Este ha sido un Gobierno que hace énfasis en los símbolos y los mensajes, por lo que se justifica que los ciudadanos interpretemos sus actos y pronunciamientos en clave simbólica. Con eso quiero decir que se vale suponer que las comunicaciones y decisiones de Palacio cargan un significado que va más allá del hecho en sí. Y hacerlo arroja conclusiones que pueden ser, no exagero, escandalosas. Veamos algunos ejemplos recientes; dejan mucho que pensar.

¿Cómo debemos interpretar las declaraciones del ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, quien dijo que, como el secuestro “ya no es excusa” y le vamos a “pedir” al Eln que deje de delinquir, hay que buscar una “solución” para darles de qué vivir? Ese tipo de ayudas, de carácter transitorio, pueden hacer parte de un acuerdo de paz exitoso. Pero ahora mismo, cuando el Eln acaba de secuestrar al padre del astro del Liverpool, Luis Díaz, crimen que contradice su voluntad de paz, el mensaje no muy cifrado que envía el ministro es que, al final, delinquir paga. Y que, además, el Gobierno consentiría una gigantesca extorsión, consistente en que los grupos armados dejan de atacarnos siempre y cuando les garanticemos sus ingresos.

No ayuda que hace poco se haya promulgado el Decreto 1649 del recién estrenado Ministerio de la Igualdad, que busca subsidiar a unos 100.000 jóvenes para que dejen la vida criminal, programa que el Presidente definió con aquella expresión lamentable, “pagar por no matar”.

Pasemos a otro ejemplo. ¿Cómo interpretar el despliegue del lanzamiento de los centros Zasca Renacer, que buscan beneficiar a internos en las cárceles a través de formaciones para el emprendimiento?

Humanizar las condiciones de las prisiones y darles a los presos herramientas para que puedan rehacer sus vidas es una meta loable, y celebro que el Gobierno se interese en ello. Pero, nuevamente, ¿qué mensaje le manda a la ciudadanía que ese sea el hecho de destacar para el Ministerio de Comercio, mientras que las pymes colombianas, conformadas por gente honesta, que no ha cometido crímenes, están siendo vapuleadas con nuevos tributos, como el de los alimentos ‘ultraprocesados’ y otros de la última reforma tributaria; con tarifas eléctricas desbordadas, en parte por la incapacidad del Ejecutivo de nombrar a los comisionados de la Creg; y con anuncios de impuestos adicionales a la vuelta de la esquina, como los que el ministro de Salud dijo que se requerirían para salir de la crisis de las EPS y como el aumento del predial que se propuso esta semana? ¿Qué apoyo reciben ellos, que sí han respetado las reglas de juego?

Volvamos al Eln. Todos estamos felices por la liberación de Mane Díaz. Pero ¿qué mensaje le manda a la ciudadanía que el Gobierno se hubiera empleado a fondo en conseguir su libertad, mientras que el resto de secuestrados, 241 en lo que va del año según cifras oficiales, se pudren en la indiferencia estatal? Ni qué decir de la extorsión, que se ha “normalizado” en Colombia al punto de que ya es un “impuesto” más, como dijo la OEA. ¿Qué nos queda a las personas comunes y corrientes, que no contamos con el megáfono de un espectáculo visto por millones de aficionados en el mundo, para visibilizar los delitos de los que somos víctimas?

No sé si el alto Gobierno, tan preocupado por los símbolos y los mensajes, se percate de que está construyendo un tinglado de valores invertidos, de incentivos al comportamiento que están, como el título de esta columna, al revés. No hace falta ser un genio para descifrar el mensaje que se promulga a los cuatro vientos: a menos que uno sea delincuente probado, criminal en potencia, terrorista sanguinario o pariente de un goleador de la Premier League, su vida, bienes e ingresos están a la merced de Dios. Y de la Dian.

THIERRY WAYS
En X: @tways
tde@thierryw.net

(Lea todas las columnas de Thierry Ways en EL TIEMPO, aquí)

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Séverla

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12.11.2023

Este ha sido un Gobierno que hace énfasis en los símbolos y los mensajes, por lo que se justifica que los ciudadanos interpretemos sus actos y pronunciamientos en clave simbólica. Con eso quiero decir que se vale suponer que las comunicaciones y decisiones de Palacio cargan un significado que va más allá del hecho en sí. Y hacerlo arroja conclusiones que pueden ser, no exagero, escandalosas. Veamos algunos ejemplos recientes; dejan mucho que pensar.

¿Cómo debemos interpretar las declaraciones del ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, quien dijo que, como el secuestro “ya no es excusa” y le vamos a “pedir” al Eln que deje de delinquir, hay que buscar una “solución” para darles de qué vivir? Ese tipo de ayudas, de carácter transitorio, pueden hacer parte de un acuerdo de paz exitoso. Pero ahora mismo, cuando el Eln acaba de secuestrar al padre del astro del Liverpool, Luis Díaz, crimen que contradice su voluntad de paz, el mensaje no muy cifrado que........

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