En más de tres décadas de vida laboral, no son pocas las veces en las que me he visto enfrentado desafíos de alto impacto. Como hombre de seguros, he sido testigo de momentos trascendentales como el tsunami de Japón o el terremoto de Chile, por nombrar algunos. Allí, nuestro rol desde el sector asegurador fue y sigue siendo poner en práctica esa combinación virtuosa de preparación, conocimiento y experiencia para brindar confianza.

Por eso creía estar más que preparado cuando, en el año 2018, fui invitado a conformar el equipo de hombres aliados en Women In Connection (WIC), organización de mujeres líderes que abogan y actúan en la búsqueda de la equidad de género, diversidad e inclusión. Consideraba, con la soberbia propia de mi género, que estaba listo y que era mucho lo que tenía que aportar. Pero estaba equivocado porque, por primera vez, mi rol era hacer silencio, escuchar y aprender.

Siempre he declarado la importancia del liderazgo femenino como fuente de equidad, creatividad, resultados y permanencia en el tiempo. Sin embargo, mi primera lección de humildad fue entender que era muy poco mi nivel de conocimiento del estado del arte de la situación. Aprendí también que mis propios sesgos, esa poderosa ráfaga cultural que nos lleva a declararnos a favor o en contra de algo sin mayor argumento y que se puede alojar, incluso, en lo más profundo de la inconsciencia, estaban prestos a juzgar y a llevar esa carga al ámbito laboral.

No somos los hombres, ni más faltaba, los que habilitamos o permitimos, los que empoderamos, otorgamos o aceptamos.

Con lápiz en mano, y declaración de eterno aprendiz, decidí iniciar un camino que, de la mano de WIC, me ha permitido entender que la condición sine qua non para ser hoy un aliado del liderazgo femenino es hacerlo desde la paridad y la escucha. No somos los hombres, ni más faltaba, los que habilitamos o permitimos, los que empoderamos, otorgamos o aceptamos, especialmente en el entorno empresarial, sino que son ellas quienes se abren paso con su talento, genialidad y experiencia.

Ser un hombre por la equidad WIC me permitió conocer esas luchas internas de las que casi nadie habla, pero que son verdaderas barreras para que las mujeres alcancen su máximo potencial. Para no ahondar en las dolorosas inequidades marcadas por el ámbito socioeconómico que merecen capítulo aparte, WIC me permitió conocer casos de ejecutivas con alta proyección preocupadas por el rezago profesional que podría traerles su decisión de ser madres, las que no solo se esfuerzan por lograr resultados en condiciones adversas, sino que luchan contra los celos de las esposas de sus jefes, las que sentían señalamientos indirectos por alcanzar escenarios directivos teniendo cierta edad, cierto pasado o cierta procedencia o, incluso, quienes buscan neutralizar su acento para no incomodar en grandes centros de poder. Estas realidades lastiman y deben ser conversadas para que no sigan siendo una cadena de eslabones invisibles que, paradójicamente, son los que más heridas dejan.

Para romper esa cadena, estoy convencido de que debemos empezar por el lenguaje. Mucho se ha hablado del empoderamiento femenino como parte fundamental de los procesos de equidad, diversidad e inclusión dentro y fuera de las empresas. Pero el poder no se les otorga, lo tienen por derecho propio. Las mujeres no deben trabajar para empoderarse porque, simplemente, su potencia ya les pertenece. Por eso, y porque la palabra es símbolo, cultura, relato y realidad, quisiera aprovechar estas líneas para que revaluemos el término y le demos paso al liderazgo femenino como la manera correcta de referirse a los espacios, merecidos por demás, que alcanzan en la sociedad.

Es cierto. He estado en línea de base atendiendo tsunamis y terremotos como parte de mi profesión. Sin embargo, uno de los mayores movimientos que he vivido no ha involucrado sismógrafos, pero sí la reconstrucción, en este caso personal, de saber que el camino para las mujeres en el mundo corporativo no es fácil y que, muchas veces, lo mejor que podemos hacer los hombres es, por variar, hacer silencio, escuchar y aprender tal y como lo hice esa tarde de marzo del año 2018.

DAVID COLMENARES
Managing director de Allianz Commercial-LatAm
@colmenaresymas

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¿Empoderamiento o liderazgo femenino?

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20.12.2023

En más de tres décadas de vida laboral, no son pocas las veces en las que me he visto enfrentado desafíos de alto impacto. Como hombre de seguros, he sido testigo de momentos trascendentales como el tsunami de Japón o el terremoto de Chile, por nombrar algunos. Allí, nuestro rol desde el sector asegurador fue y sigue siendo poner en práctica esa combinación virtuosa de preparación, conocimiento y experiencia para brindar confianza.

Por eso creía estar más que preparado cuando, en el año 2018, fui invitado a conformar el equipo de hombres aliados en Women In Connection (WIC), organización de mujeres líderes que abogan y actúan en la búsqueda de la equidad de género, diversidad e inclusión. Consideraba, con la soberbia propia de mi género, que estaba listo y que era mucho lo que tenía que aportar. Pero estaba equivocado porque, por primera vez, mi rol era hacer silencio, escuchar y aprender.

Siempre he declarado la importancia del liderazgo femenino como fuente de equidad, creatividad, resultados y permanencia en el tiempo. Sin embargo, mi........

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