MIEMBROS de la Guardia Civil han registrado (por tercera vez) la sede de la Real Federación Española de Fútbol y la vivienda de quién fuese hasta hace poco su presidente, Luis Rubiales. Todo ello en el transcurso de una investigación por sospechas de corrupción, administración desleal y blanqueo de capitales. Según la prensa, se practicaron varias detenciones entre el personal de la federación y si Rubiales se libró del arresto fue porque se encontraba en “viaje de negocios” por la Republica Dominicana, a lo que se ve, un país muy del gusto de financieros y políticos para pasar sus vacaciones y, de paso, aprovechar para lavar ganancias de dudosa justificación.

No hace falta ser muy listo para intuir que desde hace tiempo el funcionamiento de la federación de futbol (y, por añadidura, el de la UEFA y el de la FIFA) es más parecido al de un clan mafioso que a la de una entidad pública por la simple razón de que el fútbol es un negocio que mueve mucho dinero y todos los que se relacionan con él quieren sacar tajada de tan suculento pastel. De hecho, el señor Rubiales acompaña su “modus operandi” -presuntamente delictivo- con una “mise en scène” calcada a la de los albano-kosovares a los que se enfrenta Liam Neeson en la película Venganza. Están tan extendidos los tejemanejes y chanchullos en el fútbol que los aficionados nos hemos acostumbrado a ver como algo normal desatinos como que una competición nacional, la Supercopa, se celebre en Riad (Arabia Saudita) o que el último Mundial halla tenido su sede en Qatar, en pleno invierno, violentando los calendarios nacionales y con los estadios medio vacíos porque, por mucho dinero que tengan, a los árabes les interesa el fútbol tanto como a nosotros sus carreras de camellos.

Nunca habría imaginado que llegaría a sentir nostalgia de aquellos domingos en que, siendo un niño, me sentaba delante del enorme aparato de radio de válvulas Marconi para escuchar la jornada futbolística en Carrusel Deportivo. Vicente Marco dirigía las multiconexiones con los partidos en juego. Juan Tribuna desde Sevilla, Paco Ortiz en la Romareda o Langarita en el Sardinero… narraban los partidos: “A las ordenes del colegiado Ortiz de Mendíbil los equipos forman con las siguientes alineaciones”. Juan de Toro (“En vaso largo o en copa corta, Anís de la Asturiana ¡qué bien se porta!”) y Joaquín Prat (“Soberano, es cosa de hombres”) amenizaban con sus concursos el descanso de los partidos. El “Marcador simultaneo Dardo” asignaba una publicidad (Philips, Licor 43, Calcetines Ferrys…) al resultado de cada encuentro y al finalizar la jornada Enrique Gil “Gilera” resumía la jornada en su “Decálogo”. Vivíamos las jugadas, los goles y los regates en nuestra imaginación y la experiencia era casi más gratificante que verlo ahora en televisión. Eran tiempos en que el fútbol era mucho más deporte que negocio.

QOSHE - Malos tiempos para el fútbol - Manuel Sánchez Ledesma
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Malos tiempos para el fútbol

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31.03.2024

MIEMBROS de la Guardia Civil han registrado (por tercera vez) la sede de la Real Federación Española de Fútbol y la vivienda de quién fuese hasta hace poco su presidente, Luis Rubiales. Todo ello en el transcurso de una investigación por sospechas de corrupción, administración desleal y blanqueo de capitales. Según la prensa, se practicaron varias detenciones entre el personal de la federación y si Rubiales se libró del arresto fue porque se encontraba en “viaje de negocios” por la Republica Dominicana, a lo que se ve, un país muy del gusto de financieros y políticos para pasar sus vacaciones y, de paso, aprovechar para lavar ganancias de dudosa justificación.

No hace falta ser muy listo para intuir que........

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