Termina el 2023 con un déficit de resultados del Estado en todos los frentes. De ejecución, pocón: a escasos días de acabarse el año, el indicador no pasa del 80 %. Por el lado del Congreso, las grandes reformas del Gobierno están atascadas, a pesar de haber empleado todo tipo de maniobras oscuras para su aprobación, gracias a lo cual obtuvo una victoria en la Cámara con la reforma de la salud, pero aún le falta el Senado.

Como si se hubieran materializado los deseos de la exministra Irene Vélez, el país tuvo, en el tercer trimestre, su peor resultado económico desde 1999, con excepción de la pandemia: un decrecimiento del 0,3 %. A noviembre, la venta de casas de interés social presentaba una caída histórica del 50,9 %, por demoras en la asignación de subsidios.

Mientras se vaciaban los bolsillos de empresarios y trabajadores, el Gobierno cosechaba sobrecostos fruto de su improvisación en asuntos como el descuento en el Soat, el congelamiento de los peajes y la licitación para la fabricación de pasaportes. Una imperdonable indolencia con el esfuerzo de millones de contribuyentes agobiados por la inflación y la última reforma tributaria. Pero, como dijo el canciller Leyva, ¡qué importa que condenen al Estado!

Los escándalos relacionados con la financiación de la campaña del Presidente no hallaron respuestas este año. Por el lado de la seguridad, en lugar de la rimbombante ‘paz total’, obtuvimos un resurgir del secuestro y la extorsión. Continuó el asesinato de líderes sociales, a razón de uno cada tres días. Los grupos armados se adueñaron de porciones crecientes del territorio. Y, en el momento de escribir esto, se producía la masacre número 93, casi la misma cantidad del año pasado.

El 2023 termina con un balance aciago. El 2024 no pinta mejor.

Digan lo que digan los defensores del Gobierno, el balance es aciago. Una percepción que corroboran los resultados del Invamer Poll, en el que la aprobación del Presidente se desplomó al 26 %, frente a un 56 % al comienzo de su mandato. En ese periodo, el número de personas que piensan que las cosas están empeorando pasó de 48 a 76 %.

La gente se pregunta si 2024 será un año de recuperación o de agravamiento. Aventurar predicciones es difícil, dijo un sabio, especialmente sobre el futuro. Pero no se necesita una bola de cristal muy sofisticada para entrever que los próximos meses serán cuesta arriba para los colombianos.

El año entrante experimentaremos la consecuencia impajaritable del retroceso de la economía, el aumento del desempleo. El Gobierno debería enfrentarlo acudiendo al aliado más natural, el sector privado. Pero para eso no bastan almuerzos con cacaos. Tiene que proponerse, ante todo, mejorar el clima para los negocios en el país: cesar los ataques verbales, fiscales, normativos e ideológicos contra el empresariado, actitud que se tradujo en una brutal caída de la inversión del 11 % en el tercer trimestre.

Difícil tarea, sin embargo, cuando todas sus actuaciones siembran incertidumbre. No solo el ya mencionado sector de la vivienda es víctima de retrasos. En infraestructura no está pasando nada, salvo la creación, por ahora solo eso, de un instituto para la construcción comunitaria de vías terciarias, que nadie sabe cómo se controlará.

Y el caso más dramático es el de la salud, donde las demoras en los giros a las EPS y en la actualización de la unidad de pago por capitación prometen materializar los deseos de otra exministra: la perversa “crisis explícita” de la doctora Corcho, necesaria para persuadir a la gente de las bondades de la salud petrista. Algo así como dejar de hacerle mantenimiento a la casa para que las ruinas convenzan a la pareja de la necesidad de mudarse.

Ni salud ni dinero en el horizonte, entonces. Esperemos que el nuevo año nos traiga al menos mucho amor.

QOSHE - Ni salud ni dinero - Thierry Ways
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Ni salud ni dinero

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24.12.2023

Termina el 2023 con un déficit de resultados del Estado en todos los frentes. De ejecución, pocón: a escasos días de acabarse el año, el indicador no pasa del 80 %. Por el lado del Congreso, las grandes reformas del Gobierno están atascadas, a pesar de haber empleado todo tipo de maniobras oscuras para su aprobación, gracias a lo cual obtuvo una victoria en la Cámara con la reforma de la salud, pero aún le falta el Senado.

Como si se hubieran materializado los deseos de la exministra Irene Vélez, el país tuvo, en el tercer trimestre, su peor resultado económico desde 1999, con excepción de la pandemia: un decrecimiento del 0,3 %. A noviembre, la venta de casas de interés social presentaba una caída histórica del 50,9 %, por demoras en la asignación de subsidios.

Mientras se vaciaban los bolsillos de empresarios y trabajadores, el Gobierno cosechaba sobrecostos fruto de su improvisación en asuntos como el descuento en el Soat, el........

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