Más que comprensible resulta el llamado a la mesura que se hace desde distintos sectores. No era para menos después del tono delirante del trino del presidente Petro contra la institucionalidad y contra la unidad nacional. Era el contraste mínimo que podía esperarse: el del llamado a la mesura dado por los demócratas frente al desafío retador y virulento tan propio del señor Presidente.

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La mesura no solo es una conducta propia de la democracia. También lo es de la madurez y de la sabiduría.

Mesura, prudencia, respeto, tolerancia, no violencia son todas virtudes esenciales que han buscado afirmarse en la construcción civilizatoria de la humanidad. Por eso hay que tenerlas tan presentes en todo momento y por eso hay que reflexionar con tanta responsabilidad a la hora de definirlas y de aplicarlas en momentos cruciales de la historia.

Siempre surgirán preguntas cuyas respuestas se encuentran en la historia. En cuanto a la mesura, específicamente, hay un referente histórico obligatorio: cuando Churchill se enfrenta a Chamberlain respecto de la postura que debía asumir Inglaterra frente a Hitler, ¿cuál era la postura mesurada, la de Churchill o la de Chamberlain? En ese momento muchos creyeron que la mesurada era la de Chamberlain, quien consideraba que había que cederle indefinidamente a Hitler con tal de apaciguarlo. Al cabo del tiempo la historia demostró que esa postura no era mesurada sino cobarde, que si se la hubiera seguido el mundo habría perdido su libertad y su democracia a los pies del nazismo.

Resulta inaceptable, desde el punto de vista racional, concederle al presidente Petro que el solo hecho de autoproclamarse como abanderado de una cierta ideología le da inmunidad total.

La gran enseñanza que dejó esta experiencia histórica es que la mesura no puede ser una máscara más de los miedos ni de los acomodamientos y que, por el contrario, debe siempre estar amarrada a la razón, a los principios y al carácter.

¿Qué podría decirnos esta experiencia histórica en nuestro presente?

Primero, que, a la luz de la razón, el presidente Petro no la tiene. Resulta irracional confundir una investigación tan justificada como la de la Procuraduría al canciller Leyva con una conspiración. Nada tiene que ver la investigación adelantada por las autoridades competentes sobre un tema tan constitucional como el de los topes electorales con un golpe de Estado o con una manguala extremoderechista.

Resulta inaceptable, desde el punto de vista racional, concederle al presidente Petro que el solo hecho de autoproclamarse como abanderado de una cierta ideología le da inmunidad total y lo despoja de su responsabilidad de tener que cumplir con la Constitución y las leyes.

Desde el punto de vista de los principios, en la democracia hay uno que es inviolable: el referente es la Constitución. La obligación superior de acatar la Constitución es por excelencia el principio del Estado de derecho. Por ello la primera gran mesura debe consistir en no aceptar, bajo ningún argumento, bajo ninguna preocupación, bajo ningún miedo, que alguien, y mucho menos el gobernante, viole la Constitución.

Por último, el carácter. No solamente los dirigentes, también las naciones deben ser portadoras de un carácter que les dé confiablidad. Más allá del carácter como personalidad, el carácter como cultura. De nada sirve solicitar el respeto con la Constitución en la mano si no lo exigimos con la decisión del carácter. Las constituciones que quedaron deshojadas en el camino fueron víctimas de la falta del carácter y la decisión de los ciudadanos y de las instituciones que no supieron hacerlas respetar.

El presidente Petro no tiene la razón, está faltando a los principios y quiere intimidar nuestro carácter a través de las amenazas.

La mesura exige en este momento que los ciudadanos y las instituciones democráticas con la razón, los principios y el carácter necesarios hagamos respetar nuestra Constitución.

VIVIANE MORALES HOYOS

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Mesura sí, cobardía no

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06.02.2024

Más que comprensible resulta el llamado a la mesura que se hace desde distintos sectores. No era para menos después del tono delirante del trino del presidente Petro contra la institucionalidad y contra la unidad nacional. Era el contraste mínimo que podía esperarse: el del llamado a la mesura dado por los demócratas frente al desafío retador y virulento tan propio del señor Presidente.

(También le puede interesar: Este no es el proceso 8.000)

La mesura no solo es una conducta propia de la democracia. También lo es de la madurez y de la sabiduría.

Mesura, prudencia, respeto, tolerancia, no violencia son todas virtudes esenciales que han buscado afirmarse en la construcción civilizatoria de la humanidad. Por eso hay que tenerlas tan presentes en todo momento y por eso hay que reflexionar con tanta responsabilidad a la hora de definirlas y de aplicarlas en momentos cruciales de la historia.

Siempre surgirán preguntas cuyas respuestas se encuentran en la historia. En cuanto a la mesura,........

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