El legado sustancial de los pueblos originarios de Abya Yala (América), mediando los matices de la diversidad de su pensamiento, radica en la preponderancia otorgada a la palabra, esto es: asumirla como un órgano-tejedor facultado para orientar, crear y pactar, lo que llevó, durante siglos, a definir el eje social de nuestros pueblos nativos: diálogo, debate y acuerdo; justo es en el acuerdo donde se fundan y se estructuran las sociedades. Los mitos de origen y los relatos fundacionales son narrativas de las dificultades y tensiones confrontadas que condujeron a los acuerdos del origen, que hoy son las plataformas que sostienen sus derechos.

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En el interior del pueblo wayú, el proceso que conduce a los acuerdos es nombrado Painwajirawa, que tiene el sentido lingüístico de “estar juntos para construir con el alma”. Esta descripción es lo más cercana para entender la construcción de un acuerdo. Estar juntos significa encontrarnos y, así, hacer diálogos y debates que puedan conducirnos a un acuerdo, que es tejer entendimiento entre dificultades y tensiones.

En este punto nos preguntamos: ¿los distintos gobiernos nacionales han establecido un acuerdo con el pueblo wayú desde el Painwajirawa? Lo dudo seriamente, dado a lo que tenemos como resultado en las manos: diálogos técnicos que tratan la problemática social desde los efectos visibles y la urgencia manifiesta, acordando un calendario de compromisos puntuales de tipo material, creyendo que una sociedad organizada por unidades familiares, de decisiones colectivas internas, pueda ser representada por líderes y lideresas sociales por encima de sus autoridades naturales; esto ha empujado a los gobiernos a establecer un modelo de interlocución lineal reducido a una decena de voceros y de accionantes, creando con ello una comunicación disfuncional y una sensación de estar repitiendo la vieja fórmula de élite-privilegio que divide a las comunidades, destruye las expectativas de cambio y contamina la confianza de una alianza por el bien-estar de todos (Anas Akuai’pa Jupushuwa).

A esta dificultad se le suma el comportamiento de “aire superior” de algunos funcionarios del nivel nacional, a los que les cuesta entender la necesidad de disponer para el servicio de sus misiones dos condiciones claves: una es desmontar la creencia de estar en un “socorrismo constitucional”, y la otra es ampliar el horizonte mental para la comprensión real de otras maneras de ser y desde el cual se avance en el propósito de construir nación desde las raíces; un ejemplo de ello es la indicación imperativa de la Corte Constitucional en lo esencial de la Sentencia T-302 de 2017, referente a la implementación de un verdadero diálogo genuino. ¿Cómo lograr este tipo de diálogo cuando los interlocutores de siempre fungen como árboles que impiden ver el bosque?

Aún estamos a tiempo para concretar la posibilidad de encontrarnos todos y reconocer, en la acción, que el diálogo genuino radica en la función de la cultura, entendida esta como postura de vida de todo un pueblo determinado; que el Gobierno Nacional, las empresas privadas, los organismos multilaterales, en La Guajira, se permitan constatar, en el día a día, la capacidad de orden y de orientación que tiene la cultura, testimoniar la eficacia del pensamiento mítico wayú en las tomas de decisiones legítimas, donde los relatos de Juyaa y Pulowi inciden en la comprensión de las lluvias y de las sequías, entender la personificación del hambre en la figura de Jamü, el tirador de flechas, o volver a las interpretaciones del relato de Waleker, la abuela araña, que enseñó a tejer a las mujeres wayús… y palpar el simbolismo del telar donde hilo y palabra se mueven en el tejido de diálogos, debates y acuerdos; es asumir la función de escuchar la memoria de la tierra y desde allí proyectar los indicadores de los planes de desarrollo… así de sencillo y desafiante es hacer acuerdos en La Guajira.

Seguimos esperando la disposición del Gobierno del Cambio hacia una relación democrática con todas las comunidades wayús, no con las elegidas por los voceros. Los invitamos a construir Painwajirawa desde lo sustancial (Wayuwa), desde el conjunto de principios (Sukuai’pa), desde el diálogo de las sinceridades, desde el debate de las diferencias y hacia el acuerdo de las corresponsabilidades

QOSHE - ‘Painwajirawa’ - Miguelángel Epeeyüi López-H
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‘Painwajirawa’

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18.04.2024
El legado sustancial de los pueblos originarios de Abya Yala (América), mediando los matices de la diversidad de su pensamiento, radica en la preponderancia otorgada a la palabra, esto es: asumirla como un órgano-tejedor facultado para orientar, crear y pactar, lo que llevó, durante siglos, a definir el eje social de nuestros pueblos nativos: diálogo, debate y acuerdo; justo es en el acuerdo donde se fundan y se estructuran las sociedades. Los mitos de origen y los relatos fundacionales son narrativas de las dificultades y tensiones confrontadas que condujeron a los acuerdos del origen, que hoy son las plataformas que sostienen sus derechos.

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En el interior del pueblo wayú, el proceso que conduce a los acuerdos es nombrado Painwajirawa, que tiene el sentido lingüístico de “estar juntos para construir con el alma”. Esta descripción es lo más cercana para entender la construcción de un acuerdo. Estar juntos significa encontrarnos y, así, hacer diálogos y debates que puedan conducirnos a un acuerdo, que es tejer........

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