Colombia tenía que vivir un gobierno de izquierda. Ya se había ensayado en otros países del vecindario con nefastas consecuencias sociales. Los colombianos teníamos que probar el trago amargo de un gobierno de corte marxista, que pretende estatizarlo todo, incluso acabar con la propiedad privada. Colombia tenía que permitir un gobierno de izquierda en cabeza de su máximo líder, Gustavo Petro, quien en teoría se había convertido en la esperanza de un pueblo, que ciertamente padece preocupantes inequidades, y que deben y pueden ser superadas pero de otra manera. Dígase lo que se tenga que decir, el pueblo colombiano a lo largo de su periplo republicano sí ha logrado grandes conquistas sociales.

Petro, personaje que había sido un gran opositor durante su carrera política en el Congreso de la República, y en el diario acontecer de la vida política nacional, quien tenía como un mago la solución a todos los problemas sociales de Colombia, y que su llegada al solio de Bolívar se veía por fin como la gran oportunidad de un necesario cambio, pero que finalmente las propuestas para resolverlos, en lo que va de su gobierno, no han sido recibidas con beneplácito. Acabar con las conquistas sociales que han tomado tantos años ha encontrado fuerte oposición, no solo en las instituciones, sino en el pueblo mismo, que las percibe con certeza como una amenaza. El remedio está resultando peor que enfermedad.

No fue suficiente palpar casi como propia la experiencia de nuestros países vecinos y hermanos, como Venezuela, Cuba y Nicaragua, donde gobiernos autocráticos y corruptos hacen de las suyas, elevando los niveles de pobreza a estadios muy preocupantes. Que han producido un espeluznante éxodo masivo de venezolanos hacia otros países del vecindario, generando además un grave problema social a los países a donde les ha tocado emigrar.

La democracia colombiana y sus instituciones, las que se han mostrado muy sólidas, deben permitir, aunque falten aún tres largos años (nada es más largo y tedioso que un mal gobierno), que el señor Petro termine su mandato, sin tocarle un pelo y dejándolo actuar en democracia, sin que las instituciones cedan a sus pretensiones, para que el pueblo se hastíe de beber el trago amargo de su gobierno. Los pueblos tienen que vivir su propia experiencia para aprender de ella en carne propia.

A pesar que Rusia, el Estado marxista por excelencia, rectificó el camino perdido, hasta tal punto que en las escuelas y el pueblo ruso está expresamente prohibido hablar siquiera de la amarga experiencia del comunismo, el señor Petro pretende estatizarlo todo. Las instituciones, como siempre, tienen la última palabra para rechazar en democracia el peligro que representan las ideas de un Petro caduco, desubicado y con actitud amenazante.

*Arquitecto.

QOSHE - Había que vivirlo - Gabriel Rodríguez Osorio
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Había que vivirlo

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25.11.2023

Colombia tenía que vivir un gobierno de izquierda. Ya se había ensayado en otros países del vecindario con nefastas consecuencias sociales. Los colombianos teníamos que probar el trago amargo de un gobierno de corte marxista, que pretende estatizarlo todo, incluso acabar con la propiedad privada. Colombia tenía que permitir un gobierno de izquierda en cabeza de su máximo líder, Gustavo Petro, quien en teoría se había convertido en la esperanza de un pueblo, que ciertamente padece preocupantes inequidades, y que deben y pueden ser superadas pero de otra manera. Dígase lo que se tenga que decir, el pueblo colombiano a lo largo de su periplo republicano sí ha logrado grandes conquistas........

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