En la selección oficial del pasado Festival de Venecia, edición n.º 80, su coguionista e intérprete no se hizo presente en solidaridad con la huelga de actores y escritores de Hollywood; así mismo, tampoco asistieron sus dos productores ejecutivos de peso: Steven Spielberg (Amblin) y Martin Scorsese. Se trataba también de homenajear al compositor, director orquestal y pianista Leonard Bernstein (1918-1990) y principalmente a su esposa actriz teatral Felicia Montealegre ‒dama chilena-costarricense (1922-1978) de padre judío estadounidense y madre aristocrática europea‒, interpretada a su vez por la londinense Carey Mulligan.

El matrimonio Bernstein-Montealegre duró 25 años, desde 1946 a 1971, quienes se conocieron en la casa del virtuoso pianista chileno Claudio Arrau. No obstante haberse divorciado de su amada mujer, por irse a vivir con un eterno enamorado, cuando supo de sus dolencias terminales regresó a casa para acompañarla los últimos años. El cuadro de dos paticos en un estante representa a Leo y Felicia puesto que, sin importar la bisexualidad reconocida del gran maestro, la película en referencia de Bradley Cooper está dedicada al final a sus tres hijos: Jamie, Alexander y Nina.

Bernstein, nacido en Lawrence (Massachusetts) de padres judíos-ucranianos, debutó casualmente en el Carnegie Hall para dirigir la Orquesta Filarmónica de Nueva York en una función histórica, sin ensayar, puesto que debió reemplazar al conductor experto en Mahler que súbitamente se enfermó esa misma mañana. Mundialmente conocido por tres consagraciones adicionales: el teatro musical de Broadway trasladado a la gran pantalla (West Side Story y Un día en Nueva York), además del impacto sindical de Nido de ratas (On the Waterfront). Siempre habló de ser amable “con los timbalistas, atrás, y las cuerdas adelante”.

Maestro (Bradley Cooper, Hollywood 2023). Melodrama incondicional, biografía musical discreta y conciertos bajo la batuta del realizador e intérprete que personifica al primer gran maestro estadounidense conductor de tan prestigiosa filarmónica. Las frecuentes infidelidades del marido alternan en escena junto con las coreografías de ballet del bastante innovador Jerome Robbins; las óperas ligeras, con letras de Stevie Sondheim, corresponden en cinta al contrapunteo de sus emociones particulares in crescendo. Solía decir: ¡Nos dejamos llevar! (por la música y el amor), porque “una obra de arte no responde preguntas, las provoca”. ¿Alguna pregunta más?

Si el primer agradecimiento en los incontables créditos finales es para el venezolano Gustavo Dudamel, muchos críticos han cuestionado el particular desinterés del proceso artístico para dar paso a no pocas intimidades del Maestro por antonomasia. Que sus amantes y deslices pasajeros eran frecuentes, que Felicia prefería ignorar y no reprocharle sus recurrentes ausencias e infidelidades. Después de celebrar las bodas de plata, vino la inevitable separación y posteriormente su acompañamiento para redimir culpas pasadas, dedicarse por completo a cuidar el deterioro en la salud de su ex y abandonar la composición.

Bradley Cooper, oriundo de Filadelfia (Pensilvania), quien cumple este 5 de enero 49 años, para su segundo largometraje coescrito con Josh Singer siguió la impronta del remake de A Star is Born siendo partenaire en decadencia del ascenso de Lady Gaga. Anotar que el original éxito romántico de Hollywood, cuando una estrella nace y otra se eclipsa, nos brindó a un decadente James Mason en alianza con la consagrada Judy Garland. Así mismo, en El lado bueno de las cosas, el más importante papel actoral de Cooper, se codeó con Jennifer Lawrence y Robert De Niro.

En un bien contrastado blanco y negro, el director de fotografía (Matthew Libatique) hace derroches de movimientos discontinuos de cámara en plano secuencia; un ejemplo, las carreras al comienzo de quien salta de la cama y atraviesa varios salones, entra triunfal por el palco principal y arriba al escenario del Carnegie Hall con un público expectante –los aplausos no se hacen esperar‒. Excepción en colores la constituye el prólogo de una entrevista radial, ya sexagenario, con efectos especiales de maquillaje prostético que nos ponen a dudar si se trata del original o de la copia.

Luminotécnicos, iluminadores y sonidistas registran espléndidamente ensayos rigurosos con instrumentalistas, lecciones aprendidas de piano contrapunteado y representaciones escénicas apoteósicas. Su banda sonora incluye composiciones originales del autor, con extractos de la novena sinfonía de Shostakóvich, la obertura Manfred de Schumann, la Sinfonía n.º 2 de Mahler y algunos movimientos de la octava de Beethoven –entre otras piezas clásicas‒. Al igual que Cate Blanchett para Tár, Cooper aprendió durante varias semanas el manejo de la batuta, sin dejar de lado arreglos inéditos y algunas nostálgicas partituras ligeras del repertorio personal.

Nota final: Netflix presenta en exclusividad un estreno muy al estilo clásico de Hollywood en el que no obstante sus debilidades melodramáticas hay momentos de brillante puesta en escena. Sin embargo, y más tratándose de un fino producto del cine-arte, sus exhibiciones en salas han dejado un amargo sabor traducido en rotundo fracaso comercial –presupuesto de 80 millones de dólares y recaudo mundial que no sobrepasa el medio millón‒.

MAURICIO LAURENS
Cine al ojo

QOSHE - Vida marital y musical de Leonard Bernstein - Mauricio Laurens - Cine Al Ojo
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Vida marital y musical de Leonard Bernstein

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04.01.2024

En la selección oficial del pasado Festival de Venecia, edición n.º 80, su coguionista e intérprete no se hizo presente en solidaridad con la huelga de actores y escritores de Hollywood; así mismo, tampoco asistieron sus dos productores ejecutivos de peso: Steven Spielberg (Amblin) y Martin Scorsese. Se trataba también de homenajear al compositor, director orquestal y pianista Leonard Bernstein (1918-1990) y principalmente a su esposa actriz teatral Felicia Montealegre ‒dama chilena-costarricense (1922-1978) de padre judío estadounidense y madre aristocrática europea‒, interpretada a su vez por la londinense Carey Mulligan.

El matrimonio Bernstein-Montealegre duró 25 años, desde 1946 a 1971, quienes se conocieron en la casa del virtuoso pianista chileno Claudio Arrau. No obstante haberse divorciado de su amada mujer, por irse a vivir con un eterno enamorado, cuando supo de sus dolencias terminales regresó a casa para acompañarla los últimos años. El cuadro de dos paticos en un estante representa a Leo y Felicia puesto que, sin importar la bisexualidad reconocida del gran maestro, la película en referencia de Bradley Cooper está dedicada al final a sus tres hijos: Jamie, Alexander y Nina.

Bernstein, nacido en Lawrence (Massachusetts) de padres judíos-ucranianos, debutó casualmente en el Carnegie Hall para dirigir la Orquesta........

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