnistía no cuela fácilmente, como tampoco su pretensión de héroe constructor de muros –se le nota el tufillo caudillista totalitario– antiderecha, cuando resulta que se da en él el caso inédito de ser presidente electo gracias a un prófugo de la Justicia, representante de la más rancia burguesía independentista.

Y ya que cito algo inédito, debo referir que el señor Sánchez no estaba en la sede del Congreso español sino en Estrasburgo, donde por primera vez un presidente de un Gobierno miembro de la UE sale abucheado del hemiciclo. Fue así porque cuando uno va de sobrado, encubre su cobardía aparentando una seguridad que, realmente, es impostada, y podemos citar su ausencia en la votación del “sí es sí” o el otro día, en la de toma en consideración de la Proposición de Ley de Amnistía –otra maniobra para no tener que cumplir el trámite de los informes por los Órganos Consultivos pertinentes– visto el desgaste que proyectos de ese tipo conllevan.

El error, pues, de esta actitud nefasta para la consideración de España en la UE, es de dimensiones grandiosas. ¿Por qué?, pues porque se dedicó a atacar al PPE, grupo mayoritario en la Cámara y no tuvo otra ocurrencia que atacar a su portavoz, miembro del CDU alemán, cuando éste aludió a que “el principio básico de la democracia es decir la verdad a los ciudadanos”, y de una forma desmedida respondió con alusiones al nazismo y al peligro de un III Reich en Alemania y señalarlo como “cómplice de la ultraderecha”.

Frente a ello la respuesta concluyente fue que en Alemania “pactan centro derecha y centro izquierda para aislar a los extremos”, cosa que aquí –esto lo afirmo yo– la pretensión es conseguir, vía nuevo Frente Popular o similar, convertirse en presidente del nuevo sistema.

Ya está bien de teatralización y falta de responsabilidad obviando el bienestar y una verdadera convivencia entre españoles por encima de endogamias patológicas individuales. Y no se olvide la amenaza de Puigdemont: “Si se dejan escapar oportunidades, las consecuencias nunca son agradables”.