Cada generación considera que la anterior está a años luz de la modernidad. A ello contribuyen diferentes aspectos que tienen que ver con los avances tecnológicos, principalmente. Así, la Revolución Industrial cambio el mundo casi por completo. Generó trabajo, sí, pero en condiciones inhumanas; proporcionó bonanza y crecimiento, pero disparó las diferencias sociales; y nos dejó malas costumbres y consecuencias que han llegado hasta nuestros días. Sirva de ejemplo el cambio climático que ahora nos acucia a cuenta del uso de combustibles fósiles imprescindibles en aquellos días y que no hemos sido ni estamos siendo capaces de controlar y sustituir, porque no hay acuerdo entre las grandes potencias. Lo indiscutible es que estamos viviendo el tercer veranillo, en Salamanca, en pleno enero, con récord de temperaturas en media España.

El siglo XX no se privó de nada. Fue una convulsión permanente: dos guerras mundiales, además de la nuestra propia, y de aquella espantosa y también fratricida de los Balcanes; la incursión en Irak, todavía incomprensible; Afganistán, y todos los conflictos que parecen eternos entre enemigos eternos. Y a ello hay que sumar la eclosión de la tecnología por encima de cualquier previsión que ni sus creadores supieron prever. Puede que la explosión de la nueva comunicación empujada por las TIC, tecnologías de la información y la comunicación, haya terminado por crear el nuevo modelo de hacer política: un hervidero permanente que arrastra a los medios de comunicación e invade las redes sociales, generando un desgaste del propio sistema, en plena decadencia.

El Partido Popular ha cogido ahora la bandera con que le ha obsequiado el informe PISA —que mucho me temo que está tan torcido como la famosa torre de la ciudad italiana—, provocado por el buen hacer de los maestros y de los centros educativos de Castilla y León. Y si bien esos datos nos deben enorgullecer, no pueden ser excusa para anunciar acciones unilaterales nada menos que en Educación. Frentismo frente al frentismo. La Educación requiere de un pacto de Estado. Cada gobierno de distinto signo ha creado su propia ley. Seguimos en el siglo XX, en el sentido de la guerra entre bandos. Hay que sumarse a los alcaldes de la provincia y pedir la igualdad entre españoles ante los delirios de Puigdemont, que se aprovecha de la debilidad de un gobierno con poco recorrido, pero los niños aprenden por ósmosis. No podemos hablarles en las aulas de diálogo, buenas palabras, valores, respeto al prójimo, y mostrarles el deplorable espectáculo diario de la política. Cada día soy más seguidor del alcalde Carbayo y de su tono moderado. Espero que siga su progresión en el PP, porque hace falta bajar el diapasón o seguiremos generando jóvenes que no entenderán nada y pensarán que el mejor camino es no caminar más.

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QOSHE - Ósmosis - Fernando Garrido
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Ósmosis

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30.01.2024

Cada generación considera que la anterior está a años luz de la modernidad. A ello contribuyen diferentes aspectos que tienen que ver con los avances tecnológicos, principalmente. Así, la Revolución Industrial cambio el mundo casi por completo. Generó trabajo, sí, pero en condiciones inhumanas; proporcionó bonanza y crecimiento, pero disparó las diferencias sociales; y nos dejó malas costumbres y consecuencias que han llegado hasta nuestros días. Sirva de ejemplo el cambio climático que ahora nos acucia a cuenta del uso de combustibles fósiles imprescindibles en aquellos días y que no hemos sido ni estamos siendo capaces de controlar y sustituir, porque no hay acuerdo entre las grandes potencias. Lo indiscutible es........

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