Estamos en un mundo inmerso entre sentimientos, pensamientos, creencias y realidades. Una sociedad que se ha enfocado con inminente énfasis en el desarrollo del pensamiento lógico o convergente (matemático) sobre el pensamiento lateral o divergente (creativo). Y que, en consecuencia, ha diseñado su plan educativo para que esté alineado con esa directriz, de tal manera que el equilibrio entre habilidades es difícil de conseguir y las personas cuyos talentos estén más en el otro lado del cerebro tengan retos de adaptación.

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Ser parte de la manada es fácil. Naces, creces, te reproduces y mueres. ¿Pero qué pasa cuando no encajas? En ese conflicto con la realidad son simples las opciones, pero ninguna fácil de asumir. Quizás la primera sea negarlo y adaptarse, mimetizarse. Uno más de la manada. ¿Cuán triste puede ser ignorarse a sí mismo y en el camino traicionarse? Porque la conciencia no da tregua. En la orilla opuesta estaría entrar en conflicto frontal, un toro bravo que destruye inútilmente sus cachos que pegan con furia contra una pared firme e inmensa llamada sistema, esa que, además, tiene también razones y aciertos. No se seduce, ni se construye, desde la rabia.

En el mundo intermedio, el de los grises, están las posibilidades. Allí se encuentra la riqueza de la selva que trae la diversidad de pensamiento. Pero ser distinto es de valientes. Si nos paramos en el supuesto de que conocemos quiénes somos, ¿vivimos como tal? Esa es la pregunta. Respetarse y ser coherente consigo mismo requiere principios, propósito y temple.

Da miedo la exposición y enfrentar la resistencia y las críticas. Trae soledad. Implica exponerse al escrutinio y juicio de los demás que tampoco están cómodos.

Honrarse trae el reto de ser ignorado, ser estigmatizado o ser aislado. Hoy el acoso salió del entorno íntimo y se expande a las redes digitales mundiales, fijando, incluso, una huella imborrable en la historia digital del ser humano. Y, en países como Colombia, radicalizado, la manada parece separada por castas enemigas donde solo hay dos opciones. El centro, el criterio, el argumento se cataloga tibio y desleal. La sensatez no tiene cabida. La presión es ciega para ser Montesco o Capuleto. Ser masa. Nada en el medio. Tan dramático es el tema que aparecen, incluso, las amenazas y la muerte. Rodrigo Lara, Luis Carlos Galán, Fidel Cano, Álvaro Gómez. Nombres que vienen, se agradecen y duelen en mi mente.

La potencia de la sociedad está en los líderes, son ellos quienes emergen del rebaño y levantan la mano ofreciendo visiones y estrategias de conquistas que entusiasman y revolucionan sistemas. Deciden ser coherentes con su propósito de vida, dejan detrás el afán cobarde de “ser aceptados” y asumen el precio de la sanción de aquellos que se incomodan y sus seguidores. Valiente es pensar diferente.

Una anécdota de una conversación sencilla. Hace un tiempo consulté con un amigo sensato una oferta laboral que significaba muy posiblemente el honor más grande de mi vida y la posibilidad real de ayudar a Colombia, pero también implicaba lidiar con altos niveles de complejidad e incluso maldad, a escalas que ni siquiera sería capaz de predecir. Su respuesta fue hermosamente demoledora: “Si quiere hacer algo importante por su país acepte ese trabajo, si quiere que todo el mundo la quiera venda paletas”. Ahí está. Ser coherente con el propósito o mimetizarlo.

La diversidad de las ideas es un patrimonio del ser humano que requiere ser reconocido, celebrado y desarrollado para que se convierta en un eje potente de desarrollo integral. La dictadura es fácil, la democracia no lo es.

Actuar sobre el propósito y ser diferente requiere estoicismo. Da miedo la exposición y enfrentar la resistencia y las críticas. Trae soledad. Implica exponerse al escrutinio y juicio de los demás que tampoco están cómodos. Los intereses, las dudas sobre lo incierto o el miedo son reales y bloquean la apertura que sellan con excusas, críticas y resistencias. Celebro hoy la fortaleza, la creatividad y la individualidad del valor de pensar distinto porque en sus diálogos los encuentros habilitan las posibilidades.

MARTHA ORTIZ@MOrtizEDITOR

(Lea todas las columnas de Martha Ortíz en EL TIEMPO, aquí)

QOSHE - El valor de pensar diferente - Martha Ortiz
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El valor de pensar diferente

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24.11.2023

Estamos en un mundo inmerso entre sentimientos, pensamientos, creencias y realidades. Una sociedad que se ha enfocado con inminente énfasis en el desarrollo del pensamiento lógico o convergente (matemático) sobre el pensamiento lateral o divergente (creativo). Y que, en consecuencia, ha diseñado su plan educativo para que esté alineado con esa directriz, de tal manera que el equilibrio entre habilidades es difícil de conseguir y las personas cuyos talentos estén más en el otro lado del cerebro tengan retos de adaptación.

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Ser parte de la manada es fácil. Naces, creces, te reproduces y mueres. ¿Pero qué pasa cuando no encajas? En ese conflicto con la realidad son simples las opciones, pero ninguna fácil de asumir. Quizás la primera sea negarlo y adaptarse, mimetizarse. Uno más de la manada. ¿Cuán triste puede ser ignorarse a sí mismo y en el camino traicionarse? Porque la conciencia no da tregua. En la orilla opuesta estaría entrar en conflicto frontal, un toro........

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