Que el buen desempeño de la economía de cualquier nación recae en la de sus industrias, es la conclusión de un largo y profundo análisis que nació en los 90 con la competitividad del profesor M. Porter, que décadas de práctica y mediciones zanjó en favor de lo anotado, con varios corolarios, entre los que destaco el de que adoptar tecnología e innovar son críticos para sostener la competitividad; que el rol del gobierno es clave como "enzima catalizadora", generador de condiciones favorables a la producción y el empleo, con la optimización del uso de recursos y al hacer hagan atractivo al país, para que lleguen inversión y transferencia de conocimiento.

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El trabajo mancomunado de micro, medianas empresas y grandes corporativos, en equipo con el gobierno, son la fórmula que haría crecer y distribuir ese ingreso aumentado, dada la serie de círculos virtuosos que genera, pero en Colombia ese trabajo armónico no es evidente. Por ejemplo, ayer este diario publicó en su editorial principal que el año pasado el país dejó de exportar cerca de siete billones de dólares, retroceso sensible y un golpe a la generación de divisas para la balanza de pagos y, a la par, las importaciones van en caída libre.

Varios medios publicaron la semana pasada importantes relevos en agencia de tierras y cargos públicos responsables de ejecución de políticas estatales. Y flota en el ambiente el que vienen más cambios en el equipo ministerial del presidente Petro. Él, con alguna frecuencia increpa, como hace un par de semanas, a su equipo ministerial por no dar resultados ni generar lo que busca el gobierno del cambio, a casi dos años de su tiempo en el solio de Bolívar. Viéndolo desde lo que esos relevos y anuncios traducen, es evidente la ruptura entre propósitos y realizaciones, el vacío en la política nacional de competitividad tanto para consumidor interno como para internacional. El anunciado plan de reindustrialización ahora va para un Conpes, luego de año y medio de "cocinarlo", y así es incierta su pronta ejecución.

Es evidente la ruptura entre propósitos y realizaciones, el vacío en la política nacional de competitividad tanto para consumidor interno como para internacional.

Es el momento de activar -y con acelerador a fondo- políticas regionales que desde la microeconomía nutran y apoyen el desempeño macro y que en ausencia de la orientación y el plan central, se incentive desde las regiones la anhelada e inaplazable mejora productiva. No podemos seguir cayendo. En la formación de clusters, de suma de competencias, de solidaridad del tejido social y empresarial, están las claves. Basta ver como Norteamérica, frente a la escasez de procesadores y otros insumos básicos, reaccionó creando en pocos meses uno gigantesco, para que el país sea autónomo, y van bien.

Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla tienen la palabra. Bogotá, enorme como es, marcha a velocidad crucero, afectada, pero sólida en generación de empleo y mejora de capacidad exportadora, aunque no la tiene fácil, ni nadie: Sólo el costo logístico nacional pasó de nueve dólares a diez y siete el último año, mientras que el objetivo era disminuirlo a seis dólares. Prácticamente se duplicó. Medellín tiene claros los sectores productivos y hay nuevas dinámicas en todo lo empresarial en esa gran región. Barranquilla, con su enorme potencial, tiene mucho por hacer, y cuenta con un programa. Valle del Cauca y Cali: Eder ha dicho que su gobierno favorece las empresas, las exportaciones, los clusters, la inteligencia artificial como eje transversal a la innovación. Con tres puertos, innovación y optimización logística Cali puede marcar un ejemplo nacional, abierto a empalmar con el nacional y, claro, con el decidido apoyo de la gobernación, para que sea todo el Valle. Sumados los esfuerzos regionales, Colombia podría cerrar un mejor 2024 y continuar marcando el derrotero económico, con la perspectiva de construir lo macro desde lo micro.

MAURICIO LLOREDA

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08.02.2024

Que el buen desempeño de la economía de cualquier nación recae en la de sus industrias, es la conclusión de un largo y profundo análisis que nació en los 90 con la competitividad del profesor M. Porter, que décadas de práctica y mediciones zanjó en favor de lo anotado, con varios corolarios, entre los que destaco el de que adoptar tecnología e innovar son críticos para sostener la competitividad; que el rol del gobierno es clave como "enzima catalizadora", generador de condiciones favorables a la producción y el empleo, con la optimización del uso de recursos y al hacer hagan atractivo al país, para que lleguen inversión y transferencia de conocimiento.

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El trabajo mancomunado de micro, medianas empresas y grandes corporativos, en equipo con el gobierno, son la fórmula que haría crecer y distribuir ese ingreso aumentado, dada la serie de círculos virtuosos que genera, pero en Colombia ese trabajo armónico no es evidente. Por ejemplo, ayer este........

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