Los borradores recientes del tratado pandémico global han sido ampliamente criticados por considerárselos “vergonzosos e injustos”. Cuando se abrió la última ronda de negociaciones, era evidente que se estaba ignorando una lección esencial de la pandemia de covid-19: la salud pública y la salud de la economía son independientes.

Para lograr ambas es necesario reescribir las reglas de cómo se valoran, se producen y se distribuyen la salud y el bienestar –y cómo se gobiernan las economías–. El éxito del tratado dependerá de la voluntad de los Estados miembros de incluir el capital en sus términos. Y eso, a su vez, exigirá un nuevo paradigma económico. Si el tratado se restringe progresivamente para que sea lo menos inofensivo posible, fracasará.

El Consejo sobre los Aspectos Económicos de la Salud para Todos de la OMS, el cual presido, ya ha emitido recomendaciones sobre cómo proceder. Para empezar, los negociadores de todos los países deben mantenerse enfocados en el objetivo general de impedir que las futuras amenazas sanitarias se vuelvan catastróficas.

Eso implica diseñar los términos del tratado –inclusive aquellos relacionados con la innovación, la propiedad intelectual (PI), la colaboración público-privada y el financiamiento– para que estén orientados en esta la misión. El capital debe ser la principal prioridad porque, en definitiva, todos los individuos –y todas las economías– sufren en una pandemia si las pruebas, las vacunas y el tratamiento no están a disposición de todos.

Asimismo, la manera en que se administra el conocimiento es tan esencial como la innovación misma. Los gobiernos son financiadores importantes de todo, desde la investigación y el desarrollo en sus primeras etapas hasta el desarrollo y la fabricación de productos. Las vacunas ARNm contra el covid-19, por ejemplo, se vieron beneficiadas por una inversión pública en Estados Unidos de alrededor de 31.900 millones de dólares. Condiciones más sólidas para el acceso del sector privado al financiamiento público ayudarían a garantizar un acceso equitativo y accesible a los productos resultantes.

Como pudimos ver con la propagación de nuevas variantes del covid-19, una vacuna a la que solo puedan acceder algunos no frenará una pandemia. Cualquier tratado pandémico, sin lugar a dudas, debería tener en cuenta este cambio y evitar cláusulas destinadas a favorecer intereses privados.

Una parte clave de conseguir una colaboración público-privada correcta es establecer una estrategia para la gobernanza del conocimiento que sirva al bien común, en lugar de proteger las ganancias de los monopolios. Esta cuestión se ha convertido en un punto álgido importante en las negociaciones del tratado.

Para incentivar la innovación y brindar beneficios sociales ampliamente compartidos, las patentes deben ser más limitadas; deben fomentar la innovación continua y la inteligencia colectiva, y deben estar acompañadas de compromisos de transferir el conocimiento y la tecnología requeridos para la producción.

Otro obstáculo para el éxito del tratado pandémico es que, actualmente, parece estar desvinculado de compromisos de financiamiento claros. El Fondo Monetario Internacional estima que la economía global sufrió pérdidas de por lo menos 13,8 billones de dólares durante la pandemia de covid-19. Debería resultar obvio que, en términos de salud, prosperidad y justicia, sea preferible escalar las inversiones en prevención. Como señaló el consejo de la OMS, “es más costoefectivo prevenir que curar”.

La calidad del financiamiento es tan importante como su cantidad. Los países de más bajos ingresos necesitan un financiamiento de largo plazo para inversiones críticas en salud.

Por último, la salud no debería quedar exclusivamente en manos de los ministerios de esta área. Los gobiernos –a través de todas sus carteras– pueden y deben rediseñar la manera en que se gestiona la innovación, el modo en que los sectores público y privado se relacionan entre sí y cómo se estructuran las finanzas para moldear los mercados en beneficio de la salud humana y planetaria.

Centrar el tratado en el objetivo de prevenir o minimizar las pandemias obligaría a los responsables de las políticas a verlo con claridad –y a abandonar las presunciones miopes que tienen una colaboración internacional y público-privada limitada–. En tanto los Estados miembros se preparan para la Asamblea Mundial de la Salud en mayo, este imperativo debería estar bien presente.

MARIANA MAZZUCATO*

* Copyright: Project Syndicate, 2024.

www.project-syndicate.org

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Cómo salvar el tratado pandémico

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31.03.2024
Los borradores recientes del tratado pandémico global han sido ampliamente criticados por considerárselos “vergonzosos e injustos”. Cuando se abrió la última ronda de negociaciones, era evidente que se estaba ignorando una lección esencial de la pandemia de covid-19: la salud pública y la salud de la economía son independientes.

Para lograr ambas es necesario reescribir las reglas de cómo se valoran, se producen y se distribuyen la salud y el bienestar –y cómo se gobiernan las economías–. El éxito del tratado dependerá de la voluntad de los Estados miembros de incluir el capital en sus términos. Y eso, a su vez, exigirá un nuevo paradigma económico. Si el tratado se restringe progresivamente para que sea lo menos inofensivo posible, fracasará.

El Consejo sobre los Aspectos Económicos de la Salud para Todos de la OMS, el cual presido, ya ha emitido recomendaciones sobre cómo proceder. Para empezar, los negociadores de todos los países deben mantenerse enfocados en el objetivo general de impedir que las futuras amenazas sanitarias se vuelvan catastróficas.

Eso implica diseñar los términos del tratado........

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