Nuestra «Telefónica» ha comenzado a desplegar su centenario el año que viene en los medios. Nació oficialmente el 19 de abril de 1924 por impulso de Miguel Primero de Rivera, que mandaba en España tras un golpe de estado. En Salamanca la fecha clave será el 30 de noviembre de 1929 cuando se inaugura el centro técnico de la Compañía en el Palacio de Solís, que había albergado la boda del que sería después Felipe II.

La adaptación del edificio es obra de José María de la Vega y Samper, que décadas más tarde diseñaría la iglesia de Fátima. La vida tiene estas sorpresas. La Telefónica salmantina tuvo sus tripas en Los Bandos hasta que en 1968 se despliega el nuevo edificio, en Torres Villarroel, que abre el tiempo de la automatización.

Aquel agitado año de 1968 Salamanca comenzó a ver cabinas telefónicas, la numeración de sus teléfonos entró en la modernidad de los seis dígitos y pronto no sería necesario pedirle a la operadora una «conferencia» con Madrid o París porque se haría automáticamente. Lo que ha venido después con la telefonía no entraba entonces ni en la ciencia ficción porque era inimaginable. Supongo que algo quedará del mobiliario y cableado de aquella central inaugurada en 1929 en Los Bandos en la que echaban horas y horas las operadoras-telefonistas de la Compañía, rodeadas de chismes que uno siempre ha intentado ver cuando pasaba por Concejo y había alguna ventaba abierta. Poco antes de estrenar la nueva sede en Torres Villarroel, Telefónica homenajeó a siete empleados y una empleada que habían trabajado en la empresa cuarenta años, es decir, conocieron la central de Los Bandos.

Ella se llamaba Isabel Benito Saiz y quizá fuese una de aquellas operadoras-telefonistas a las que uno pedía «conferencia» con Madrid o París marcando el mágico 009. Hay mucha historia detrás del centenario telefónico, pero hay sobre todo historias, miles, millones de ellas, como la que protagonizaba la risa que nos daba imitar a José Luis López Vázquez en aquel terrorífico corto que fue «La Cabina», que terminaba en uno de los corredores de la presa de Aldeadávila. Hoy no imaginamos nuestra vida sin el teléfono móvil en la mano, pero hubo tiempo en el que no existía y a pesar de todo éramos capaces de comunicarnos y ser localizados. Llámelo magia.

Ya no hay cabinas y todo aquello que nos sugiere el teléfono de entonces aparece envuelto en una espesa niebla como la de estos días. La niebla salmantina nocturna es otro de los encantos de esta ciudad con esa luz tan particular que ilumina nuestros edificios y los rincones por los que uno espera ver, qué se yo, por ejemplo, a la comitiva que lleva a Félix de Montemar a purgar sus culpas al otro mundo. Seguro que a nuestra niebla le saca partido la escritora salmantina Beatriz García, que ya tiene su premio de novela «Ciudad de Salamanca» y domina muy bien el género de terror. Quizá esta niebla inspirase a Unamuno una de sus novelas más famosas, por la que podría haber ganado el Nobel sin mayor problema. Puede que paseando por la calle de la Compañía, que acogería tras su muerte a la Universidad Pontificia como gran centro de formación teológica. Víctor Herrero, que ya tiene también su premio de poesía, dice que Teología y Poesía son lo mismo. «Niebla» es una novela teológica y por lo tanto poética. El gran artífice de la «Ponti» fue Enrique Pla y Deniel, hoy despojado de calles y distinciones, que ayer hubiera cumplido 147 años y murió en aquel agitado 1968 recién inaugurada la escultura de Pablo Serrano a Unamuno, con el que estaba en el conocido incidente del Paraninfo. El año que viene se cumplirán cien años del destierro de don Miguel a manos del promotor de la «Telefónica».

Si ayer por la tarde Tomás Bretón se hizo presente con la interpretación de su famosa verbena, como lo hará de nuevo este viernes con alumnos del Conservatorio Profesional, el próximo 29 de diciembre los vecinos de su barrio le darán el homenaje que recuerda su nacimiento casi cerrando este año bretoniano. Queda la magnífica exposición de la Torre de los Anaya, por si no la ha visto.

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Operadoras-telefonistas

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20.12.2023

Nuestra «Telefónica» ha comenzado a desplegar su centenario el año que viene en los medios. Nació oficialmente el 19 de abril de 1924 por impulso de Miguel Primero de Rivera, que mandaba en España tras un golpe de estado. En Salamanca la fecha clave será el 30 de noviembre de 1929 cuando se inaugura el centro técnico de la Compañía en el Palacio de Solís, que había albergado la boda del que sería después Felipe II.

La adaptación del edificio es obra de José María de la Vega y Samper, que décadas más tarde diseñaría la iglesia de Fátima. La vida tiene estas sorpresas. La Telefónica salmantina tuvo sus tripas en Los Bandos hasta que en 1968 se despliega el nuevo edificio, en Torres Villarroel, que abre el tiempo de la automatización.

Aquel agitado año de 1968 Salamanca comenzó a ver cabinas telefónicas, la numeración de sus teléfonos entró en la modernidad de los seis dígitos y pronto no sería necesario pedirle a la operadora una «conferencia» con Madrid o París porque se haría........

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