Una letra puede cambiar por completo la percepción infantil de la palabra que la contiene de más o la echa de menos. La mía era curare: culpa de Emilio Salgari. Ese veneno paralizante asociado a los jíbaros se mezclaba en mi cabeza con el ‘cura sana culito de rana’. Ojo al guirigay que se marcaba ese pequeño ratón de biblioteca de siete años mal contados, cuyo destello retinal aún veo cuando asoman nuevas arrugas y canas en la imagen del espejo.

Veinte años después descubrí que en el rincón de América Latina que me albergó como residente toda una década les llamaban ‘curitas’ a las tiritas, y el ‘salgarismo’ regresó a mi memoria con una sonrisa por la inocencia perdida. Veinticinco años más tarde mancho esta columna para analizar el efecto (iba a decir sibilino, pero en ciertos corrillos la cosa es a la franca, sin careta) del curare paralizante que se está aplicando a la cultura por estos pagos.

Ya saben, la cultura, excusa de libertarios para vivir del cuento. Es como los chistes de las películas:sale un señor pomposo cargado de citas lapidarias y justifica ‘el periferiazo’ de Huesca sin despeinarse. El Salón Hispano Francés del Cómic de Jaca se pone bajo lupa (el frío de la guillotina amenaza el cuello de la iniciativa) por su escaso retorno, dicen, y eso que ha retornado cinco veces, con excelente poso... hablan de números, claro.

Hay más casos y poco espacio aquí para desgranarlos. Todo debe ser rentable y si no lo es, susceptible de poda o tala: también los programas de la televisión pública, sobre todo si son para ‘raritos’. ¿Qué vendrá después? Consuelo:ayer vi a un señor pagarle el tranvía a otro más mayor que había perdido el abono. «Otro día puedo ser yo, como contaba Afanasiev», dijo. ¿No ven ahí un retorno de inversión cultural?

QOSHE - El curare no es solo jíbaro - Pablo Ferrer
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El curare no es solo jíbaro

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04.03.2024

Una letra puede cambiar por completo la percepción infantil de la palabra que la contiene de más o la echa de menos. La mía era curare: culpa de Emilio Salgari. Ese veneno paralizante asociado a los jíbaros se mezclaba en mi cabeza con el ‘cura sana culito de rana’. Ojo al guirigay que se marcaba ese pequeño ratón de biblioteca de siete años mal contados, cuyo destello retinal aún veo cuando asoman nuevas arrugas y canas en la imagen del........

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