Es difícil encontrar en la historia contemporánea de Granada un parangón a la egregia figura de quien fuera Cronista Oficial de la ciudad y de su provincia, además de una tan larga sucesión de ocupaciones intelectuales, pertenencia a instituciones académicas, incluso nacionales y condecoraciones por sus muchos servicios, especialmente a las Letras y a las Artes, que difícil hubo de tenerlo el cajista que, finalmente, logró cerrar la rama, en la imprenta en que imprimieron, el 22 de febrero de 1924 –faltan pocos días para su centenario– la esquela en que se anunciaba su fallecimiento, encargada por las más altas autoridades e instituciones culturales granadinas, que expresaban el mucho dolor que Granada sintió ante la ausencia personal definitiva de don Francisco de Paula Valladar y Serrano, ejemplo singularísimo de periodista cultural, investigador incansable –y de contrastada honestidad– de la historia, del pasado de esta tierra que fue reino y cuyo emblema cierra aún, en un glorioso cuartel, la punta del escudo y armas nacionales de España.

Se va a conmemorar, en pocas próximas jornadas, el fallecimiento de quien fuera, además de lo escrito aquí, delegado regio de Bellas Artes, presidente de la Comisión de Monumentos de Granada y del Patronato del Generalife, Académico de Número de la Real de Bellas Artes de Granada y Correspondiente de las de San Fernando, de la Historia y de las de Buenas Letras de Sevilla y de Cádiz. Fue, también, Oficial Mayor Honorario del Excmo. Ayuntamiento de Granada, profesor del Real Conservatorio Superior de Música ‘Victoria Eugenia’, presidente de la Asociación de la Prensa y del Centro Artístico, Literario y Científico de Granada. Finalmente se ha de decir; porque ello lo dimensionó como periodista excepcional y aún más excepcional amante de Granada, que fue fundador y director de la revista La Alhambra, desde que la creó, en enero de 1884, saliendo a los quioscos, en sus primeros tiempos, los días 10, 20 y 30 de cada mes, hasta el fin de la primavera de 1885 para permanecer en silencio nada menos que 13 años tras los cuales se editó quincenalmente durante 26 años, hasta el fallecimiento de su creador y mentor.

Granada, a través del Centro Artístico –que se ocupó de recoger donaciones populares para tal fin– quiso conmemorar su recuerdo levantándole un sencillo monolito, sobre el que descansa un busto de su figura en vaciado de noble bronce, que realizó el escultor granadino José M.ª Palma Velasco y que, hoy día, se encuentra en el Paseo de la Bomba.

Ríos de tinta y devoción por su tierra fueron sus obras, sus numerosísimos artículos, llenos del fervor y la sabiduría con el que siempre defendió a Granada. Y hoy, al cabo del siglo de su marcha, queremos invitar a los jóvenes a que lean sus escritos, aprenderán, sin duda, sobre si mismos, sus propios orígenes y la realidad compartida que hoy es esta ciudad difícil y a veces hasta enconada consigo misma que es Granada ¿O no?