La doble pinza que atenaza al gobierno de Pedro Sánchez es demoledora: a la campaña frontal contra la amnistía perpetrada por la judicatura, convertida en una auténtica estructura política que hace oposición desde el interior del sistema, ahora se le suma el escándalo Koldo-Ábalos, convenientemente hecho estallar en el momento preciso para multiplicar el efecto apisonadora contra el gobierno socialista. Siempre resultará sorprendente —o nada sorprendente— la extraordinaria coincidencia entre el calendario político y la agenda mediático-judicial de la derecha española. Ciertamente, Feijóo no necesita hacer oposición, porque el trabajo le viene dado por el resto de poderes que reman en la misma dirección, cada vez con menos camuflaje y más desvergüenza.

Desde los tiempos de las nefastas reformas de Ruiz-Gallardón —entre otras, la perversa reforma del Consejo del Poder Judicial—, la derecha española controla la alta judicatura y actúa políticamente desde las togas. El caso más flagrante fue la represión contra el procés catalán, que Rajoy permitió que comandara el Tribunal Supremo. Más allá de las campañas mediáticas y del 155, quien realmente ejerció una represión brutal e integral fue y es la justicia patriótica. Y aquella perversión a raíz del 1 de octubre, que se ha mantenido durante estos años, se ha activado de manera feroz a raíz de la ley de amnistía. Lo dijimos por activa y por pasiva desde Catalunya: la inhibición del progresismo español ante las iracundas sentencias del procés, y de toda la represión que desencadenó el Estado, con las cloacas trabajando a toda máquina, esta inhibición del progresismo, la pagarían algún día. Porque a medida que los sectores reaccionarios iban erosionando el Estado de derecho con total impunidad a raíz del caso catalán, el método servía para ir contra cualquiera. Lo que el PSOE está sufriendo desde las togas patrióticas es lo mismo que hemos sufrido y sufrimos los catalanes.

Porque algo queda claro: el ataque es contra el president Puigdemont, símbolo invictus de la lucha catalana, pero el misil lo dirigen a Pedro Sánchez, el hombre que se ha convertido, para el nacionalismo cavernario, en un nuevo enemigo de la patria. Y para destruirlo, es evidente que todo vale, incluso llegar al delirio de banalizar y sobar el grave delito de terrorismo a unos niveles que resultan democráticamente insufribles.

Pedro Sánchez debe tomar partido: o amnistía completa con Junts, o una situación insostenible donde no habrá amnistía, ni tampoco estabilidad

No deja de ser brutal que en el mismo estado donde ha habido el 11M o el atentado de las Ramblas, se pueda equiparar la muerte masiva de personas, en nombre de ideologías delirantes, a una protesta ciudadana democrática. Lo que está haciendo el Supremo contra Puigdemont, Wagensber, Alay y el resto de imputados, gracias al peón García-Castellón, que les ha hecho el trabajo sucio, es pura dinamita para un Estado de derecho y puede tener unas repercusiones en cualquier protesta posterior. No solamente se trata de la barbaridad de equiparar el terrorismo con la lucha democrática —y por el camino, criminalizar la protesta ciudadana—, sino que encima, en el caso de Puigdemont, considera que, a pesar de no existir prueba alguna que lo incrimine, se le puede incriminar por su "carisma", considerado como una evidencia de culpabilidad. Es delirante y sería cómico, si no fuera tan grave.

Y todo esto explota en la cara de Pedro Sánchez, que es el destinatario primero. Precisamente porque es el objetivo, porque la oposición se la hacen desde las togas y porque es un complot para derrocarlo, no tiene más remedio que plantar cara frontalmente. Es ahora cuando debe aceptar una amnistía sin excusas, ni excepciones, y no regalar al Supremo un nuevo juguete para hacer la guerra política. Desde el primer día, el PSOE se equivocó con sus reticencias y cedió un terreno a la caverna, que esta ha usado con inteligencia. De hecho, cada vez que ha cedido terreno a la reacción, ya no lo ha recuperado. Era entonces, cuando se produjo la investidura, cuando tenía que asumir una amnistía plena, y cualquier otra opción era simple munición para sus adversarios. Además, ahora tiene el aval de la Comisión de Venecia y la evidencia de que ningún país homólogo hace excepciones en las leyes de amnistía. No quedan atajos, y el hecho de que sea un mal momento político para su presidencia, refuerzan todavía más la necesidad de un pacto sólido de amnistía. Debe tomar partido: o amnistía completa con Junts, o una situación insostenible donde no habrá amnistía, ni tampoco estabilidad. Si algo ha demostrado la historia es que, cuando se cede terreno a la caverna, solo se alimenta a la fiera, nunca se la vence.

QOSHE - No hay alternativa - Pilar Rahola
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03.03.2024

La doble pinza que atenaza al gobierno de Pedro Sánchez es demoledora: a la campaña frontal contra la amnistía perpetrada por la judicatura, convertida en una auténtica estructura política que hace oposición desde el interior del sistema, ahora se le suma el escándalo Koldo-Ábalos, convenientemente hecho estallar en el momento preciso para multiplicar el efecto apisonadora contra el gobierno socialista. Siempre resultará sorprendente —o nada sorprendente— la extraordinaria coincidencia entre el calendario político y la agenda mediático-judicial de la derecha española. Ciertamente, Feijóo no necesita hacer oposición, porque el trabajo le viene dado por el resto de poderes que reman en la misma dirección, cada vez con menos camuflaje y más desvergüenza.

Desde los tiempos de las nefastas reformas de Ruiz-Gallardón —entre otras, la perversa reforma del Consejo del Poder Judicial—, la derecha española controla la alta judicatura y actúa políticamente desde las togas. El caso más flagrante fue la represión contra el procés catalán, que Rajoy permitió que comandara el Tribunal Supremo. Más allá de las campañas mediáticas y del 155, quien realmente ejerció........

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