Cada vez que evoco a mi padre de nacionalidad italiana, quien mantuvo su cédula de extranjería por más de 50 años, me ronda la inquietud: ¿Por qué vino a parar a Cartagena? La guerra, la guerra, la que nunca acaba, la que deja sus estragos, la que saca a personas de su territorio, la irracional pugna de los porqués sin sentido, la guerra. Bueno, así fueron las cosas y sucede que soy de Cartagena y por lo tanto quiero seguir edificando para que a su vez mi dadivosa ciudad no pierda el encanto que de vez en cuando asoma su nariz pincelando bocetos somnolientos que se prometen cada cuatrienio, promesas conjuradas que nos ilusionan a todos y nos hacen brincar en una pata, como reza el dicho, y van pasando los días y los anhelos se van extraviando en silencios y las callecitas atestan de barullos, prostitución, vainas chimbas, carretas, carretillas, limones, nísperos, zapotes, calles partidas, desorden, caos, enjambres de motos, etc., de esquina en esquina y en distintos puntos cardinales y yo, foránea entre la multitud, observo el detrimento. La pregunta actual es: ¿Todos estamos realmente comprometidos para lo que se avecina y se trabajará en esta administración? Cuando digo todos es actuar en conjunto: “todos ponen, todos ganan” y así la carga se hace más liviana. Repensar en una cultura ciudadana enfocada a mejores resultados también requiere de un trabajo constante e inquisidor, en donde todo pueda tener un resultado positivo y aquel ciudadano que no esté dispuesto a comprometerse con la ciudad... sancionarlo. Lo dije alguna vez, estamos cundidos de leyes, los artículos e incisos y parágrafos parecen piojos y, al llevarlos a la práctica, las sanciones brillan por su ausencia y he ahí el meollo, cada uno hace y sigue haciendo cuanta barbaridad se le ocurre en la ciudad, porque no encuentra amonestaciones en nada. Un mínimo ejemplo, cuando revivieron leyes de convivencia ciudadana: “Omitir la recogida de los excrementos de los animales, por parte de sus tenedores o propietarios... Cuando ello ocurra en el espacio público o en áreas comunes se sancionará con...”. Mientras duró el boom de la medida, todas las personas dueñas de mascotas llevaban su bolsita y recogían, en la actualidad muchos se hacen los locos y aparece el poco sentido común de los ciudadanos: “Como nadie me ve, entonces lo puedo hacer”, y a muchos los vemos y poco les importa que los observemos cometer infracciones de toda índole, cuando les haces ver el hecho, les sales a deber y hasta un daño pueden hacerte. Bueno, yo soy parte de esta orquesta y quiero seguir danzando en los proyectos de ciudad para sembrar apertura de conciencia y responsabilidad en los individuos, aunque sea de a poquito, empezando desde párvulos a más de 100 años. Hay que invertir más en vigilancia y control en puntos críticos de la ciudad.

*Escritora.

QOSHE - Bailarina de proyectos - Lidia Corcione Crescini
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Bailarina de proyectos

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05.12.2023

Cada vez que evoco a mi padre de nacionalidad italiana, quien mantuvo su cédula de extranjería por más de 50 años, me ronda la inquietud: ¿Por qué vino a parar a Cartagena? La guerra, la guerra, la que nunca acaba, la que deja sus estragos, la que saca a personas de su territorio, la irracional pugna de los porqués sin sentido, la guerra. Bueno, así fueron las cosas y sucede que soy de Cartagena y por lo tanto quiero seguir edificando para que a su vez mi dadivosa ciudad no pierda el encanto que de vez en cuando asoma su nariz pincelando bocetos somnolientos que se prometen cada cuatrienio, promesas conjuradas que nos ilusionan a todos y nos hacen brincar en una pata, como reza el dicho, y van pasando los........

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