Se equivocan quienes siguen empeñados en creer que Gustavo Petro no pasa de ser un gobernante incompetente al que tenemos que aguantarnos por dos años más. A nadie le sirve tanto esta lectura como al propio Petro, quien, sobre la comodidad que le ofrece la ingenuidad adversaria, cabalga a pleno galope en ese caballo de Troya que ha dado en llamar “proceso constituyente”.

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El tiempo ha pasado lo suficiente, y los hechos y los discursos presidenciales de las últimas semanas han sido tan contundentes que ya nadie puede alegar ningún tipo de ingenuidad frente a las verdaderas pretensiones de Gustavo Petro. A estas alturas nadie puede decir que no vio, que no escuchó, que supuso otras intenciones. Lo que queda claro es que Gustavo Petro ha decidido soltar las amarras de todo tipo de control y obligación constitucionales con el fin de adueñarse del poder al más claro estilo venezolano.

Que nadie se equivoque: las denominadas constituyentes de Chávez y Maduro no fueron constituyentes ni populares ni no populares, sino un itinerario de golpes de Estado sucesivos auspiciados desde la presidencia de la república, que fueron minando columnas fundamentales de la institucionalidad hasta hacerla colapsar por completo.

Aquí nos quedamos con la visión equivocada de que los golpes de Estado solo ocurren cuando los militares asaltan el palacio presidencial y se quedan en el poder por años, tal como ocurrió en Chile o Argentina. Estos corresponden a un solo capítulo de los golpes de Estado: el de los “Putsch militares”. El concepto de los golpes de Estado es mucho más amplio y se refiere a cuando un poder, abusando de su condición, decide rebasar sus propios límites, desconociendo la Constitución con el fin de imponerse sobre los otros poderes que componen la arquitectura institucional de la democracia. Es dentro de este concepto como cabe entender que los golpes de Estado pueden provenir no solo de los militares sino de otros poderes públicos y que los golpes de Estado no solamente se refieren al gran golpe que de la noche a la mañana acumula todo el poder sino a pequeños golpes que poco a poco van acumulando sinuosamente y como con anestesia el poder totalitario.

El proceso de decapitación, paralización y destrucción paulatina de las Fuerzas Armadas de Colombia realizado por Gustavo Petro puede asimilarse a un golpe de estado de estos que se dan sinuosamente. El proceso de destrucción del sistema de salud mediante la asfixia financiera desde el Gobierno, sin que haya tenido que pasar la ley en el Congreso, es otra forma de golpe de Estado sinuoso desde la Presidencia de la república. Y ahora que los tiempos afanan y que el desprestigio y los escándalos de su gobierno comienzan a pasar factura, Gustavo Petro se ha inventado el “proceso constituyente” que no es otra cosa que la estrategia para ir dando golpes de Estado sucesivos, territoriales y sectoriales, que suplantan al pueblo colombiano y a sus instituciones con las bases del Pacto Histórico en un proceso de toma del poder anticonstitucional. Ya lo ha dicho Petro: no se trata de pasar por el Congreso, ni por el control de la Corte Constitucional ni estará abierto a todos los colombianos, pues habrá sectores excluidos.

A todas estas, con todo lo gravísimo que tiene contra nuestra democracia este “proceso constituyente” de Gustavo Petro debe quedarles absolutamente claro a los jefes de los partidos políticos y a los congresistas que lo que el Presidente está haciendo no solo es inconveniente sino inconstitucional e ilegal. Con el tal “proceso constituyente” Gustavo Petro está actuando contra la Constitución y las leyes que está obligado a acatar y a respetar. Lo digo más claro: Gustavo Petro también debe ser investigado en el Congreso por los abusos que está cometiendo al amparo del tal “proceso constituyente”.

QOSHE - No hay que banalizar a Gustavo Petro - Viviane Morales Hoyos
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No hay que banalizar a Gustavo Petro

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02.04.2024
Se equivocan quienes siguen empeñados en creer que Gustavo Petro no pasa de ser un gobernante incompetente al que tenemos que aguantarnos por dos años más. A nadie le sirve tanto esta lectura como al propio Petro, quien, sobre la comodidad que le ofrece la ingenuidad adversaria, cabalga a pleno galope en ese caballo de Troya que ha dado en llamar “proceso constituyente”.

(También le puede interesar: La constituyente anticonstitucional)

El tiempo ha pasado lo suficiente, y los hechos y los discursos presidenciales de las últimas semanas han sido tan contundentes que ya nadie puede alegar ningún tipo de ingenuidad frente a las verdaderas pretensiones de Gustavo Petro. A estas alturas nadie puede decir que no vio, que no escuchó, que supuso otras intenciones. Lo que queda claro es que Gustavo Petro ha decidido soltar las amarras de todo tipo de control y obligación constitucionales con el fin de adueñarse del poder al más claro estilo........

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