Nunca imaginé que este gobierno –o ningún otro, en realidad– me diera no una, sino dos ocasiones para escribir sobre un tema tan alejado del análisis político convencional como las matemáticas. Pero parece que hubiera un gen en el ADN del petrismo que predispone a la alergia a los números, por lo que se me hace necesario volver a ocuparme de tan curiosa cuestión. No vaya a ser que la alergia sea contagiosa.

La primera vez que hablé del asunto fue hace un año largo, en enero de 2023, en una columna llamada ‘Numeritos’, donde describía la tirante relación que ciertos funcionarios del alto Gobierno tenían con las cifras, al punto de confundir, por ejemplo, millones con billones. Casi todos los que mencioné, sin embargo, salieron pronto de la Administración, por lo que pensé que la numerofobia gubernamental era una etapa superada.

Pero no. El dominio de las matemáticas sigue siendo facultativo, quizá contraindicado, en el Gobierno, incluso para cargos que exigen un alto grado de formación numérica. Así lo demuestra la selección del exsenador Alexander López para el sumamente técnico Departamento Nacional de Planeación. El nuevo director admitió que “las matemáticas me dieron muy duro, la verdad” para entender esa “ciencia tan compleja” que es la economía. Pero ese déficit, argumenta, está compensado por su conocimiento de las “tragedias, el dolor y el sufrimiento” del pueblo colombiano.

Otro alto funcionario, el presidente de la SAE, Daniel Rojas, lo apoyó: “No se necesita ser bueno en matemáticas para entender bien la economía. El cambio, precisamente, significa sacar la economía de ese marco cognitivo”.

Sí, ya sabemos que este gobierno cambia de acera cuando ve venir a un tecnócrata, pero dejémonos de sofismas: a menos que se quiera transformar la sigla ‘DNP’ en ‘Departamento Nacional de la Politiquería’, desde luego que conviene una formación técnica en su jefatura. Un buen director debe saber cuándo un modelo económico es aplicable y cuando es mejor descartarlo. Debe saber suficiente de econometría para analizar qué palancas de política pública son efectivas para conseguir cuáles efectos y cuáles no. Y debe poseer conocimientos de estadística, para que no le mientan, y no se mienta a sí mismo, con los datos.

Por supuesto, para este cargo no es desdeñable conocer “el dolor y el sufrimiento” de los colombianos; en eso tiene razón López. Pero no sé de dónde saca que sus antecesores ignoraban ese lacerante sustrato de necesidades insatisfechas. Lo técnico no quita lo sensible. Al contrario, provee herramientas para cuantificar los problemas, sin las cuales difícilmente se pueden enfrentar. Esa es una condición inseparable del tamaño de las sociedades modernas. Para proveer un plato de sopa a un señor que pasa hambre en la calle no se necesita ser bueno en matemáticas, con ser buen ser humano basta. Pero para solucionar las carencias estructurales de millones de personas se necesitan datos, estadísticas, cuantificación y modelos que ayuden a entender los fenómenos.

Ojalá el director López lo haga bien: su poca afición por los números no le impide rodearse de los mejores nerds. Lo mismo aplica para otros funcionarios que el Gobierno ha nombrado a pesar de su escasa idoneidad para el cargo, más allá de la matemática. Hay que añadir, además, que el primer mandatario, a juzgar por sus intervenciones, no parece ser un numerófobo. Pero en un país que ocupa un puesto lamentable en la sección cuantitativa de las pruebas Pisa, no se debe promover desde el alto Gobierno la idea de que “no se necesita ser bueno en matemáticas” para tal o cual cosa, en particular ¡para los cargos más técnicos del Estado! ¿En qué momento decidimos que el conocimiento especializado riñe con la conciencia social?

THIERRY WAYS

En X: @tways

tde@thierryw.net

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Alergia a los números

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10.03.2024
Nunca imaginé que este gobierno –o ningún otro, en realidad– me diera no una, sino dos ocasiones para escribir sobre un tema tan alejado del análisis político convencional como las matemáticas. Pero parece que hubiera un gen en el ADN del petrismo que predispone a la alergia a los números, por lo que se me hace necesario volver a ocuparme de tan curiosa cuestión. No vaya a ser que la alergia sea contagiosa.

La primera vez que hablé del asunto fue hace un año largo, en enero de 2023, en una columna llamada ‘Numeritos’, donde describía la tirante relación que ciertos funcionarios del alto Gobierno tenían con las cifras, al punto de confundir, por ejemplo, millones con billones. Casi todos los que mencioné, sin embargo, salieron pronto de la Administración, por lo que pensé que la numerofobia gubernamental era una etapa superada.

Pero no. El dominio de las matemáticas sigue siendo facultativo, quizá contraindicado, en el Gobierno, incluso para cargos........

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