Un campo del conocimiento que ha progresado mucho los últimos años es el de las psicologías conductual y evolutiva. Ha progresado en el sentido de que entendemos mejor, pero no de que nos haya hecho mejores.

(También le puede interesar: Herejes y apóstatas)

Hay experimentos clásicos que muestran los sesgos que dominan nuestros pensamientos. Se han otorgado dos premios Nobel en economía a teóricos que han tratado de explicar por qué decidimos y opinamos de la forma en que lo hacemos. Los primeros de esos experimentos, ya clásicos, vienen de grupos de la Universidad de Stanford.

El esquema de los experimentos era similar. Se dividía un grupo de voluntarios en dos, según sus ideas sobre algún tópico en debate (como ejemplo, uno de esos experimentos fue sobre la pena de muerte). Se entregaban dos estudios falsos, pero con estadísticas impecables y datos aparentemente sólidos. Uno apoyaba el argumento de que la pena de muerte disminuye la criminalidad, y el otro concluía que no tiene ningún efecto.

El grupo de voluntarios que estaba previamente a favor de la pena de muerte encontró sólidos los argumentos del primer estudio y flojos los del segundo. El otro grupo de voluntarios concluyó lo opuesto. Cuando les revelaron que los dos estudios eran falsos y les pidieron revisar su opinión, la mayoría reforzó la idea que tenía inicialmente.

Los odios surgen con gran facilidad. Las teorías de conspiración explican cualquier posición; los argumentos se han vuelto innecesarios.

Ese y otros experimentos condujeron a la descripción del llamado ‘sesgo de confirmación’. La gente siente un gran placer cuando encuentra argumentos que apoyan su posición, e ignora los que la contradicen. Algunos psicólogos hoy, en sintonía con las redes sociales modernas, lo llaman “sesgo de mi-lado” (my side bias). Las redes han exacerbado ese sesgo, pues ahora uno escoge una opinión, y limita sus interacciones con quienes son parte de su grupo, no escucha al otro, lo bloquea o lo cancela.

Hay explicaciones evolutivas para los sesgos, una atractiva es que para los cazadores recolectores de hace 30.000 años no era tan importante razonar con precisión como asegurar la cooperación de su grupo (cuando cazaban un león, por ejemplo). Eso ha llevado a que tengamos la tendencia a confiar en la opinión y experticia de los ‘nuestros’.

Eso es útil cuando se refiere a conocimiento científico o a desarrollos tecnológicos (que cuentan con mecanismos confiables de verificación; independientes y rigurosos). Aunque uno no entienda cómo funcionan las cosas, las usa sin miedo. ¡Qué tal que tuviéramos que saber cómo funciona un teléfono inteligente para mandar un whatsapp, o conocer la ecuación de Bernouilli para atrevernos a volar en avión!

Pero eso que tiene sus ventajas en ese conocimiento comprobado, se vuelve muy problemático cuando se traslada al campo político y social. Acá el sesgo de ‘mi-lado’ excusa de la necesidad de pensar para tomar posiciones. Cuando uno se ‘matricula’ en un grupo adquiere automáticamente un paquete de posiciones políticas que no tienen que ser revisadas independientemente. Las posiciones políticas se volvieron solo opiniones, cuestión de gustos colectivos.

Se dan entonces esas esquizofrenias que nos ha tocado vivir, como la de progresistas, que en el Occidente luchan por democracia e igualdad, pero simultáneamente se identifican con fundamentalismos autoritarios, antidemocráticos y discriminadores de género, sexo, raza y lo que sea. Se adquieren derechos para discriminar a cualquiera que no esté incluido en el set de identidades aceptables por ‘mi-lado’.

Los odios surgen con gran facilidad. Las teorías de conspiración explican cualquier posición; los argumentos se han vuelto innecesarios. Tal vez la teoría sobre los cazadores-recolectores sea cierta, pero es una lástima, porque han pasado algunas cosas en los últimos 30.000 años; hasta ‘Ilustración’ tuvimos alguna vez.

MOISÉS WASSERMAN@mwassermannl

(Lea todas las columnas de Moisés Wasserman en EL TIEMPO, aquí)

QOSHE - Opiniones fuertes, razonamientos débiles - Moisés Wasserman
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Opiniones fuertes, razonamientos débiles

4 0
17.11.2023

Un campo del conocimiento que ha progresado mucho los últimos años es el de las psicologías conductual y evolutiva. Ha progresado en el sentido de que entendemos mejor, pero no de que nos haya hecho mejores.

(También le puede interesar: Herejes y apóstatas)

Hay experimentos clásicos que muestran los sesgos que dominan nuestros pensamientos. Se han otorgado dos premios Nobel en economía a teóricos que han tratado de explicar por qué decidimos y opinamos de la forma en que lo hacemos. Los primeros de esos experimentos, ya clásicos, vienen de grupos de la Universidad de Stanford.

El esquema de los experimentos era similar. Se dividía un grupo de voluntarios en dos, según sus ideas sobre algún tópico en debate (como ejemplo, uno de esos experimentos fue sobre la pena de muerte). Se entregaban dos estudios falsos, pero con estadísticas impecables y datos aparentemente sólidos. Uno apoyaba el argumento de que la pena de muerte disminuye la criminalidad, y el otro concluía que no tiene ningún........

© El Tiempo


Get it on Google Play