Se me vienen a la cabeza algunas actuaciones memorables de futbolistas que después de brillar en grandes finales, o de ganar ellos solitos un partido, se desvela que en realidad estaban lesionados, pero se empeñaron en jugar y al final brillaron porque son auténticos fuera de serie. ¡Pues menos mal que estaba lesionado!, suele decirse.

La idea me surge después de leer la preciosa columna que este jueves publicó en LA GACETA nuestro colaborador y compañero de La 8, Paco Gómez. Si este tipo es capaz de escribir así cuando acaba de pasarle lo que le ha pasado -léanle para entenderlo-, cómo le tiene que funcionar el cerebro cuando él mismo diga que se encuentra bien.

Aquel al que llaman Francisco nos desvela que este fin de semana sufrió un accidente cerebrovascular que le llevó directito a Urgencias, de ahí, a ser 'empujado' a salas de Radiología, luego más pruebas y, finalmente, a la planta de hospitalización... Pero todo esto lo cuenta aún convaleciente y con esa pluma que solo tienen algunos privilegiados.

Escriben tan bien que te hacen casi vivirlo en primera persona. Las líneas te entran fácil -como una Font Vella en el desierto- y eso es porque redactan sin adornos innecesarios. Sin utilizar 'palabros' que habitualmente se cuelan con calzador solo para aparentar intelectualidad.

Reconozco que leer a algunos columnistas me despierta cierta agresividad: toma, una colleja por poner 'otrora' y 'empero'. Este bofetón por escribir 'estajanovismo' y este otro por citar a Aristóteles.

Volviendo a la columna, no solo destaco sus formas, sino también su contenido. Habla de la humanidad de los profesionales sanitarios y de esa forma de «volcarse más allá del contrato y la obligación». Se ha dicho ya muchas veces de 'los hombres de Paco', pero viene bien recordarlo. Más ahora.

El Hospital de Salamanca atraviesa por un momento delicado desde el punto de vista de la imagen. En una 'empresa' con cerca de 4.000 trabajadores, por estadística, tiene que haber de todo: contentos y enfadados, brillantes y mediocres, currantes y escaqueados… El problema es que el altavoz de la crítica siempre resuena con más fuerza que el del halago y esto, a la larga, confunde. Nos lleva a creer que la balanza se inclina más del lado de lo negativo y no es así.

Salamanca tiene unas cifras de listas de espera que no hay por dónde agarrarlas. Son tantas personas esperando durante tanto tiempo que afrontar el problema debe ser algo así cómo achicar agua en el Titanic con una cuchara.

Los gestores sanitarios siempre defienden un aspecto -políticamente incorrecto- y es que le toca esperar a aquello que, fríamente, puede esperar. El de la hernia umbilical, el de la rodilla hecha polvo o el que ya no distingue un burro de lejos no entra en el Hospital derrapando en una camilla. Lo sabemos.

Pero el que sufre un ictus, el que tiene el aneurisma a punto de hacer pompas o el del tumor confirmado, no creo que tengan queja. Ni respecto a los plazos de atención, ni respecto a la calidad de los recursos humanos y tecnológicos que hay en Salamanca. Son top.

Cuando te toca vivirlo de cerca te das cuenta de todo. Especialmente, de la innegociable bendición que es tener una sanidad pública. Que ante una enfermedad, que es lo más serio que hay en la vida, solo tengas que preocuparte de que el tratamiento sea el acertado, o de que tus rezos se escuchen arriba, pero no de tu cuenta bancaria: de si vas a poder permitirte ese nuevo TAC, o esa semana adicional de ingreso.

Tenemos aquello por lo que hemos apostado. No nos lo han regalado, pero sí que somos responsables de mantenerlo y entre los de dentro y los de fuera podemos cargárnoslo.

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QOSHE - Los hombres de Paco - Javier Hernández
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Los hombres de Paco

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02.02.2024

Se me vienen a la cabeza algunas actuaciones memorables de futbolistas que después de brillar en grandes finales, o de ganar ellos solitos un partido, se desvela que en realidad estaban lesionados, pero se empeñaron en jugar y al final brillaron porque son auténticos fuera de serie. ¡Pues menos mal que estaba lesionado!, suele decirse.

La idea me surge después de leer la preciosa columna que este jueves publicó en LA GACETA nuestro colaborador y compañero de La 8, Paco Gómez. Si este tipo es capaz de escribir así cuando acaba de pasarle lo que le ha pasado -léanle para entenderlo-, cómo le tiene que funcionar el cerebro cuando él mismo diga que se encuentra bien.

Aquel al que llaman Francisco nos desvela que este fin de semana sufrió un accidente cerebrovascular que le llevó directito a Urgencias, de ahí, a ser 'empujado' a salas de Radiología, luego más pruebas y, finalmente, a la planta de........

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