Colombia se está preparando para hospedar la 16.a Conferencia de Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica (COP16), la cual se realizará entre octubre y noviembre de este año para analizar los avances de la implementación del Marco Post-2020, el instrumento vinculante global que busca acelerar la conservación, la restauración y la protección de los ecosistemas y las especies en todo el mundo.

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Es una oportunidad única que se nos presenta para validar los mecanismos de implementación de este instrumento, el cual permite crear escenarios de oportunidad multinivel para garantizar la “naturaleza positiva”, un indicador que nos permite reflexionar sobre nuestro nivel de respuesta frente a las metas de biodiversidad.

Este enfoque surgió tras analizar los mecanismos de implementación del Acuerdo de París, bitácora global que nos presenta las metas climáticas, pues en este instrumento se dan por sentados los indicadores necesarios para analizar los umbrales. Es decir, sabemos que la temperatura no puede alcanzar los 1,5 grados centígrados (aunque ya hemos alcanzado el 1,1). También sabemos que las partículas por millón (dato que mide la concentración de CO2 en el mundo) ha superado la barrera de las 424 p. p. m., siendo 350 el punto que nos indica un “clima estable”.

Todo esto se resume en que frente al cambio climático siempre hemos tenido datos cuantitativos que nos permiten actuar de forma más acertada; sin embargo, frente a la biodiversidad no. Es más difícil medir, numéricamente hablando, la conservación por número de especies o ecosistemas para saber si hemos pasado el umbral o no en todo el mundo, ya que la biodiversidad depende de muchos contextos y dinámicas locales.

Frente al cambio climático siempre hemos tenido datos cuantitativos que nos permiten actuar de forma más acertada; sin embargo, frente a la biodiversidad no.

Por lo anterior, la “naturaleza positiva” nos permite habilitar oportunidades para generar acciones de sostenibilidad incremental a favor de la biodiversidad. Para permitir esto, desde la concepción de este enfoque, se tuvo en cuenta que: (1) la pérdida neta de naturaleza debería ser cero a partir del 2020, (2) la mejora positiva neta de la naturaleza debería activarse desde el 2030 y (3) la recuperación completa de la naturaleza estaría para el 2050. Tomando en cuenta estas fases, podríamos entonces permitir que la biodiversidad y sus contribuciones se mantengan en el tiempo y, por ende, asegurar el bienestar humano y ecosistémico.

Sé que esto es algo muy difícil de cumplir, pues los niveles de deforestación siguen en aumento, el cambio de uso del suelo y mar sigue acelerándose, y los números asociados a extinción de especies están haciendo que, en ciertos casos, tengamos situaciones irreversibles e ingobernables. Sin embargo, siento que no todo está perdido.

Últimamente he venido conectando todo esto con un enfoque biocéntrico, es decir, donde la vida en sí sea el motor de desarrollo y planeación de acciones por la sostenibilidad. Podemos habilitar en gran medida las oportunidades que nos presenta la naturaleza positiva si garantizamos la implementación y el monitoreo de soluciones basadas en la naturaleza, las cuales, a su vez, permitirán el diseño de sistemas de vida sostenible.

Bien sea en escenarios territoriales o sectoriales, estos sistemas aseguran la sostenibilidad y la regeneración de la vida misma a partir de acciones continuas de mejora junto con modelos de gobernanza y alianzas entre actores estratégicos que dependen de la biodiversidad: desde la población anfibia en La Mojana que depende de los servicios ecosistémicos que proveen los humedales, el emprendedor turístico que tiene su iniciativa en la Orinoquia, o la empresa que depende de la cuenca hidrográfica para su ciclo de producción.

Para salir de la policrisis en la cual nos encontramos, la biodiversidad es una de las aliadas más importantes. Asegurando el bienestar de las especies y ecosistemas aseguramos también nuestro bienestar. Y lo mejor aún es que lo hacemos con vitalidad, abundancia y justicia. Por eso auguro que la COP16 sea un espacio para habilitar estas oportunidades generando inversiones, políticas públicas y reconstrucción de confianza entre múltiples actores.

MARÍA EUGENIA RINAUDO MANNUCCI

(Lea todas las columnas de María Eugenia Rinaudo en EL TIEMPO, aquí)

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Naturaleza positiva

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24.01.2024

Colombia se está preparando para hospedar la 16.a Conferencia de Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica (COP16), la cual se realizará entre octubre y noviembre de este año para analizar los avances de la implementación del Marco Post-2020, el instrumento vinculante global que busca acelerar la conservación, la restauración y la protección de los ecosistemas y las especies en todo el mundo.

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Es una oportunidad única que se nos presenta para validar los mecanismos de implementación de este instrumento, el cual permite crear escenarios de oportunidad multinivel para garantizar la “naturaleza positiva”, un indicador que nos permite reflexionar sobre nuestro nivel de respuesta frente a las metas de biodiversidad.

Este enfoque surgió tras analizar los mecanismos de implementación del Acuerdo de París, bitácora global que nos presenta las metas climáticas, pues en este instrumento se dan por sentados los indicadores necesarios para analizar los umbrales. Es decir, sabemos que la temperatura........

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