Se repite con mucha frecuencia (y lo hago permanentemente), que los gobiernos nacionales, departamentales y municipales, legislan de espalda a la realidad, especialmente a la hora de definir planes de desarrollo, planes plurianuales de inversión o aprobar políticas públicas particulares sobre los territorios, en especial sobre tres variables, economía, educación y ordenamiento territorial, pues estamos acostumbrados a generalizar ordenanzas, sin analizar las condiciones particulares de las “vocaciones” de los territorios (municipios).

Una cosa es mi vocación (individual) y otra, la vocación del territorio (municipio, el de todos).

La palabra vocación, deriva del término latino “vocare” que significa llamar, o vocatio cuya etimología es, “llamada a ejercer una actividad o a tomar un estado determinado”. ¿Quién nos llama?, ¿Como se manifiesta el llamado? ¿Cuándo? Esas preguntas solo las contesta, la metafísica, la filosofía o la religión. Se define entonces vocación, como un “llamado”, como resultado de ejercer la libertad individual. El no hacer caso al “llamado”, es lo que lleva muchos individuos a su insatisfacción o su infelicidad en sus proyectos de vida, al ejercer profesiones que no corresponden a las del “llamado”, convirtiendo el tiempo de su vida, en una infelicidad tormentosa. Por eso el “llamado”, no se puede confundir, como un emprendimiento, o una moda, o incluso ser violentado (cambiado), por los quereres de los padres, sus parejas o su familia. Se puede afirmar entonces que, en algún momento de la vida, recibimos el “llamado” (vocación), sin argumentación lógica de momento, pero que una vez descubierto el “llamado”, y realizado, produce felicidad. Entonces vocación, no es el querer de otros ni puede ser entendido como un capricho o emprendimiento. Los únicos que hablan sin misterio de haber escuchado “el llamado” son los religiosos. Por eso escuchamos frases como, “mi vocación era ser médico, y termine de agricultor”; “mi vocación era ser presidente, y termine de chofer de taxi, bombero, policía o burro”. En hacer caso al “llamado”, haciendo lo que le gusta, es convertir su proyecto de vida en felicidad.

Definido entonces el termino vocación como “llamado” debemos hablar de lo que deberíamos entender por “Territorio”, palabra que deriva de las palabras latinas terra y torium, que conjuntamente significan, “tierra que pertenece a alguien”. Tierra y alguien, tierra, como un lugar con características geográficas y ambientales propias. Las relaciones sociales de una comunidad en su territorio, deja huellas territoriales, por lo tanto, el territorio es la construcción físico social, sobre una naturaleza (tierra), del sistema de soporte materiales de una sociedad concreta en particular. Podemos definir entonces territorio, como el lugar que pertenece a propietarios (y no propietarios), donde se desarrolla la vida humana, su proyecto de vida (su vocación). Entonces el territorio conjuga al medio, componentes y procesos que contiene sus grupos sociales, sus relaciones y sus conflictos. Territorio no es la naturaleza, ni la sociedad mirada aparte. Territorio es la sociedad de propietarios (dueños) y sus articulaciones. Esas articulaciones se desarrollan en producción primaria (agricultura, ganadería y minería); secundaria (industria, producción artesanal); terciaria (comercio, transporte, turismo, servicios, almacenamiento y comunicaciones), donde no hay lugar para el que no trabaja y no produce riqueza. Paralelamente se desarrollan, las articulaciones sociales a través de Instituciones Formales e Instituciones Informales, que se manifiestan en la cultura y la política. Surge entonces la pregunta, ¿quien o quienes son los propietarios del territorio? ¿El concejo? ¿Sus gremios? ¿Sus instituciones? ¿Sus colectivos? Todos, si en ellos están los propietarios del territorio.

Todo este marco lógico, para llegar a la conclusión que un “Territorio”, es el lugar donde “sus propietarios” materializan los “llamados”, las vocaciones de cada uno de sus habitantes, y es el sector económico mayoritario de producción, el que determina la “vocación del territorial”. Por eso de nada sirve a entidades territoriales superiores al municipio como el departamento o la nación, llevando “vocaciones extrañas” a territorios, que históricamente ya la definieron, y que sin la “voluntad” de sus propietarios pretenden implantar. Se les olvida que el departamento “no tiene territorio”. El municipio “sí”. Ejemplos de vocaciones departamentales queriendo implantar, otras vocaciones a los habitantes y dueños de sus territorios, hay muchos y recientes, que llegado el momento habrá que hacer referencia a ellos, por los recursos invertidos sin resultados.

Miremos la vocación de Pereira, Manizales y Armenia

Somos Servicios (comercio, turismo). Pero no producimos comida (seguridad alimentaria). Pereira genera mayores ingresos en el sector secundadrio (industria agroindustria y pymes) que Manizales, y eso es mucho decir (más de 1.500 millones de pesos año).

QOSHE - Lectura de la «Vocación territorial» de Pereira, Manizales y Armenia - Walter Benavides Antia
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Lectura de la «Vocación territorial» de Pereira, Manizales y Armenia

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11.04.2024

Se repite con mucha frecuencia (y lo hago permanentemente), que los gobiernos nacionales, departamentales y municipales, legislan de espalda a la realidad, especialmente a la hora de definir planes de desarrollo, planes plurianuales de inversión o aprobar políticas públicas particulares sobre los territorios, en especial sobre tres variables, economía, educación y ordenamiento territorial, pues estamos acostumbrados a generalizar ordenanzas, sin analizar las condiciones particulares de las “vocaciones” de los territorios (municipios).

Una cosa es mi vocación (individual) y otra, la vocación del territorio (municipio, el de todos).

La palabra vocación, deriva del término latino “vocare” que significa llamar, o vocatio cuya etimología es, “llamada a ejercer una actividad o a tomar un estado determinado”. ¿Quién nos llama?, ¿Como se manifiesta el llamado? ¿Cuándo? Esas preguntas solo las contesta, la metafísica, la filosofía o la religión. Se define entonces vocación, como un “llamado”, como resultado de ejercer la libertad individual. El no hacer caso al “llamado”, es lo que lleva muchos individuos a su insatisfacción o su infelicidad en sus proyectos de vida, al ejercer profesiones que no corresponden a las del “llamado”,........

© Historia de Pereira


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