Dice un amigo, y esta es la segunda columna que comienzo hablando de él, que utilizo mucho la palabra ‘refugio’. Últimamente me fijo mucho en mi uso del lenguaje, porque creo que habla –valga la redundancia– de lo que soy o pienso.

Al hablar de refugio pensamos inevitablemente en una cueva en una montaña, la tormenta afuera y la intemperie como amenazas, una cabaña perdida en un bosque y nuestros pasos atemorizados y con prisa que nos conducen hacia ella para salvarnos de la noche y los animales salvajes, o esa habitación de hotel a la que llegamos de madrugada después de unos pasos tambaleantes y la tarjeta introducida que nos evita el titubeo y la vergüenza de la llave mal metida. No fue esa nuestra noche que prometía aventura, pero tal vez sí la de mañana. Cuando el presente no acompaña sucede algo curioso, que es que buceamos en el pasado o nos esperanzamos en el futuro, la ensoñación de un tal vez idílico que asome prometiendo excitación. Dice mi amigo y tiene razón que utilizo mucha la palabra ‘refugio’, y seguramente estas líneas también lo sean. Viene a decir –ese uso del lenguaje– mucho sobre mí, que es que lo de afuera a veces atemoriza y recorriendo lo de dentro siento cómo las manos se calientan de nuevo al calor de la hoguera, las mejillas se encienden y la sangre circula de nuevo. Sí, la literatura o esta forma de contarme funciona como el nombre de esta columna, y mientras siga existiendo seguiré contando y por lo tanto seguiré siendo. Hasta que se extingan las palabras y con ellas la llama.

QOSHE - Refugio - Sergio Royo
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Refugio

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20.11.2023

Dice un amigo, y esta es la segunda columna que comienzo hablando de él, que utilizo mucho la palabra ‘refugio’. Últimamente me fijo mucho en mi uso del lenguaje, porque creo que habla –valga la redundancia– de lo que soy o pienso.

Al hablar de refugio pensamos inevitablemente en una cueva en una montaña, la tormenta afuera y la intemperie como amenazas, una cabaña perdida en........

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